Relato erótico
¡A tus órdenes!
No paraba de decirle a su mujer que le gustaría verla follar con otro. Ella se negaba, pero cansada ya de oírlo, le dijo que lo haría cuando a ella le pareciese bien y con quien ella escogiese.
Carmen – BILBAO
Todo comenzó, querida Charo, hace unos dos años cuando a mi marido, en nuestros juegos en la cama, se le empezó a meter en la cabeza que le encantaría verme con otro hombre. Yo, al principio, no le hacia caso pero tanta era su insistencia que incluso lograba calentarme pensando en ello y llegábamos a unos orgasmos increíbles. Luego él seguía insistiendo e insistiendo pero yo no me atrevía aunque tengo que reconocer que cada vez me atraía la más la propuesta.
Cuando estábamos de vacaciones, mi marido me propuso que saliéramos a dar una vuelta pero indicándome que me pusiera sexy, que quería lucirme. Entonces ese día yo me puse mi ropa interior muy excitante y encima una blusa y una falda corta que le gustaba a mi marido. Salimos a pasear y mi marido solo hacia que tocarme de vez en cuando aunque yo le decía que estuviera quieto. Al rato entramos en un bar, pedimos unas cervezas y él, muy juguetón, seguía tocándome por encima de la falda aunque a veces metía la mano directamente en las tetas o en el coño.
Poco a poco, me iba poniendo caliente y más pensando en que alguien nos podía ver. Además de tocarme él me seguía diciendo que yo era una cobarde y que lo pasaríamos muy bien si me dejaba aunque solo fuera acariciar por otro.
– Eso solo lo dices de boca y seguro que si en algún momento me decidiera te volverías atrás y me lo echarías en cara – le decía yo.
Él repetía que no, que era una cosa normal entre parejas que se quieren y que buscan nuevas sensaciones. Tanto me insistía mientras me seguía calentando, que al final le dije que lo intentaría pero donde y como yo quisiera. Se puso muy contento, me dijo que de acuerdo y me preguntó qué es lo que quería hacer.
Yo no sabía que decir y se me ocurrió que, mientras lo pensábamos y se hacía más tarde, podríamos ir al cine. Estuvo de acuerdo y fuimos a la sala que había más cerca, entramos con la película ya empezada y nos sentamos en una fila de las últimas, como solíamos hacer, pero al entrar en la fila para sentarme tropecé con alguien y me disculpe retrocediendo y sentándome en el asiento anterior. Mi marido se sentó al mi lado.
Viendo la película, seguía acariciándome y yo pensando como y cuando podría ponerle los cuernos al cabrón de mi marido, ya que insistía tanto. Esto me ponía cada vez más caliente y en un momento de la película miré hacia la persona que se sentaba a mi lado y observé que me miraba las piernas, supongo que porque notaría que mi marido me estaba acariciando. Desde ese instante me puse muy nerviosa y le miraba de vez en cuando para ver si seguía observándome.
Mi marido estaba más tranquilo mirando la película y en ese momento se me ocurrió que ¿por qué no podría ser ahora y con el muchacho que estaba a mi lado y ponerle los cuernos ahora que no se enteraba? Dicho y hecho, empecé a acercar mi pierna discretamente hacia la del muchacho. Inicialmente noté como la separaba, como si tuviera un resorte, pero al ver que yo insistía el muchacho pegó la suya a la mía y empezó a moverla un poco. Yo me incliné hacia mi marido como muy amorosa y le puse muy fácil al chico el que pudiera meterme mano.
Al principio no pasó nada y estaba muy nerviosa y excitada a la vez pero no me atrevía a ir más allá, pero de pronto, noté como unos dedos empezaban a acariciarme por encima de la tela de la falda. Solamente eso me puso súper excitada y me notaba muy mojada. Me removí en el asiento intentando facilitarle la labor y al poco tiempo noté como los dedos empezaban a acariciarme las piernas y subían hacia mis bragas, yo me abrí de piernas poniendo mis manos sobre la falda y ayudé al muchacho a que llegara a mis bragas-
De vez en cuando le miraba y le notaba muy nervioso y excitado, él me acariciaba por debajo de la falda. Estaba súper excitada, pasé disimuladamente mi mano sobre su mano y se la apreté sobre mi chocho muy fuerte e inmediatamente le puse mi mano en su polla, que noté durísima y muy gorda. No pudiendo aguantarme mas, le susurré al oído al muchacho que me siguiera cuando me levantara. En ese momento me giré a mi marido y le dije que iba a salir un momento y que me esperara.
– ¿Te pasa algo? – me preguntó.
– No, todo está bien, quédate tranquilo que te voy a complacer en lo que tanto deseas.
Salí a la sala de espera y esperé un momento hasta que vi que el muchacho salía y me miraba, entonces me dirigí a los aseos y él me siguió. Al llegar, le dije que esperara un momento y entré. No había nadie y volví a salir diciéndole que pasara. Nada más entrar el muchacho se abalanzó sobre mi y me empezó a besar y a sobar mientras entrábamos en un aseo donde, apresuradamente, me bajé las bragas y le desabroché el pantalón sacándole una verga dura y gorda que me puse a acariciar. El me había abierto la blusa y me estaba chupando las tetas hasta que me abrí de piernas y le pedí que me penetrara, cosa que hizo inmediatamente moviéndose rápidamente y haciéndome gozar como una cerda mientras él me decía:
-¿Querías esto…?. ¡Pues toma polla!
Yo pensaba en el cabrón de mi marido que ya tenía su ración de puta. No tardamos más de cinco minutos en llegar a un orgasmo bestial por mi parte y sintiéndome llena de leche del muchacho, el cual en cuanto descargó su semen en mi interior, salió de mi y dijo:
– Eres una tía muy caliente…
Me besó saliendo del aseo, yo me arreglé un poco y volví al interior del cine, donde estaba mi marido sentado y ya no estaba el muchacho. Aún chorreando, me senté a su lado y él, mirándome, me preguntó que me pasaba. Yo muy mimosa le besé y le dije:
– Nada, me encuentro muy bien y tú tenías razón en todo por lo que voy a contentarte igualmente en todo lo que quieras que haga.
El, aún sin salir de su asombro, me repetía que era lo que había pasado y yo, entonces, sin poder aguantarme más le dije:
– Pues que ya tienes un par de cuernos y te aseguro que, si realmente a ti te gusta esto, quiero ponerte muchos más.
Mi marido, besándome, me dijo que le encantaba verme así y que ya que yo lo había hecho cuando y donde yo había querido, que la próxima vez lo quería ver él, cosa que yo acepté.
El final de la noche fue excelente, con otro polvo interminable con mi marido y después hemos tenido otras experiencias, que en otra ocasión os contaré.
Besos, querida amiga.