Relato erótico

Pareja y algo más

Charo
25 de enero del 2020

A su mejor amiga la conoció en la universidad, salen juntas y se llevan muy bien. Tiene novio, pero muchas veces salen los tres de marcha. 

Olga – Santiago de Compostela

Mi nombre es Olga, soy una chica de 20 años, soy estudiante universitaria. Conocí a Silvia, una hermosa chica de mi edad, el primer año de carrera, nos hicimos muy amigas, a cualquier lado íbamos juntas. Nos confiábamos todos nuestros secretos por íntimos que fueran y no solo compartíamos nuestra amistad en la universidad, sino que los días vacacionales los pasábamos juntas; en ocasiones ella venía de vacaciones con mi familia y en otras iba yo con su familia. Pasar el fin de semana juntas en la casa de alguna de nosotras era de lo más común, todo ello con la complacencia de nuestros padres. Una noche, que estábamos pasando el fin de semana en mi casa y ya metidas en mi cama, Silvia me hablaba de su nuevo novio, Vicente, a decir verdad era guapísimo y me atraía irrefrenablemente, ella exaltaba sus virtudes y entre ellas, el buen miembro viril que tenía y que para entonces ya se lo había chupado hasta hacerlo derramar en su boca, me contaba detalladamente lo que hacían y todo ello nos ponía tan calientes que, como de costumbre, terminábamos por masturbarnos.

En esa época, había terminado mi relación con un chico, por lo tanto, la ausencia de pareja y de sexo, me hacía poner cachonda al menor comentario del tema y debía de recurrir a la masturbación, ya fuera con los dedos o con ayuda de un consolador. Muy a menudo, cuando Silvia salía con Vicente, iba con ellos, con la esperanza de conseguir algún chico guapo para hacerlo mi novio o en ocasiones Vicente traía algún amigo para hacer el cuarteto, pero ninguno había sido de mi agrado o yo el de ellos. Inevitablemente mi amiga y su novio se besaban delante de mí, despertando mi deseo carnal.

Aprovechando la enorme confianza que había entre nosotros, aquellos besos poco a poco iban subiendo de tono delante de mí, de ahí pasaron a las caricias eróticas sin importar mi presencia. Vicente le manoseaba el cuerpo a mi amiga sobre la ropa y cuando llevaba falda o vestido, metía su mano por su entrepierna, tocándole sus partes íntimas, ella mientras tanto le acariciaba la enorme verga, mostrándome sin recato la magnitud y el grosor de ésta, lo que me hacía poner caliente y aunque trataba de no mirar, mi vista no podía apartarse de ellos, despertando mi deseo sexual.

Hasta ahí todo estaba “normal”, pero un día que fuimos a un  bareto y ya de salida, con algunas copas de alcohol encima, mi amiga y su novio se pusieron cachondos en el coche, se manoseaban sin recato en mi presencia, Silvia tenía la minifalda en la cintura y las braguitas bajadas a mitad de los muslos, la blusa desabrochada y las tetas fuera del sujetador, Vicente le manoseaba el coño y le chupaba las tetas, mientras mi amiga le había sacado la verga de la bragueta del pantalón y le masturbaba, me la enseñaba en todo su esplendor, como queriendo decir que lo que me había contado de aquel suculento falo era verdad. Yo estaba hirviendo e internamente deseaba participar de aquel exquisito agasajo. Silvia pareció que me había leído el pensamiento y tomando mi mano, la llevó al cipote de Vicente. La verga de su novio era enorme, podíamos cogerla las dos al mismo tiempo. En principio me sentía entre avergonzada y tímida, pero poco a poco tomé confianza por la calentura que se había apoderado de mí. Pronto las manos de Vicente se extendieron a mis piernas para manosearme a mí también, ante la complacencia tanto de Silvia.

En un momento dado, Silvia me cogió por la nuca y me hizo inclinar, no lo pensé mucho, mi amiga me estaba dando la oportunidad de saborear la verga de su galán y no había por qué desaprovechar chupar esa delicia. Terminé por agacharme e introducir la cabeza de la verga en mi boca y chuparle. Mientras le mamaba sentí que mi minifalda se levantaba por las nalgas y una mano me acariciaba, en principio pensé que era Vicente, pero las caricias eran más tiernas, más suaves; vaya sorpresa, era Silvia quien me tocaba con amoroso cuidado mi trasero y haciendo a un lado mis braguitas, me hurgaba en la mojada vulva y en mi culito. Luego de un buen rato Vicente nos propuso mejor nos fuéramos a un lugar más seguro y propuso un motel que él conocía y estaba muy cerca de donde nos encontrábamos. Ambas aceptamos presas de la lujuria, durante el trayecto continuamos el manoseo mutuo entre los tres, sin meditar siquiera lo que estábamos haciendo. Llegamos al motel y nos instalamos en una habitación. Entre los tres nos besábamos en la boca de manera alternada mientras unos a otros nos despojábamos de la ropa, hasta que quedamos en ropa interior.

Nos fuimos a la cama donde Vicente se recostó y nosotras nos colocamos a sus costados, le bajamos el bóxer e iniciamos por frotarle conjuntamente el rabo, luego le dábamos besos en el glande para terminar mamándole alternadamente la verga de manera indecente. Hicimos una breve pausa solo para que Silvia me quitara las braguitas y yo a ella, yo continué mamándole la verga y lamiéndole los huevos a su novio y ella se montó sobre su rostro para que él le chupara la vulva y el culo y sus manos recorrieran lo que alcanzaban de su desnudo cuerpo. Minutos más tarde cambiamos de posición y ahora mi amiga le mamaba la verga y él chupaba mis “rinconcitos”, mientras masajeaba mis pechos. Silvia se montó en él, metiéndose la verga en la vagina y dándose múltiples sentones. Me instalé frente a ella poniendo mis nalgas en la cara de Vicente para que me siguiera mamando la raja y el culito. Mi amiga se apoderó de mis tetas y yo de las de ella, y entre jadeos y gemidos de placer, nuestros rostros se fueron acercando lentamente hasta que nuestros labios se rozaban, poco a poco fuimos abriendo la boca para fundirnos en un apasionado beso, compartiendo nuestras lenguas en el interior de nuestras bocas.

Era la primera vez que besaba a una mujer en la boca, era un beso diferente a cualquier otro que hubiese dado, a pesar del arrebato del momento era sublime, más tierno y cariñoso. Por un momento la presencia y caricias eróticas de Vicente desaparecieron de mi panorama para disfrutar en toda su excelencia el beso que mi querida amiga me regalaba en plena boca. Simplemente me encantó. Minutos más tarde cambiamos de pose, ahora Vicente me follaba a mí y chupaba a Silvia, así nos estuvimos alternando para sentir la boca y la verga de Vicente en nuestros “rinconcitos” más íntimos, hasta que nos llegó el orgasmo a ambas. Luego Vicente manifestó el deseo de eyacular, mi amiga tuvo la ocurrencia de que lo hiciera en nuestras bocas, así que juntamos nuestras mejillas y abrimos la boca, él eyaculó dentro, arrojando un chorro en cada una hasta terminar. El final fue maravilloso, Silvia y yo repetimos aquel adorable beso en la boca, pero ahora llenas de semen que compartíamos de boca en boca y nuestras lenguas jugueteaban entre ellas llenas del tibio esperma de su novio, para terminar tragando lo que había entre nuestros labios. Todo había terminado esa noche de extrema aventura y lujuria desenfrenada.

Todo había sido maravilloso, pero lo mejor sin duda habían sido los besos en la boca de mi amiga, pero en realidad era el principio de la más excitante experiencia que habría de tener. Me dejaron en mi casa ya entrada la madrugada. Los días siguientes, sábado y domingo, no vi a Silvia, solo hablamos por teléfono, tan solo mencionamos lo sucedido en lo genérico, sin nada detallado, quizá ambas teníamos alguna “cruda moral” de lo hecho la noche anterior. No me arrepentía de nada y, por el contrario, deseaba volver a besar a mi amiga. El lunes siguiente a primera hora recibí la llamada de Silvia diciéndome que pasaría con su coche a recogerme para ir a la uni. El corazón me dio un vuelco y enseguida mi vagina excretó jugo, el solo hecho de saber que la volvería a ver, me excitaba sobremanera. Unos minutos después sonó el claxon y salí abordando presurosa el vehículo. Mi amiga se veía radiante, hermosa. La falda que llevaba dejaba a la vista buena parte de sus muslos y ello me ponía cachonda. Nos saludamos de manera normal, besándonos en la mejilla, y dio marcha al coche, pero sorpresivamente se detuvo dos calles más adelante diciéndome:

– Ahora sí Olga, vamos a saludarnos como se debe.

Me tomó con ambas manos de las mejillas y acercó sus labios a los míos que enseguida se abrieron para corresponder al apasionado beso que Silvia me brindaba. Aquel beso se prolongó, intercambiando saliva y jugueteos de nuestras lenguas.

– Me encantaría quedarme así contigo todo el día

Me dijo acariciando suavemente mis manos y dándome pequeños y cariñosos besitos en los labios. No me fluían las palabras de la emoción que mi amiga me producía y solo atiné a decirle:

– Te adoro, me tienes fascinada Silvia.

Nuevamente nos fundimos en otro beso en la boca con lo que reiterábamos la atracción que había entre nosotras, y cogidas de la mano, seguimos el camino. Cuando llegamos, después de estacionar y antes de bajarnos, nos volvimos a besar en los labios. Mis braguitas estaban bien mojadas. Transcurrió la semana entre besuqueos con Silvia y cuando salíamos con Vicente, también a él lo besaba en la boca a la vista de mi amiga, quien lo aceptaba sin prejuicios.

Los besos entre el novio de mi amiga y yo no eran nada comparados con los que ellos se daban y las manoseadas que se prodigaban en mi presencia. Lo que recurrentemente me ponía bien caliente aun cuando trataba de disimularlo. Para el viernes le pedí a Silvia que se quedara a dormir en mi casa el fin de semana, ella aceptó. Fue lo más grandioso que se me hubiera podido ocurrir. Desde ese mismo día por la tarde ella se instaló en mi casa y en particular en mi habitación. Desde que Silvia acomodó su ropa en el armario para usar el fin de semana, nos trenzamos en un apasionado beso en los que compartimos la saliva y la lengua, nuestras manos recorrieron por primera vez mutuamente nuestros cuerpos estando a solas. Lo mejor llegó por la noche, cuando ya supuestamente era hora de dormir.

Todo empezó en el momento en que deberíamos de desnudarnos para ponernos la ropa de cama. Sentía la mirada de Silvia recorriendo mi cuerpo mientras me quitaba la blusa y la minifalda, lo mismo hacia yo cuando ella se quitó el pantalón y la camiseta. Podía sentir una agradable sensación en mi vulva a medida que mi amiga se despojaba lentamente de la ropa. Por fin quedamos en ropa interior. Su mirada recorría mi cuerpo y la mía el suyo, era evidente los deseos mutuos que afloraban de una por la otra. Sin pronunciar palabra, nos acercamos con lentitud fundiéndonos en un abrazo y nuestras bocas entreabiertas se juntaron en el beso más apasionado que jamás hubiera dado. En tanto nuestras lenguas se revolvían dentro de nuestras bocas, nuestras manos recorrían todo lo que estaba al alcance del cuerpo de la otra. Minutos más tarde Silvia besaba mis mejillas y despacio fue bajando a mi cuello, luego al pecho y bajándome los tirantes del sujetador, saco mis tetas para besármelas con suavidad y chupando con delicadeza mis pezones, sus manos estaban posesionadas de culo, frotando mis nalgas con toda la palma de las manos.

Yo permanecía inmóvil disfrutando las caricias más sensuales que jamás había sentido y solo la abrazaba por el cuello dejando que disfrutara de mi cuerpo y yo gozaba a plenitud sus caricias. Reaccioné y pasé mis manos a sus nalgas, prodigándole las mismas caricias que me daba. Con lentitud le fui bajando las diminutas braguitas para poder llenar mis manos con sus redondeadas nalgas, tan suaves y tersas que parecían de seda. Interrumpí las caricias en su trasero para proceder a desabrochar el sujetador y colmar de besos suaves sus hermosas tetas, pasando mi lengua por sus pezones. Aunque la situación era de lo más excitante, todo lo hacíamos con lentitud, con suavidad, disfrutando cada movimiento, cada caricia.

Entre cariños y besos ya estábamos totalmente desnudas, entregadas una a la otra. Silvia me recostó en la cama e inició a recorrer cada micra de mi cuerpo con sus labios, para luego separarme las piernas y lengüetear mi vulva y ano, besaba mi raja y metía su boca entre mis labios vaginales para chuparme el clítoris. Me estaba llevando al cielo en el placer más exquisito que hubiera podido imaginar. Aunque ya en muchas ocasiones mis novios me habían chupado la vulva, nada era comparable con la delicia que Silvia me estaba proporcionando.

Era inevitable, pronto me llevó al orgasmo más placentero de mi vida. Era mi turno, fui recíproca con mi amiga y besé la totalidad de su escultural cuerpo, sus nalgas, sus senos, la pelvis y su húmeda y suculenta vulva. A petición de ella metí dos dedos en su vagina para masturbarle. Me pidió que me pusiera en posición encontrada con ella para que me pudiera hacer lo mismo. Del dedeo pasamos nuevamente al sexo oral en la clásica posición de 69, comiéndonos mutuamente y con finura nuestro sexo. Pasaron algunos minutos y era imprescindible que frotáramos nuestras vulvas, para lo cual adoptamos la pose de tijeras, entrelazando nuestras piernas para friccionar nuestro sexo con el de la otra y así hasta llevarnos al éxtasis en un sensual orgasmo simultaneo.

Nos quedamos inmóviles por unos minutos y una vez recuperadas de aquel intenso y novedoso placer, nos metimos bajo las sábanas y abrazadas amorosamente, dormimos plácidamente hasta la mañana siguiente. Al levantarnos no hubo comentarios de lo sucedido por la noche, simplemente nos dimos los buenos días con un suave beso en la boca, nos metimos juntas en la bañera, entre besos y caricias, y así durante todo el día.

Nunca aclaramos cual era nuestra situación, pero nos comportábamos como si fuésemos novias en todo momento, cogidas de la mano y besándonos cada vez que podíamos. Por la tarde Vicente llamó por teléfono para visitar a Silvia. Mi amiga me advirtió que a partir de ese momento los tres seríamos novios, y que si Vicente no lo aceptaba, entonces lo dejaría. Eso me llenó de satisfacción, mi amiga me estaba prefiriendo antes que a su novio y me sentía la mujer más feliz del mundo. En efecto, en cuanto Vicente llegó a casa, Silvia le saludó con un  beso en la boca y enseguida me besó a mí de la misma forma, a continuación le dijo a su novio que me besara en los labios ya que a partir de ese momento los tres seríamos novios. Vicente sin inmutarse me besó y encantado de la vida aceptó ser novio de las dos.

Esa misma tarde salimos a pasear y Vicente nos atendía de la misma manera, nos besábamos entre los tres, nos manoseaba a las dos y así lo hacíamos entre nosotras y ambas a él. Al día siguiente nos llevó a un hotel y ahí nos folló a las dos, como la vez anterior, solo que ahora entre nosotras también disfrutábamos de nuestros cuerpos en tanto Vicente se daba vuelo metiéndonos la verga por todos lados a ambas.

Aquella extraña relación de trío se prolongó casi dos años, pero desgraciadamente descubrimos a Vicente en un acto de deslealtad con otra chica, lo que originó la rotura definitiva con él y que estrechó más el vínculo entre Silvia y yo.

No obstante, ambas conseguimos, cada cual por su lado, un novio, pero sin dejar de ser novias entre nosotras. Así hasta la fecha nos amamos hasta el infinito, pero nos gusta al mismo tiempo tener hombre que nos fornique.

Besos.

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