Follada campestre

Acostumbraban a pasar las Navidades en una finca que sus padres tenían en un pueblo cerca de la capital. La cuidaban varias personas y entre ellas, estaba Román. Era un mozo joven y muy cachas.

Tere – Córdoba
Me llamo Tere, tengo 24 años. Físicamente soy una mujer atractiva, mis tetas miden 105 y mi culo es bastante grande, redondo y duro. Mi primera vez fue a los 19 años. Desde esa vez no me han dejado de gustar las pollas, me gustan de todos tamaños y formas, pero lo que más me gusta es provocar a los hombres. Como soy la menor de tres mujeres, siempre fui la niña de los ojos de mis padres, para ellos soy la niña más tierna y linda de todas, pero en realidad soy un putón. Esto ocurrió durante las Navidades de hace tres años.
En este relato el protagonista se llama Román, debe tener unos 28 años, es algo 1,90 cm, y muy musculado por su trabajo. Es una de las personas que se encargas de cuidar la finca que tiene mi padre en el campo.
Todos los años vamos a la finca a pasar las Navidades y el fin de año. Aquella mañana me levante a la misma hora de siempre, me vestí y bajé a desayunar. En casa todos se despiertan temprano por eso ya estaba preparado el desayuno y la mesa estaba servida. Me sorprendió ver a un chico moreno y guapo, al que no conocía, desayunando con nosotros.
-Hija, siéntate en otro lugar -dijo mi madre al notar mi incomodidad, fingí una sonrisa y me senté al lado del joven moreno.
-¿Quién es él? -pregunté inquieta y nerviosa, ya que él me recordaba a Marcos, mi mejor amigo y amante de ocasión.
Cuando terminé, la última como siempre me abrigué y me dispuse para dar una vuelta con el caballo que teníamos en la finca. Fui a la cuadra para cepillarlo. Llevaba allí un rato y entró Román, agarró mi mano derecha, con la que estaba cepillando al caballo y me quitó el cepillo, sus manos grandes, fuertes y carrasposas me hicieron soltar un jadeo suave, entonces él me dijo:
-Sé que quieres tocarme. Se nota en tus ojos.
Sonreí, él tenía toda la razón -¿o me equivoco?
-No, no te equivocas. Y no solo quiero tocar.
Todo pasó rápidamente, me dio media vuelta con sus manos y puse mis manos en la baranda más cercana que vi. Sus manos empezaron a sobarme, no aguanté mucho, quería que me chupara, que me comiera el coño y que me metiera polla hasta el fondo. Eso no se hizo esperar mucho. Como no llevaba ropa interior, pronto sentí sus manos meterse entre mis piernas y empezar a acariciar mi rajita que ya estaba húmeda por el deseo de tenerlo adentro.
Me metió un dedo en el chocho y empezó a darme placer. Se arrodilló y empezó a pasar su lengua por mi ano, es algo que me gusta mucho. Aún estaba virgen del culo, pero me encantaba que me lo chuparan y lamieran. Dejé de sentir sus dedos y lengua en mis hoyitos, y luego escuché el sonido de una bragueta. Él me dio media vuelta haciéndome quedar frente a él, me tomó por los cabellos y me hizo arrodillar frente a su enorme polla morena, gruesa y deliciosa.

La agarré de la base con mis dos manitas y empecé a masturbarlo, luego con una mano agarré sus huevos y empecé a estrujarlos. No tardé mucho en meter la cabeza de su pollón en mi boca y empezar a lamer con ganas, la metía hasta sentirla en la garganta. Me encanta sentir las pollas en el fondo de mi garganta ya que con cada arcada siento como me bajan los fluidos y me mojo mucho más y fácilmente.
-Para, me voy a correr… -dijo-
-Es lo que quiero -le dije mientras él me cogía de los pelos para que me levantara.
Yo también quiero correrme, pero quiero disfrutar más.
Me dio la vuelta de nuevo y me apoyé con las manos en la baranda. Sentí la punta de su verga en la entrada de mi rajita, y de un solo golpe la metió hasta el fondo. Solté un grito desgarrador ya que nunca en mi vida había sentido una polla tan grande y gruesa en mi vida. Román me follaba con fuerza, y aún así yo quería que el cabrón me reventara aún más.
Román gruñía y jadeaba y yo como zorrita apretaba y aflojaba mi coño para notarla a tope.
Sacó la polla de mi coño para darme vuelta y sentarme en la baranda, bajó mi blusa un poco para sacar mis tetas y empezó a chuparlas y morder y succionar mis pezones hasta dejarlos duros como una piedra. Con sus manos abrió más mis piernas y hundió su cabeza en mi coño.
Agarré su cabello con mis manos y empecé a empujar su cabeza hacia mi chocho para que me no dejara de hacerlo.
Solté un grito cuando sentí el orgasmo apoderarse de mi cuerpo, solté mis jugos como si fuera una manguera, algunas personas le llaman squirting nunca me he avergonzado de eso y me gusta correrme de esa manera tan brutal.
Román metió su polla de nuevo en mi coño y no dejó de bombear duro y fuerte.
-Vamos dame duro, quiero más…

Román me follaba con fuerza, ya sentía el coño dolorido pero me encantaba, estaba súper mojada y su polla entraba fuerte y rápido. Cada vez estaba más cerca del orgasmo y fue algo brutal, el muy animal de Román no dejaba de follarme, cuando su polla se iba a salir para expulsar mis jugos, él me cogía fuerte de la cadera y me la metía más duro. Fue el mejor y más largo orgasmo que había tenido en mi vida, y fue algo maravilloso.
Román hizo que me arrodillara frente a él, abrí mi boca para recibir su lechita caliente. Noté su semen hirviendo y espeso, él me agarró la cabeza dejando su polla en mi garganta mientras terminaba de eyacular- traga puta, traga mi leche -embistió un par de veces y luego dejó de presionar mi cabeza contra su pelvis, sacó un poco su polla pero me dediqué a limpiarle un poco y terminar de tragar su leche.
-Has estado de maravilla, ¿donde aprendiste todo eso?
-Experiencia -dije en todo divertido.
-¿Crees que podremos repetir?
No le contesté, me largue ara mi casa y lo deje con cara de satisfacción.
Hoy en día tengo un novio, con él llevo ya dos años y medio. Somos muy liberales él sabe como soy yo y él es parecido a mí en ese aspecto de tener sexo esporádico, todo lo que he vivido con mi novio será otra historia.