Relato erótico

Acabé obedeciendo

Charo
17 de septiembre del 2019

Todo empezó cuando se decidió y contrató los servicios de una prostituta. Cada vez se atrevía a pedirle más cosas hasta que un día lo pilló viendo una película de sadomasoquismo.

Raúl – Navarra

Esta es la historia de como fui convirtiéndome en el esclavo sexual de una prostituta. Soy un hombre de 39 años, me considero que no estoy mal y tengo un puesto de trabajo aceptable. Todo empezó a los seis meses de quedarme viudo, cuando decidí a llamar a uno de esos anuncios de contactos que aparecen en la prensa. La llamé y quede esa noche. Cuando llegó a casa me quedé prendado, era la típica chica rubia de ojos azules, con un tipo impresionante. Se llamaba Karen y me dijo que era del este pero que había emigrado por problemas económicos, pensando que aquí encontraría un trabajo digno y al no encontrarlo, se tuvo que dedicar a la prostitución. Tras una pequeña conversación le dije que quería que me la chupara y que después me la follaría. Sin más dilación, ella se agachó, me bajó la cremallera, sacó la polla y me la chupó.
Fue tan fantástico que me corrí al poco tiempo, y tras una pausa para recuperarme, me la follé, y así concluyó nuestro primer contacto. A los pocos días volví a requerir de sus servicios. Por otro lado yo empecé a visitar páginas eróticas en Internet. Allí descubrí el sexo anal y en nuestro cuarto encuentro le propuse darle por el culo. Ella acepto pero esta vez le tuve que pagar más, el doble de lo normal.
Me encantó ver como ponía su culo en pompa y me animaba a que se la metiera, yo pensaba que costaría más, pero mi polla se deslizó en su culo como si nada, se notaba que lo practicaba a menudo. Siguiendo mi peregrinaje por Internet, descubrí el sado y la sumisión, que yo trasladaba a Karen, y mi sorpresa era que ella aceptaba todo lo que yo le proponía, tras negociar el precio. En varias ocasiones le propuse que trajera alguna amiga, pues me encantaba ver follar a dos mujeres.
Siguiendo por mi periplo por Internet, descubrí una página de sumisión masculina, la cual me empezó a interesar. Tras varias semanas me decidí a pedir una cinta de vídeo en las que los hombres son humillados y sometidos por las mujeres. La primera vez que vi la película me impresionó, sobre todo al ver como mi pene mantenía la erección durante toda la película. Lo primero que hice al acabar la película, fue encargar otra y así hasta tener casi una docena. Los encuentros con Karen se prolongaban durante todo el fin de semana en el que ponía en practica mis más ocultos deseos. El fin de semana me costaba caro, por lo que solo la veía un fin de semana al mes, ya que el dinero no me daba para más. En uno de esos fines de semana, mientras yo dormía, ella encendió la tele y sin querer puso el vídeo en marcha y curiosamente estaba una de esas películas.
Cuando me desperté ella seguía viéndola y me preguntó si ese tipo de cosas me gustaban, yo traté de explicarle que la peli era de un amigo que me la había dejado, etc, estaba avergonzado, pero acabé reconociendo que si, que me gustaría ser el esclavo sexual y ser follado con uno de esos consoladores de cinturón que las mujeres se ponen para follarse unas a otras.

Ella me dijo que lo que más deseaba era tener a un hombre para humillarle sexualmente, para resarcirse de todas las humillaciones que había sufrido en su vida, así que me propuso si quería ser yo, me cobraría más barato. Tras unos segundos de duda acepté, así que quedamos para el siguiente fin de semana. Me pasé toda la semana pensando en el fin de semana, llego el viernes a la tarde y a la hora concertada, llamó a la puerta de casa y tras cruzar el umbral me dijo:
– ¡Al suelo y lame los zapatos de tu ama!
Me quedé sorprendido y ella me arreó un guantazo tras el cual me puse a cuatro patas y le lamí los zapatos. Mientras estaba lamiendo los zapatos me arrojó un tanga de cuero al suelo diciendo seguidamente:
– ¡Levántate, desnúdate y ponte este tanga!
Sin decir ni una palabra, me levanté, me desnudé y me coloqué el tanga. Como estaba empalmado, me quedaban los huevos y media polla fuera, por lo que ella se rió.
– Ya estás empalmado, ya veo que esto te gusta más de lo que pensaba, capullo.
En ese momento me mandó ponerme a cuatro patas, me colocó una correa de perro en el cuello y sacó un papel el cual era un contrato de sumisión durante un fin de semana. Ella me dijo que lo debía firmar ya que le pondría calentísima ver firmar a un hombre un contrato de sumisión, y sin pensarlo, lo firmé. En el momento que firmé me dijo que abriera la boca y me metió sus bragas.
– Quiero que saborees los jugos de las veces que me he corrido esta semana pensando en tu esclavitud.
Mientras tenía sus bragas en la boca, me dijo que esa noche estrenaría mi culo virgen y que no le importaría si me dolía, que me iba a follar como una bestia, como la follaron a ella por primera vez por el culo y seguidamente, me mostró el “pene” que iba a utilizar, me pareció impresionante. Al verlo le pedí por favor que no lo hiciera, que fuera más suave conmigo que yo me había portado siempre bien con ella. Me pegó un tortazo y me dijo que me jodiera, que a ella los hombres la habían tratado muy mal y que yo lo iba a pagar. Acto seguido abrió una bolsa de deporte que había dejado en el sofá del salón y me enseñó todos los juguetes que había traído.
– Me lo voy a pasar bomba contigo- dijo con una sonrisa malévola.
Tenía de todo, vibradores de todos los tamaños y colores, bolas chinas, máscaras, fustas, esposas…

Parecía que había visitado un sex-shop y había comprado de todo. Después de enseñarme todo, dio un tirón de la correa y me llevó a la habitación. Me hizo poner encima de la cama a cuatro patas, yo me quedé allí quieto mientras ella fue al salón a coger algo de la bolsa. Cuando llegó, vi que había cogido unas esposas, me las colocó en las muñecas y la otra parte en los tobillos, con lo que mi culo quedaba completamente a su disposición, en una posición muy humillante. En ese momento hizo un gesto de repulsión, me pidió una maquinilla de afeitar, pues quería dejar mi culo totalmente rasurado. Le dije que la tenía en el baño, ella fue a buscarme. También cogió espuma que me echó en el culo y empezó a depilarme. Cuando acabó con el culo, siguió con los huevos hasta dejarme sin ni un pelo. Seguidamente fue al salón y vino con una máscara. Antes de ponerla dijo:
– Te voy a poner esta máscara y me voy a ir al salón a ver la tele, quiero que mientras estés con ella pienses en lo que te voy hacer. Quiero que sepas que te follaré esta noche pero no te diré cuando, quiero sorprenderte y quiero que te torture la idea de no saber cuando, lo cual voy hacer de forma salvaje.
Acto seguido me colocó la máscara que no me permitía ver ni oír y se fue. Yo me quedé allí, sin poder quitarme de la cabeza el tamaño del consolador que había visto. Por una parte pensaba que no sería capaz de meterme eso, que simplemente era para aumentar el sentimiento de miedo en mí que ella trataba de potenciar para humillarme más si cabe. Así transcurrió un tiempo, no puedo precisar cuanto, hasta que sentí en mi culo algo frío que era aplicado por unas manos calientes, me estaba dando vaselina (me enteré después), pensé que había llegado el momento y me preparé para ser follado, pero no, el tiempo pasaba y allí no sucedía nada, era parte del juego, me follaría por sorpresa. Así debieron pasar varias horas y yo seguía con mis pensamientos tormentosos.
De repente sentí unas manos esta vez frías que me colocaron en el borde de la cama, y volví a pensar que era el momento, pero allí no sucedió nada. Yo ya no podía más, llevaba un par de horas empalmado y muerto de miedo pensando en el dolor que sentiría si me metía ese aparato en mi virgen culo. Así volvió a pasar un tiempo y de repente sentí un fustazo en mi culo seguido de otro y otro, hasta un total de 15 con lo que se me quedo el culo al rojo vivo, por no decir el dolor que sentía.
Al cabo de un tiempo sentí movimiento en la habitación, me cogieron de la máscara y sentí que algo se colocaba a la entrada de mi culo, el momento llegaba, y me invadió un sentimiento de pánico pero no había marcha atrás.

De repente sentí un empujón y como algo enorme me desgarraba mi culo, nunca había sentido un dolor tan fuerte. Al tiempo que el enorme pene de plástico entraba en mi virgen culo, me quitaron la máscara y lo que observé me resultó más espantoso que el dolor que sentía en mi culo.
Allí había dos chicas más aparte de Karen con una cámara de vídeo cada una grabando la cara de pavor y sufrimiento que estaba poniendo, intenté zafarme pero fue imposible. Karen hablo:
– Estate quieto si no quieres que sea peor, he traído a un par de amigas para que se diviertan contigo…
Karen siguió follándome durante un buen rato, yo apenas podía aguanta el dolor que me producía cada una de las embestidas. Mientras Karen me follaba una de las chicas (era de color) se desnudó y se tumbó en la cama delante de mí, se abrió de piernas y me dijo:
– ¡Chupa capullo!
Empecé a chuparle el coño, el cual lo tenía completamente depilado y eso me puso a mil y me volví a empalmar, ya que mi erección había remitido debido al dolor que había sentido en un primer momento al ser desvirgado. El dolor ya empezaba a remitir y las embestidas ya eran más suaves, supongo que por la acumulación de cansancio por parte de Karen. Era mi sueño, ser follado por el culo y comerle el coño a una tía, lo único que no me gustaba era que estaba siendo grabado en vídeo y a saber que intenciones tenían con ese material. Pero como no había más remedio, traté de no pensar en ello y disfrutar de la situación. Tras pegarle los primeros lametones, noté que estaba muy húmeda y que tenía gran cantidad de jugos. Carmen, que así se llamaba la chica de color, me dijo:
– Quiero que sepas que esta noche me han follado seis tíos y tú estás chupando mis jugos mezclados con el semen de estos tíos.
Eso me produjo una gran repulsión e intenté separar mi cabeza, pero ella cerró las piernas atrapándome la cabeza, con lo que no pude separarme. Entonces Karen me empezó a pegar fustazos como si fuese un caballo al que estaba montando, exigiendo que siguiera chupando. Así que no me quedó más remedio que seguir chupando.
Tras chuparle el coño durante unos minutos, se retiró y se colocó otro consolador de cintura, era el momento del relevo y así fue, Karen se retiró y Carmen me metió su aparato. Este era más grueso, pero no me hizo tanto daño pues ya tenía el culo destrozado y casi sin sensibilidad. Aunque sus embestidas eran impresionantes. Karen cogió la cámara y siguió filmando. La otra chica, Blanca, morenita y también muy buena, ya estaba desnuda y se coloco a cuatro patas encima de la cama, poniendo su culo en mi cara y diciendo:
– A mí me han follado cinco clientes por el culo hoy, así que chupa, que lo tengo un poco escocido.
Volví a intentar separarme pero Karen cogió mi cabeza y me obligó a chuparlo, fue algo asqueroso.

En ese momento estaba siendo follado por una negra y comiendo el culo a otra mujer. Cuando Carmen se cansó de encularme, tomó el relevo Blanca y Karen hizo que le comiera el coño primero y luego el culo. Y así es como fui enculado por las tres.
Pero la noche no había terminado, me metieron en el culo algo que llamaron tapón anal y me dejaron masturbarme, me corrí rapidísimo y me dieron un vasito para que echara mi leche en él, fue una corrida impresionante. Acto seguido me ataron en una silla y me obligaron a beber mi propio semen; yo me negué pero me agarraron la cabeza y me taparon la nariz, con lo que no tuve más remedio que abrir la boca, momento en el que aprovecharon para verter el contenido del vaso en mi boca.
– Cabrón, ahora vas a saber como sabe tu semen, eso que tanto os gusta ver a los hombres que hagamos nosotras, pues ahora ves lo humillante que es, ¡jódete!
Después me llevaron al salón y me hicieron ver lo que habían grabado. Al acabar de ver las más de dos horas de grabación Karen me dijo:
– A partir de ahora serás mi esclavo.
A partir de ese fin de semana mi vida cambió por completo. Ahora soy el esclavo de una grandísima puta.
Un beso de parte de mi Ama y otro mío.

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