Relato erótico
Accedí a sus deseos
Su novio estaba loco por ella, pero insistía en que le gustaría montarse un trío. Ella le decía que no, pero se acercaba su cumpleaños y le dijo que accedía, pero sería ella la que escogería al tercer participante.
Cecilia – Tarragona
Mi novio y yo nos llevamos muy bien en todos los aspectos, nos amamos, nos comprendemos y entregamos uno al otro para lograr la anhelada felicidad en el amor. Incluso en lo sexual, hemos llegado a ser una pareja en que todo está permitido con objeto de alcanzar los grandes placeres del sexo.
Él es feliz sexualmente, pues yo he sabido complacerle en todos sus deseos y fantasías. Una de las más difíciles de realizar fue aquella en que me pedía que tuviéramos sexo en trío. Es decir, su fantasía era verme follar con otro hombre, él decía que eso lo haría alcanzar la plenitud sexual en nuestra relación. Sin embargo para mí, no era algo fácil de realizar, pues simplemente no me imaginaba haciendo el amor con otro hombre mientras él miraba o participaba en la misma relación sexual.
Me hablaba de las infinitas posibilidades del sexo en trío, de la doble penetración y otras cosas que pasaban por su mente. Trataba de convencerme al decir que él traería un amigo de confianza para la realización del trío, un amigo en el cual podría confiar plenamente. Finalmente accedí a la fantasía de mi novio, pero solo ponía la condición de que sería yo quién elegiría al tercer participante de nuestro trío.
No fue fácil para mí encontrar entre mis amigos a alguien a quién decirle:
¿Quieres follarme mientras mi novio nos mira o participa con nosotros?
Pensé en varios amigos y al final, me decidí por Samuel. Un amigo más bien tímido, de pocas palabras, pero a mi parecer un chico bastante caliente que no paraba de mirar lascivamente a cada chica que pasaba cerca de él. Con alguna dificultad y vergüenza le expliqué mi plan, le dije que lo necesitaba para un trío en el cual participaría mi novio, yo y él como elegido de mi parte para realizar sexo entre tres. Le di la fecha a Samuel y le dije que llegaríamos juntos al apartamento de Rafael, mi novio.
La fecha de su cumpleaños llegó, también había llegado la fecha para mí, de manera que me vestí de forma especial para la ocasión. Ropa interior muy erótica, falda semitransparente y una hermosa blusa de encaje.
Pasé a buscar a Samuel y nos fuimos a casa de mi novio. Él estaba allí, solo y esperándome. Lo saludé, le di mis felicitaciones por su cumpleaños y le dije que ya había encontrado al amigo especial. Con esto último, él comprendió que luego de la celebración y la cena, haríamos algo que él había deseado desde algún tiempo atrás.
Terminada la cena, fuimos a sentarnos al salón, en los cómodos sillones continuó nuestra trivial conversación hasta que Rafael dijo:
– Bueno mi amor, creo que es hora que demos especial atención a nuestro invitado.
Diciendo esto, invitó a Samuel a que se levantara y se pusiera justo frente a mí que por cierto, aun permanecía sentada. Ahora mi amor, porque no bajas los pantalones de Samuel para saber el tamaño de su virilidad…
El pedido era por cierto algo fuerte, pero ya todos sabíamos por qué estábamos allí.
De manera que lentamente desabroché su pantalón y su ropa interior hasta dejar al desnudo su verga, la cual, tal vez, por la cercanía de mi rostro, comenzó a ponerse erguida. En realidad, a los pocos instantes, la verga de Samuel ya apuntaba hacia mí con su tamaño a todo dar.
– Ahora quiero que la toques y acaricies mi amor –dijo- Rafael que observaba la escena con mucha atención.
-Vamos mi amor, dijo Rafael, ya sabes que nuestro amigo desea tus labios.
Ante esta sugerencia, toqué con mis labios la cabeza del miembro viril de Samuel, comencé a darle suaves besos como si le besara en la boca. Sentí entonces el sabor salado de su líquido masculino lo que me hizo sentir una extraña excitación. Mi deseo era introducir su verga en mi boca para sentir el grosor que tanto había llamado mi atención. Sin esperar la orden de Rafael, lo metí suavemente en mi boca y con ella pude palpar su excitante tamaño. Las manos de Samuel se deleitaban en mis pezones y mi excitación era evidente. Mi novio entonces detuvo la escena y pidió que me sacara mi blusa y sujetador. Para hacer esto debí levantarme y cuando ya lo había hecho, ambos hombres comenzaron a chupar mis pezones.
Se habían repartido uno para cada uno. Sentí este doble placer por algunos momentos hasta que Rafael dijo que era mejor que también me sacara la falda, quedándome solamente con las bragas frente a mis compañeros de sexo. Ellos también terminaron por desnudarse. Ya desnudos, pude observar la diferencia de las vergas masculinas. Una era más larga y la otra más gorda.
Sabía que mi amigo estaba cumpliendo su sueño de tocarme y proporcionarme y proporcionarse intenso placer. El sexo oral que me estaba dando Samuel me estaba llevando rápidamente a un primer orgasmo, sin embargo, en esos instantes de locura, le pedí a mi novio ser penetrada por mi amigo. El deseo de ser penetrada por esa verga gruesa era una gran curiosidad para mí, a la vez, un intenso deseo. Como era de esperar le pareció bien que mi amigo me follara.
Rafael entonces fue a besarme mientras Samuel hacía los preparativos de la penetración. Debido a mi humedad, la verga de Samuel entró sin dificultad, sin embargo mi sexo pudo sentir su grosor y de mi boca escaparon gemidos de placer.
Samuel se entregó a su placer de follarme y con ritmo lento pero enérgico comenzó a sacudir mi cuerpo. En parte se cumplía la fantasía de mi novio: Verme y sentirme mientras era follada por un amigo. No alcancé mi orgasmo ya que antes de tiempo, Rafael hizo desarmar nuestra escena tan caliente.
– En realidad, no es esto lo que se hace en un trío, -dijo Rafael- pasemos al dormitorio…allí haremos un verdadero trío.
No fue, tal vez una interrupción muy acertada, pues yo quedé sin terminar y Samuel debió sacar su polla de mi chocho en plena faena.
Llegamos al dormitorio y Rafael se tumbo en la cama boca arriba, quedaba claro que quería hacer un “bocadillo” y yo era el relleno. Dije que no, alegando que la polla de Samuel era demasiado gruesa para mi culo, entonces mi novio dijo que él me daría por el culo.
Samuel disfrutó intensamente de todos los preparativos e incluso fue el encargado de lubricar mi pequeño ano con un aceite especial. Rafael, con la gran y caliente ayuda de Samuel logró penetrarme.
Primero me dolía, pero rápidamente sentí el efecto de las dos pollas penetrándome y empecé a gritar como una cerda.
Aquello era una locura, nunca había gozado tanto, ni me había corrido tantas veces. Reconozco que la idea del trío que tenía mi novio era acertada.
Cuando ya nos habíamos corrido, descansamos un rato y mi novio sugirió que podíamos darnos una ducha y relajarnos un poco. Nos fuimos al baño por turnos y nos fuimos al salón a tomarnos unos refrescos. Parecía que todo había acabado, pero Rafael tenía preparada una gran sorpresa para mí. Le dijo a Samuel que quería ver cómo me comía el chocho, ya que a mí me enloquecía y solía correrme muchas veces. Le daba morbo ver la cara que ponía.
Samuel no se lo pensó, dijo que le encantaba comer chochos. Me hizo tumbar en la mesa del comedor, cogió una silla y colocó la cara entre mis piernas.
Su lengua recorría mi chocho despacito y de vez en cuando le pegaba dos o tres lamidas a mi clítoris, que poco a poco fue creciendo e hinchándose.
Aquello no era gusto, era gustazo. Me comió el coño por lo menos durante más de media hora. Al final, con solo que pasara su lengua suavemente por mi botoncito, era suficiente para que me corriera.
Mi novio dijo que al menos me había corrido veinte veces y no lo dudo, porque tenía el coño irritado y muy caliente.
Nos despedimos y Samuel se fue a su casa. Rafael y yo nos quedamos profundamente dormidos.
¿Queréis saber si repetimos el trío? Otro día os contaré lo que pasó a partir de ese día.
Un beso muy caliente para todos los lectores de mi revista preferida.