Noche de bodas

Estaban de viaje de novios y fueron a comer a una taberna. Buen jamón, buenas tapas y mucha bebida. Su recién estrenado marido estaba borracho y ella le dijo que se iba a la habitación del hotel y lo esperaba, para que cumpliera con sus deberes.

Virginia – Ciudad Real
Tengo 47 años y no voy a dar datos personales de lo que me ocurrió hace ahora 22 años estando de viaje de novios en un pueblo de Huelva, de camino para Portugal.
Llevábamos mi marido y yo dos días de viaje en coche y paramos para visitar unas cuevas durante la mañana y cogimos un pequeño Hostal que tenía restaurante y bar. Tras la visita comimos estupendamente y haciendo el calor de esas fechas de agosto las cañitas entraban estupendamente. Continuamos bebiendo algo más durante la tarde y nos fuimos a darnos una ducha y bajar a cenar al restaurante del Hostal y salir al día siguiente temprano.
Bajamos sobre las 9, 30 y degustamos ese buen jamón de jabugo de la zona y los buenos caldos. Seguimos con algunas copitas y salimos al bar sobre las 11 con intención de irnos a dormir. El dueño, un señor de unos 65 años ó más, nos invitó a una copa más en la barra pues mi marido le había dicho que estábamos de viaje de novios. Se acercaron tres hombres conocidos de él y entablaron conversación con nosotros. En una máquina de azar había dos chavales jugando.
Mi marido invitó a otra ronda y yo, que estaba cansada le dije que me subía a descansar, que no tardase que aún le quedaban de hacer los deberes, pues me había puesto bastante caliente en la ducha antes de la cena sin llegar al final.
Me escucharon decirle esto a mi marido ya que callaron todos en ese momento, y el dueño del bar dijo que hasta él cumpliría conmigo esa noche a pesar de su edad. Todos rieron la gracia, y mi marido me dijo que dejase la puerta de la habitación abierta para no molestarme, que me despertaría entre las sábanas.
Yo subí y me acosté desnuda esperándole que subiese y terminar lo que antes habíamos empezado.
Me dormí y desperté escuchando cómo se abría la puerta a oscuras, y le dije:
-Ya es hora, aún estoy caliente esperando la ración de tu polla cariño.

Se metió en la cama sin encender la luz y sin mediar palabra me comió el coño como nunca. Yo estaba a punto del orgasmo cuando se puso de rodillas y me penetró hasta adentro. Estaba muy efusivo y entraba y salía dentro de mí como una máquina. No tardó ni cinco minutos en correrse inundándome con su semen abundante y caliente. Yo contuve los gritos del orgasmo que me llegó y ladeé la cabeza a la izquierda, cuando noté que en la boca se me metía una polla grande, erecta y con líquidos pre seminal. Tenía una que acababa de correrse dentro de mí y otra en la boca. Estiré la mano a la mesilla y encendí la luz.
Allí, en la habitación estaban los tres hombres del bar, el dueño y los dos chavales, todos completamente desnudos y mirándome. Quise lanzar un grito y me taparon la boca. El que me había follado se salió de mí y ocupó otro su lugar. La polla del tercero estaba en mi boca de nuevo y fue el viejo el que pajeándose enfrente de mí con una polla gruesa, larga y ladeada de donde colgaban los testículos más grandes que he visto en mi vida. Me dijo que no me preocupara por mi marido, que le habían metido muy bebido en otra habitación y que no podía hacer los deberes y que ellos se iban a encargar de hacerlos con matrícula de honor.
Yo estaba asustada, pero a la vez excitada tras la corrida del primero de los visitantes y todos me tocaban el cuerpo. Me excité y no opuse resistencia alguna.
El segundo no tardó nada en correrse dentro de mí y ocupó su sitio el que me la había metido en la boca. Este sabía lo que se hacía y me hizo correr de placer mientras veía a los dos chavales cómo se la meneaban a mi lado. Uno de ellos me cogió la mano y me la puso en su no gruesa pero sí larga polla. Palpitaba de deseo y estaba roja para estallar. Fue cuando el tercero se vino también dentro de mí besándome con fuerza y casi ahogándome.
Me excité de nuevo y tuve un rápido orgasmo muy largo cuando el chaval que había masturbado, limpió mi coño lleno de semen con la sábana y me penetró hasta adentro. Sentir aquel chaval dentro de mí y sentir que lo excitaba tanto como para que se corriera dos veces seguidas dentro sin sacarla me puso como loca.
Luego le tocó al otro chaval, quien se corrió nada más metérmela, pero con una cantidad de semen que ni mi marido era capaz de hacerlo.
Tras salirse, se acercó el viejo y me dijo:
-Te había dicho que contigo cumpliría bien y te lo voy a demostrar. Me vas a cabalgar tú a mí.
Dicho esto se tumbó boca arriba en la cama y me ordenó que lo cabalgase. Yo actuaba por mecanismo, no quería pero no lo rechazaba. Estaba caliente como una perra y aquello era un panorama súper excitante con 6 pollas a mi disposición, que estaban recargándose para más batalla.

Me puse a horcajadas del viejo y me metí la polla hasta el fondo. Lo cabalgué sintiendo la cabeza de su miembro en lo más profundo de mí. Esta me quemaba dentro y yo no paraba de bombear. El me cogió con fuerza de las caderas y me dijo:
-Voy a correrme dentro de ti y espero que te acuerdes de esta sesión para siempre.
Me apretó fuerte y supe que se corría ya, notando un chorro caliente en mis entrañas que no paraba, y que se repetía una y otra vez. Mi orgasmo no tardó en llegar y me abrazó hacia él besándonos con pasión. Hasta ahora nadie me ha echado más leche dentro en un solo polvo.
Se levantó, me dio las gracias y salió de la habitación diciendo que el resto de la noche era para la juventud y él no podía follarme más por esa noche. Si me quedaba más, tal vez mañana…
Los otros cinco quedaron conmigo durante más de dos horas y me follaron de todas posturas. Cada uno se corrió al menos tres veces, estando inundada de semen la cama y no quiero deciros mi coño.
Sobre las seis de la mañana de fueron todos menos el chaval primero, que quiso acostarse a solas conmigo y follarme más intimo. Yo casi no podía más y él tuvo una fuerte corrida, que me produjo el último de los muchos orgasmos de esa noche.
A la mañana siguiente, le metí la bulla a mi marido por haberse equivocado de habitación por su borrachera y que estuve esperándole toda la noche. Él, se excusó y me dijo que no volvería a pasar.
Tras desayunar nos marchamos de ese Hostal, diciéndome el viejo al montar el en coche que esperaba que hubiese pasado una feliz noche de bodas.

Fue de momento feliz e infeliz al final, pues tras esa noche loca con todos ellos. Mi marido nunca se enteró y reconozco que a veces me pongo caliente pensando en aquellos tíos follándome.
Muchos besos de esta “infiel” por casualidad.