Relato erótico
A la orilla del mar
Reconoce que no suele tener demasiado éxito con las mujeres, pero en esta ocasión fue diferente. Salía desde hacia unas semanas con un chica espectacular y mucho más joven que él. Lo que ocurrió, aun le sorprende ahora.
Eduardo – Mahón
Soy un tío bastante normalito, alto y corpulento con barriguita y no muy guapo, tampoco tengo una gran “herramienta” así que no es de extrañar que no tenga mucha experiencia en esto de follar.
Pero hace cosa de poco más de un mes, y después de quedar durante casi dos semanas con una chica, preciosa de cuerpo esbelto con unas piernas y un culito de locura mi sorpresa fue mayúscula cuando acepto a salir a tomar algo conmigo, la verdad que era mucho más joven que yo, de hecho le sacaba más de 15 años. Me llamo Eduardo y ella Maribel, no son nuestros nombres reales, pero la historia sí.
Quedamos en un lugar conocido por ambos. Me recogió con su coche y fuimos a comprar algo de bebida y luego me llevó a un alto sobre la playa, serian las once de la noche y el calor asfixiante de nuestra isla, el aire fresco de la brisa marina que se filtraba por las ventanas a medio bajar era sencillamente una caricia sobre nuestros calientes cuerpos, charlamos y tomamos copas escuchando música, había buena sintonía aunque la verdad no las tenía todas conmigo, demasiados fracasos en situaciones similares. Pero cuando se inclino para cambiar el CD, me lance y la bese en los labios, ella se estremeció y con un lento y sonoro gemido abrió la boca dejando paso franco a mi lengua.
Jugamos un buen rato con nuestra saliva y entonces ella me indicó que fuéramos atrás, empujamos los asientos hacia delante y casi sin darme cuenta, se lanzó encima de mi, mientras me besaba con desesperación, con ansia no reprimida, desabrochaba mi camisa azul dejando mi velloso pecho al descubierto.
Como una cría de pantera mordisqueo mis pezones, mientras frotaba su entrepierna con mi mas que duro miembro que parecía que iba a reventar el pantalón vaquero, le quite su blusa semitransparente y su sujetador negro dejando unos pequeños pechos, no muy grandes pero de aspecto imponente erguidos y tersos. Los lamí con ansia, hacía tiempo, mucho, que no tenía una mujer en mis brazos y quería recrearme en cada imagen, la luz estaba encendida y la música alta marcaba el ritmo de nuestros cuerpos, los pantalones desaparecieron de escena, ella chorreaba, denotando una excitación fuera de lo común, me miro a los ojos y de un lateral saco un preservativo que había colocado allí al pasarnos atrás, lo coloco y de forma directa se la metió hasta el fondo con un grito salvaje que aun hoy resuena en mis oídos. No había estrategia, era un mete y saca vigoroso y sin tregua, ella multiorgásmica, como me confesó, después, empezó a caer en un orgasmo tras otro mientras mordía chupaba y besaba mi cara, labios y cuello me pedía más fuerte y yo…..pues así lo hice.
Como dije soy muy corpulento y fuerte, siempre me contuve con mis anteriores compañeras y ahora me pedían más, no me contuve, libere mis fuerzas y follamos como poseídos por el oleaje que se oía cuando la música bajaba el volumen.
Mi primera eyaculación estalló como un torrente, pero no hubo mucho descanso pues unos minutos después me lanzaba a comer su depilado coñito como un poseso mientras mi polla volvía a coger tensión en el proceso, mientras chupaba con ansia su clítoris introduje primero dos de mis gruesos dedos en su coño y luego tres y con ellos la folle, hasta que de forma completamente sorprendente para mí y por primera vez note como un potente chorro de su coño salía y dejaba pringoso mi brazo y parte de mi pecho, era testigo de una eyaculación femenina y me volví loco. Me lancé sobre ella y la follé con autentico deseo no reprimido, entrando hasta el fondo con toda mi potencia, en un momento dado ella me dijo que me girara y dándose la vuelta se la introduce en el culo mientras su cara quedaba vuelta hacia el retrovisor y podía ver su rostro vicioso. Me corrí de nuevo abundantemente.
Estábamos agotados, nos tomamos otra copa y nos aseamos un poco con unas toallitas, casi no podía hablar, era demasiado bueno para ser verdad, no podía creer que me estuviera pasando, mas cuando estaba en estos pensamientos, sentí una lengua recorriendo mi polla, chupándola y poniéndola de nuevo en forma, eso era más de lo que podía pedir.
Mi miembro tardó algo en reaccionar pero lo hizo, cuando ella comprobó su consistencia, saltó sobre el clavándoselo con ganas, apretándolo con su chocho mientras nos besábamos locos de pasión, perdidos en un mar de sensaciones, fundidos mientras el aire de la brisa marina se juntaba a nosotros haciendo que el infierno fuera soportable, nos corrimos juntos, mientras ella extenuada gemía en mi boca y yo gruñía en la de ella.
El “combate” había durado casi tres horas el cuerpo lleno de arañazos y golpes, marcas y fluidos, fue el recordatorio de algo que merecerá que recuerde y ponga por primera vez en un escrito.
Salimos a estirarnos, ella salto sobre mí y se aferró con sus piernas a mi torso, nos besamos largamente y luego terminamos de vestirnos y nos fuimos.
Unos días después repetimos en una cama, pero eso ya es otra historia.
Un saludo para todos.