Relato erótico
Madura y hambrienta
Le ha echado el ojo a una madurita que va a su gimnasio. Cruzan miradas, se sonríen, pero nunca había pasado de aquí. Aquella noche salió de marcha con sus amigas y se la encontró en un pub con unas amigas. Fue el principio de una buena “amistad”,
Luís – Málaga
Lo primero presentarme soy un chico moreno, 170 de altura, pelo negro, 30 años, vamos normalito. Mi deseo es relatarles como conocí y logré follarme a la madurita que estaba más buena de mi gimnasio.
Ella se llamara en este relato Lisa, morena, culona y a sus 44 años después de dos partos iba al gimnasio para ponerse en forma y recuperar un poco su figura.
Una noche de copas con compañeros de trabajo me la encontré con un grupo de amigas en un pub, solo la conocía de vista pero en el gimnasio ya habíamos intercambiado más de una mirada intensa pero siempre la recogía su marido en moto. Pero esa noche estaba solita con las amigas y por lo animadas que estaban llevaban más de una copa.
Decidí acércame a ella cuando volvía del servicio en aquel pub no muy lleno de gente.
– Hola, ¿que tal? creo que te conozco del gimnasio.
– Si claro, cómo no recordarte con las miradas que me das.
– Es que eres la más guapa de todas las chicas del gimnasio.
– Claro eso se lo dirás a todas- respondió entre risas-.
Tras esta breve charla me presento a sus amigas, estaban de celebración de un cumpleaños. Yo les presente a mis amigos y continuamos la fiesta todos juntos, pero ella cada vez que podía venía a bailar conmigo y se acercaba un poco más de lo normal. Pedíamos las copas juntos y charlamos sobre muchos temas, entre ellos su matrimonio, además me dijo que vivíamos cerca puesto que algún día me había visto correr por el parque cercano mientras paseaba.
Al cambiar a otro pub mas lleno de gente y donde era más difícil mantener la unidad del grupo, aprovechó para llevarme bailando a una zona más oscura, donde cada vez nos pegamos más y yo le di un beso en el cuello y ella soltó un suspiro en mi oído.
– Me estas poniendo muy cachonda cabronazo y por lo que noto yo a ti también.
Sin esperármelo me agarro la polla que ya estaba dura de tanto roce, en ese momento llegaron sus amigas y dijeron que ya se marchaban y parte de mis compañeros también, ella rápidamente dijo que nosotros también que cogíamos un taxi para el barrio. En el taxi no paraba de tocarme y de decirme al oído lo grande que la tenía.
Una vez en el ascensor no paramos de comernos a besos y de tocarnos. Estaba claro que ella llevaba un calentón impresionante y más cuando, tras cerrar la puerta de mi piso, metí la mano en su falda y comprobé que su tanga estaba empapado. Entonces le dije:
-Estas caliente eh putita.
-Mucho respondió entre suspiros.
-Pues las buenas zorritas no pasan a la cama sin una buena mamada aquí así que ponte de rodillas.
Se arrodilló y sin pensárselo abrió mi bragueta. Mi polla saltó como un resorte sobre su cara pero ella rápidamente y sin manos se la metió en la boca. Me fue imposible no coger su cabeza cuando mirándome a los ojos me dijo:
-Que delicia de polla y que grandota.
Le agarré con fuerza de la cabeza y le follaba la boca.
De camino al dormitorio se fue quitando la ropa y que ricura de tetas tan grandotas con unos pezones que daba ganas de comerlos.
-Tranquila que el tanga ya decido yo cuando te lo quito.
-Lo que sea pero yo quiero esa polla dentro de mí. Estoy cachonda nada más de pensar en cómo me follas.
Tras eso me tumbó en la cama y se subió en mí clavándose toda mi polla despacio y sintiendo cada centímetro, una vez se la clavó, empezó a botar y a gemir.
-Si clávatela toda y disfruta seguro que tu marido no te folla así
-Si fóllame cabronazo, hazme sentir como nunca.
-¿Eres mi puta a que si?
-Siiiiiiiiiiiii, toda tu puta, que me bien me follas que dura, ahhhhhhhhhhh, vas a hacer que me corra.
-Si córrete
-Ya lo siento, me corro, siiiiiiii ohhhhhhhhhhhhh
Tras esa corrida tan intensa, la puse a cuatro patas frente al espejo, le quite el tanga que tenía empapado y me dispuse a follármela a cuatro patas. Empecé despacio y cuando mi polla iba por la mitad le dije:
-Vamos demuéstrame lo puta que eres y clávatela tu solita.
Ella respondió clavándosela toda de golpe y yo dándole unos pollazos terribles acompañados de varias cachetadas. Era una gozada ver la cara de zorra que ponía a cada pollazo.
-Me corro de nuevo cabrón.
La cogí del pelo para poder clavársela más adentro.
-Siiiiiiiiiii me corro me corro me corro…
La deje descansar un poco boca arriba. Luego fui para su cara y empecé a meter mi polla.
-Quiero correrme en tu cara.
-Nunca lo ha hecho mi marido.
-Mejor así demuestras que eres mi guarra particular.
Se la tragó hasta el fondo y empecé a follar su cara sin compasión.
-Quiero tu leche, quiero sentirla calentita.
Me corrí en su cara y en su boca la deje pringadísima con algunos restos en su cara y en sus tetas.
Cuando miro el reloj me dijo que se tenía que marchar pero que nos volveríamos a ver en el gimnasio.
Cuando nos encontramos, nadie nota nada, pero hay días, que me pasa una notita y me espera en la puerta de mi casa.
La muy zorra dice que desde que ha follado conmigo, los polvos de su marido no le gustan nada.
Un beso.