Acabó bien

Fue a buscar a su novia al salir del trabajo. Estaban cansados pero muy cachondos. Empezaron a tocarse en el coche y la situación se les fue de las manos. No avanzaron mucho pero quedaron para verse el domingo y terminar lo que habían comenzado.

Arturo – Huelva
Hola a todos los lectores de CLIMA, soy nuevo en esto pero espero no decepcionaros con lo que contaré
Empezaré describiendo a mi pareja. Ella mide 1,63, tiene 22 años, unos pechos grandes y muy firmes, un culo gordo y salido, lleva el pelo corto, está un poco llenita aunque no gorda, y su nombre es Inés. Yo soy un chico de 25 años, mido 1,68 cm, un poco llenito pero tampoco gordo, con una polla de 16 cm y me llamo Arturo.
La historia que os voy a contar me pasó hace menos de un mes. Un sábado, después de que los dos salimos de trabajar, nos dirigimos a un parque que está cerca de su casa y en el trayecto nos íbamos dando unos buenos toques cada que nos tocaba un rojo en los semáforos. Al llegar al parque íbamos ya excitadísimos y lo que hicimos fue bajarnos del coche y dar un paseo para bajarnos la calentura
Al estar caminando encontramos un lugar solitario pero cerca de donde pasaban las personas por lo que solo seguimos besándonos y acariciándonos, lo que incrementó nuestra excitación.
– ¿No habría manera que nos fuéramos a un lugar mas íntimo? – le pregunté yo.
– No, porque tengo que estar temprano en mi casa y solo dispongo de poco tiempo así que aprovechémoslo – me contestó ella.
– Pero es que así no podemos – insistí – me gustaría estar penetrándote en este mismo instante.
– ¿Y tú crees que no me gustaría estar sintiendo tu polla dentro de mi coño? Pero tenemos muy poco tiempo y siempre que nos vamos a un hotel nos retrasamos bastante.
– Pero no puedes quejarte, ¿o sí? – pregunté.
– Si no me estoy quejando, te estoy diciendo que no podemos pero te prometo que mañana nos vamos a ver y estaremos todo el tiempo que quieras – prometió.
– Y mientras, ¿qué hago con esto? – diciendo eso tome su mano y la dirigí a mi polla, la cual estaba totalmente erecta.
– No hagas eso que soy capaz de cometer una locura porque yo estoy igual, nada más que a mi no se me nota tanto como a ti – replicó soltando una leve sonrisa
– No lo creo – le solté – necesitaría tocar para estar seguro.
– ¿Ahora…delante de la gente? – dijo sorprendida.
– Sí, nada más para comprobar que de verdad estás excitada como yo.
Ella, aunque indecisa, aceptó con la condición que no hiciera nada más porque ella lo iba a lamentar
– ¿A qué te refieres? – le pregunté sorprendido.
– Estoy súper excitadísima y si me provocas podemos cometer faltas a la moral
– ¿Tan excitada estás?

– Compruébalo, desliza tu mano hacia mi coño – contestó llevándome la mano el botón de su pantalón, el cual desabroché en menos de un segundo – Eres bueno, a mi me cuesta trabajo desabrochármelo.
En el momento en que ella me comentaba eso, bajé en su totalidad el cierre y empecé a sobar su coño, encontrándomelo súper mojado. Como pude hice a un lado su braguita, intentando disimular pues no podíamos ponernos en evidencia. Yo la tenía abrazada para no ser vistos en lo que le hacía por si llegaba a pasar gente lo cual, para nuestra fortuna, no pasaba.
Una vez eché a un lado sus braguitas, que de por si eran pequeñas, busqué su clítoris y aunque ella me dijo que no intentara nada, yo no le hice caso y se lo empecé a acariciar hasta que ella, simplemente, se apoyó en mi pecho y me empezó a morder para evitar gemir, aunque cada vez lo hacía más fuerte hasta que me dijo:
– ¡Detente por favor, que estoy a punto!
– Pues acaba, quiero sentir como tus líquidos mojan mis dedos – le dije yo.
No había terminado de decirle esto cuando volvió a morderme más fuerte y se empezó a convulsionar. Supe que había llegado su orgasmo pero yo todavía seguía excitado y al decírselo, me respondió:
– Quiero darte el mismo placer que me has proporcionado.
Diciendo esto empezó a desabrocharme el botón y a bajar el cierre de mi pantalón comenzando a acariciar mi pene, primero por encima de mi calzoncillo pero después pude sentir su mano al natural. Después me preguntó que si lo hacía bien y si me lastimaba.
– No te preocupes, lo haces bien, pero apriétalo más.
Para colmo de males empezó a pasar gente y nos detuvimos un rato hasta que ya no había nadie, pero ella me dijo que lo dejáramos.
– No seas así, mira que voy a tener un dolor en los testículos tremendo y si no lo haces tú, llegando a mi casa lo haré yo
– No, además ya es la hora en que empieza a pasar la gente y así tendrás más leche que yo, mañana, podré probar con más ansia – contestó.
Por la noche tuve un dolor tremendo de huevos y unas ganas enormes de masturbarme, pero me logré contener.
Al día siguiente, domingo, ella y yo planeamos estar juntos todo el día. Yo tenía la idea que nos íbamos a ir directamente a un hotel pero no fue así pues ella me citó cerca de su casa. Traté de llegar a la cita a la hora convenida pero para variar había un trafico de mil demonios y llegué 20 minutos tarde.

Al llegar ella ya me estaba esperando y estaba más hermosa de lo habitual, llevaba una falda corta y una blusa en la que con cualquier movimiento se veían como se movían sus gordas tetas. Yo, al verla así, me excité y le dije que por qué me había citado allí y ella me respondió que me tenía una sorpresa.
– ¿De que se trata la sorpresa? – pregunté.
– No seas impaciente, te va a gustar, eso tenlo por seguro.
Cogimos un taxi y nos dirigimos hacía donde habíamos estado el día anterior.
– ¿Te acuerdas de lo que pasó aquí? – preguntó.
– Perfectamente, por dos cosas.
– Yo nada más recuerdo una, el orgasmo tan tremendo que tuve.
– Eso y el dolor tan tremendo que he tenido en mis testículos toda la noche – confesé.
Diciendo eso empezamos a reírnos hasta que llegamos a donde no pasaba mucha gente y nos pareció ideal el lugar para hablar con más calma y ella me dijo:
– Voy a sacar algo que traigo en mi bolsa por este día tan especial.
Yo me quedé un poco sorprendido pues no celebrábamos nada en especial. Sacó una botella de vino y un refresco de un litro y unos vasos.
– ¡Vaya, que si venías preparada! – exclamé.
– Claro y más hoy pues no quiero que se nos olvide este día tan fácilmente.
Nos tomamos unas copas, empezamos a hablar y yo le dije que ese día se la notaba más cachonda que de costumbre pero cuando ella empezó a acariciarme, yo la detuve.
– ¿Por qué me detienes, acaso no te gusta? – me preguntó.
– Claro que me gusta pero no quiero quedarme como la vez pasada pues si ya tengo mi polla súper erecta, mira – dije y aprovechando un descuido de ella tomé su mano y la guié a mi verga.
– Yo estoy igual de excitada, ¿quieres verlo? – contestó mirándome como una gatita en celo.
– No hace falta, ya te creo y no es necesario que me lo demuestres.
– Pues compruébalo tu mismo – insistió.
Tomó mi mano y la guió a su entrepierna encontrándome con que estaba al natural pues me di cuenta que no llevaba bragas. Empecé a acariciar su clítoris pero ella me detuvo.
– Detente, porque esta vez eso no va a ser suficiente – dijo haciéndome pensar que todo iba a quedar ahí, pero mi sorpresa fue mayor cuando añadió – Esta vez quiero sentir tu polla dentro
Nos fuimos a caminar para buscar el lugar apropiado y en eso empezó a pasar gente. Nos desilusionamos pues pensamos que no íbamos a poder hacer nada pues la gente que pasaba era mucha pero para fortuna encontramos un camino algo solitario y como pudimos nos acomodamos allí recargados en un árbol. Ella de espaldas contra él y mientras me sacaba la polla, ella se levantó la falda, se abrió de piernas y dejó que le metiera la polla en el coño hasta los huevos.

Al principio nos costó algo de trabajo La penetración pero al fin lo logramos disfrutando de lo lindo por el morbo de estar follando al aire libre, pero de repente ella me dijo:
– Viene gente – yo me quise apartar de ella pero me abrazó añadiendo – No te separes, continua, estoy a punto.
Yo me empecé a excitar hasta el límite y le dije:
– No creo aguantar mucho.
– Hazlo yo te estoy esperando pues estoy lista listos para mojarte con mis fluidos.
– Si tanto quieres mi leche, aquí está.
Diciendo eso empecé a correrme de una manera brutal y ella también empezó a convulsionarse mordiéndome el pecho aunque había gente que nos estaba mirando.
Después estuvimos hablando de lo sucedido y me dijo que su orgasmo fue más intenso que el del día anterior y que lo había disfrutado mucho. Yo le dije que también lo disfrute y que ojalá lo volviéramos a repetir, a lo cual me contestó que lo iba a pensar.
Bueno amigos, esta es mi experiencia, espero que os haya excitado.