Relato erótico
Adoro a mi cornudo
Esta agradecida a su marido porque le ha permitido hacer lo que ha querido en el sexo. Folla con quien quiere y tiene un amante cada vez que quiere. Es un cornudo consentido y según su mujer lo adora y lo quiere.
Begoña – BENIDORM
Una tarde en que mi marido y yo caminábamos por la calle haciendo unos mandados, como siempre yo iba vestida bastante provocativa con vaqueros jeans bien ajustados marcándome bien el culo y la forma de mi coño con un tanga chiquito que se marcaba en mi trasero, metiéndose en mi chocho y dejándolo bien abultado. En eso vimos a Pedro, mi amante del momento, que se nos acercó saludando a mi marido con un apretón de manos y agarrándome a mi de la cintura me dio un tremendo beso de lengua mientras sus manos recorrían mi culo y yo cruzando mis brazos por su nuca, abrí mis labios y lo besé con ganas, luego él me dijo:
– Begoña que preciosa que estás, cada vez que te veo siento deseos de follarte toda.
– Sí, cómeme toda cuando quieras y muéstrale al cornudo ese lo que es un verdadero hombre.
Esto era el colmo, allí estaba yo en la calle abrazada a otro hombre con el marido a mi lado y ya bastante excitada. Continuamos besándonos y sus manos no paraban de tocarme hasta que no aguanté más y le toqué el bulto por encima del vaquero y ya lo encontré muy duro. La situación me tenía bastante caliente pero debíamos seguir con nuestros recados así que se lo dijimos y nos invitó para ir a su casa esa noche, por supuesto que aceptamos pues sabíamos lo que nos esperaba.
Luego y ya en casa, nos arreglamos para salir. Yo estaba decidida a estar más puta que nunca vestida ya no provocativa, sino como una prostituta, así que decidí ponerme un portaligas negro, medias de encaje también negras y no un tanguita sino un micro tanguita bien chiquito de color rojo para contrastar y que era apenas un triangulito chiquitito que adelante se me metía en mis labios vaginales dejando todo el pubis al descubierto apenas tapando el clítoris. No me puse sujetador pues tengo mis tetas bastante firmes y mis pezones duros así que me puse una camisa negra transparente dejando ver mis pezones duros y desafiantes, con una minifalda bien cortita y de encaje color rosado, calzando mis pies con sandalias de tacón y plataforma color rojo y el cornudo de mi marido se puso, bueno no importa lo que se puso.
Pedimos un taxi y como de costumbre mi marido se sentó atrás y yo adelante con el chofer, y al sentarme se me subió toda la mini dejando al descubierto mis muslos viéndose parte del portaligas y mi tanguita que al ser tan chiquito dejaba mi chocho bien abultado, desabroché otro botón de mi blusa para que pudiera ver mis pechos, aunque no era necesario porque con lo transparente de la tela ya se me veía todo. El taxista me miraba primero de reojo y luego descaradamente, sudaba como un marrano y yo de gusto me movía hacia atrás y hablaba con el cornudo de mi marido cruzando mis piernas, o miraba como le iba creciendo el bulto a ese hombre. La verdad el tipo no estaba nada mal y en otra situación lo habría buscado aún más, pero teníamos otro compromiso aunque durante todo el viaje seguí con ese juego. Me encanta calentar braguetas, sentirme deseada.
Llegamos a la casa de mi hombre y al bajar le di un último espectáculo haciendo como que se me caía algo me incliné sacando bien el culo ya a esa altura la mini estaba sobre mis caderas, así que ya os imagináis lo que vio, luego me bajé la mini y salí en dirección a la casa.
Mi marido se quedó pagando y yo entré en la casa de Pedro que al verme me dijo:
– ¡Putita, me encanta verte vestida así!
Yo sin más le agarré el bulto con una de mis manos y comencé a besarlo con desespero. Nuestras lenguas se entrecruzaban en un beso apasionado. El jueguecito con el taxista me había puesto a mil, ya estaba mojada y mis pezones estaban duros como piedras. Entonces entró el cornudo y fuimos a la sala, nos sentamos en un sillón largo Pedro y yo y mi marido enfrente, crucé mis piernas y abracé a ese hombre. Quería polla y la quería ¡ya! Comenzamos a hablar de banalidades mientras Pedro y yo empezamos a tocarnos, sus manos me acariciaban las piernas y comenzó a subir llegando el clítoris. Ahí no aguanté más y le di un buen chupón comenzamos a besarnos y tocarnos por todos lados me encanta ser manoseada y toqueteada por un hombre me excita de sobremanera luego le dije que quería bailar puso música suave y comenzamos a bailar apretándome fuerte contra él, moviéndonos lentamente, besándonos y yo refregándome contra él, besándole el cuello mientras sus manos no se quedaban quietas. En un momento dado, me subió la mini hasta mis caderas y comenzó a manosearme el culo.
– No aguanto más – me dijo y sacándose la polla, ya dura y firme, la puso entre mis piernas y comenzó a moverse.
– ¡Oh, sí, me encanta sentir tu polla aquí, sigue, sigue, no la saques…!.
– Te gusta, ¿eh putita… te gusta mi polla? – siguió él.
– Sí – dije – me encanta tu polla
Entonces me llevó al sillón y me hizo sentar, se arrodilló frente a mi y comenzó a pasar su lengua por encima del tanga haciéndome sentir la presión que hacía aquella lengua sobre mi chocho, luego me la pasaba por mi pubis depiladito y por los costados de mi tanguita. Yo ya no podía más, estaba toda mojada sentía como me salían mis jugos y empapaban la tanga. Siguió así por un rato, luego apartó el tanga y comenzó a hacerme una comida de película y no tardé mucho en estar a punto de correrme y ver al cornudo frente a mi haciéndose una paja, fue el detonante para darle a ese hombre tanto jugo que sentía como chorreaba por mis piernas, pero él seguía y seguía pasando su lengua desde mi clítoris y mis labios vaginales hasta mi ojete del culo. Me gusta que me chupen el culo mientras me meten uno o más dedos en mi chocho.
Mi hombre de turno se levantó, se quitó la ropa y se sentó en el sillón a mi lado. Yo me tiré encima de él y comencé a pasar mi lengua por sus tetillas, lamiendo, chupando y mordiéndoselas. Me encanta hacer eso mientras con una mano lo masturbaba lentamente.
– ¡Siiií… soy una puta, sí me gusta lo que me haces, hazme de todo, hazme lo que quieras! – le decía muy excitada.
Luego me arrodillé frente a él y abriendo mi boca tragué su polla y hasta que no la tuve toda dentro no la cerré, apretando fuerte con mis labios, pudiendo sentir sus cojones en mi cara y comencé a chupar con ganas y con deseo esa verga mientras mi hombre me manoseaba el culo tirando de las tiras de mi tanga metiéndolo aún más dentro de mi chocho y mi ojete, si es que eso era posible. Yo sacaba la polla de mi boca y recorría todo el tronco con mi lengua, subía y bajaba, lamiéndole los huevos peludos, subía hasta la cabeza de nuevo y jugaba con el agujerito de su capullo metiendo allí mi lengua. Bajé otra vez, lamí sus huevos y más abajo hasta llegar a su culo, pasándole la lengua. Yo estaba tan caliente que quería meter toda mi lengua en ese ojete, quería romperle el culo con mi lengua, mientras con una de mis manos lo pajeaba. Al rato, él me agarró por los hombros y me dijo:
– Ahora quiero follarte putita, ven y siéntate en mi polla.
– ¡Oh, sí, quiero tu polla, quiero que me folles entera!
Apartándome el tanga, me senté en su verga y descendí suavemente hasta tenerla toda dentro, comenzando a moverme despacio mientras mi hombre me chupaba las tetas y me besaba. Estaba tan caliente que comencé a moverme más y más rápido, subía y bajaba por ese tronco cada vez con más ganas y con más furia, hasta que el cornudo de mi marido se arrodilló entre nosotros y me lamía el culo haciendo que yo me inclinase más hacia adelante para poder sentir su lengua en mi ojete. Pero no conforme con esto, bajo aún más y lamía los costados de mis labios vaginales y parte de la polla de mi amante y yo le decía:
– ¡Sí, chupa, lame todo lo que encuentres, chúpale la polla, cornudo, y tú fóllame fuerte, fóllate a esta puta… aaaah…. sí, me corro… ya… me corro… y tú, cornudo, chupa, chúpame el ojete del culo, sigue así, dale, dale, fóllame así, así… aaah… sí… aaah…!.
Así seguimos un ratito más hasta que me di la vuelta de espaldas a mi hombre y de frente al cornudo, me clavé otra vez la polla en el chocho y le dije a mi marido:
– ¡Ven, cornudo, chúpame el coño mientras mi hombre me folla, ven y mira como me jode otra polla, mira como goza esta puta que tienes por mujer!
Mientras mi marido devoraba la polla de mi amante, pasaba su lengua por mi clítoris, lamía las bolas de Pedro con deleite y vuelta a mi clítoris lamía y chupaba con devoción. El placer que se siente es indescriptible, tener una buena polla dentro del chocho y una lengua que serpentea en el clítoris es de correrse sin parar. Las manos de Pedro apretaban mis pezones, su polla me hacia delirar así como la lengua de mi marido. Yo era un mar de jugos que se escapaban por el tronco de la polla de mi hombre y el cornudo la recorría con su lengua hasta que me la saqué del chocho, la agarré de la base y comencé a sacudirla, diciéndole a mi marido:
– ¡Chupa, chupa esta polla, límpiala que está llena de mis jugos, ven, ven y chupa!
MI marido la chupó tragándosela toda mientras que yo, sobre el sillón, colocaba mi culo a la altura de la boca de mi amante y él comenzó a chuparme el ojete mientras me metía dos tres dedos en mi chocho. Mi placer era tremendo y mucho más al ver al cornudo de mi marido chuparle la polla a mi hombre. Fue demasiado y me corrí en los dedos de Pedro, sintiendo su lengua en toda mi culo. Fue tanto mi placer que me vinieron unas ganas terribles de orinar y le dije a mi hombre:
– ¿Quieres ver como ese cornudo se traga toda mi meada?
– Sí, claro que quiero putita, eres tan degenerada, tan pervertida, que no tienes límites – me dijo Pedro.
– Claro que no los tengo, cuando me caliento soy capaz de cualquier cosa, me gusta ser así degenerada, guarra, cochina, puta, bien puta, bien degenerada.
A mi marido ya me lo he meado antes pero nunca delante de otro así que mi excitación era increíble. Me situé en medio de la sala, mi hombre a mi lado y el cornudo se acostó entre mis piernas, levantó el torso, acercó su boca a mi chocho y cuando empezó a chupármelo, comencé a mear en su boca sintiendo las manos de Pedro en mis tetas, que estaban muy duras. Yo pajeaba a mi hombre y meaba a mi marido en la boca viendo como se le escapaba el dorado licor y le mojaba todo el pecho. Cuando terminé mi marido se pajeaba frenéticamente pero yo, mirándole, le dije:
– ¡No te corras, tu leche es mía!
Viéndolo todo empapado en orín me dio un morbo tal que me tiré encima de él clavándome su polla en mi chocho y moviéndome como loca. Pedro se me acercó, me levantó el culo y también me ensartó por el chocho. Fue el sumun del placer sentir dos pollas dentro de mi coño, esos palos duros y firmes dándome fuerte, uno entrando, el otro saliendo, uno… Giré mi cabeza y vi a mi hombre detrás de mí, abrí mi boca saqué mi lengua de forma impúdica, y comencé a moverla, el acercó su boca, sacó su lengua y nos besamos metiéndome la lengua hasta lo más profundo de mi garganta y los dos segregando saliva. Estaba toda sudada babeando, toda la cara con saliva mía y de ese hombre, me sentía sucia me daba asco de mi misma, me sentía todo un putón, y a la vez libre, feliz de desatar toda esa lujuria, estaba como poseída quería más y más y más, mi chocho era un mar de jugos, gozaba como una perra, una perra puta.
– ¡Así, mis machos, follaros ese chocho, follaros a esta perra… siiií… aaah… me corro… me corro con estas dos hermosas pollas en mi coño… mira marido como disfruto, mira la puta que tienes como mujer…!. ¿Te gusta, te gusta que sea así?
– ¡Sí, me encanta lo puta que eres, me gusta que te follen todos los agujeros, me encanta que tengas hombres, me gusta follarte y verte follar con otros, eres una puta, una prostituta, una ramera…!.
Yo no paraba de correrme, es magnífico disfrutar con dos hombres, con tres, con los que sean, me gusta follar y ser follada, disfrutar de los placeres del sexo sin tabúes ni ataduras, solo placer. Pedro me avisó que estaba por correrse.
– No aguanto más, putita, te voy a dar mi leche.
– La quiero en mi boca, échamela en la boca, quiero saborear esa leche caliente – le dije.
Se salió de mi yo me arrodillé y comencé a chupar ese pedazo sintiendo el sabor de mis jugos chupé y chupé hasta que sentí que su polla se hinchaba aún más , y largo uno dos tres chorros de leche espesa, agria y caliente. Me encanta tragar leche de hombre para luego dejar esa polla limpia sin rastro alguno, mi marido se empezó a pajear y me acabó entre mis tetas sentir esa leche caliente con el contacto de mi piel es hermoso, la esparcí por mis pechos como si de una crema se tratara, nos tiramos en el sillón los tres agotados y exhaustos de esa mini orgía.
Comenzamos a hablar y Pedro decía que era increíble cada vez que lo hacíamos, se sorprendía de lo degenerados que somos, pero él no se quedaba atrás porque bien que le gusta, todo lo que hacemos. La noche siguió, mi hombre me folló como quiso el chocho, la boca, el culo y el cornudo chupaba todo lo que encontraba, tetas, chocho, polla, culo, chocho con polla, polla con culo, todo lo chupaba. Luego me follaron entre los dos, uno por el chocho y el otro por el culo, uno por el culo y el otro por la boca. Sí, fue una noche larga pero, ¡que noche!
Agradezco a mi marido por dejarme ser así y disfrutar plenamente del sexo como una completa guarra.
Saludos y besos a todos los machos que leen esta estupenda revista