Casualidades encadenadas

Aunque no le gustaba ir de compras necesitaba ropa y fue a un centro comercial. Cuando buscó un probador, le dijeron que estaban de reformas y tenía que ir a la planta de ropa de mujer.

Joan – Gerona
Querida Charo, empezaré por la primera experiencia que me gustaría contarte, ya que cada vez, que pienso en ella me excito muchísimo y tengo que buscar placer, ya sea con mis manos o con alguna compañera que tenga en aquel momento las mismas ganas que yo de degustar nuestra sensualidad. Fue una experiencia que nunca pensé que llegaría a tener. De joven siempre me gustaba mirar, degustar el sexo a través de la mirada y posteriormente llegar a masturbarme con mucho placer.
Era un día de primavera, hacía mucho calor y al ver que tenía poca ropa en el armario, pensé ir a una gran superficie a comprarme algo y fui a una habitual pero, al llegar a la planta, me encontré que estaban en obras y que los probadores estaban en la planta superior. Cogí la camisa a probar y me dirigí a la planta en cuestión, subí por las escaleras y me encontré que no había nadie. Era una planta provisional y al final del pasillo vi unos indicadores de los probadores.
Abrí la puerta para probarme la camisa, y sorpresa, había una mujer aproximadamente de unos 40 años, que se quería probar un conjunto de lencería de color blanco nieve. Era muy sensual y erótica, de aquellos que pierdes el aliento y no sé que más… Le pedí disculpas por entrar pero ella me dijo que si quería probarme la camisa, tenía que hacerlo allí ya que los demás estaban cerrados.
– A mi no me molesta en absoluto -añadió sonriendo.
Asentí con la cabeza y empecé a mirarla de arriba a bajo. Era una mujer súper elegante, de piernas largas y esbeltas, llevaba una falda larga de color negro con escote en un lateral, que cuando se movía me enseñaba sus piernas y sus medias con su liga, de color negro. Fui observando centímetro a centímetro todo su cuerpo. Llevaba una blusa con un par de botones desabrochados y se le podían ver unos pechos muy grandes y hermosos, y debía de estar un poco excitada ya que se le marcaban los pezones por debajo de la camisa muy puntiagudos. A mi me encantan así de tersos.
Me comentó que quería probarse unas prendas, que tenía un compromiso y ya que yo estaba allí le gustaría saber mi opinión de cómo le quedaban tales prendas. Yo le dije que si quería que la ayudara a desvestirse, ya que había poco espacio y nos íbamos rozando nuestros cuerpos poco a poco. Yo no lo hacía a propósito, pero no había espacio para nada más.

La ayudé a quitarle la blusa y se quedó con un sujetador de encaje negro, muy erótico, y yo ya estaba empalmado con mi verga a punto de explotar. Ella estaba mirando el espejo, pegando su culo a mi cuerpo y así notó que yo estaba muy excitado. Entonces se pegó más a mi y le desabroché el sujetador, dejándolo caer al suelo, le rodeé las enormes tetas con mis manos por delante, tocándole los puntiagudos pezones, acariciándolos suavemente con las yemas de mis dedos mientras mi cara se pegaba un poco a su cuello y con mi lengua le hice un pequeños masajes. Más tarde me comentó ella que era muy sensual aquel masaje y así le vino el primer orgasmo de los cuatro que tuvo aquella tarde.
El tema seguía, se puso el sujetador que se quería comprar, era muy pequeñito y muy erótico ya que le subía mucho el pecho marcándoselo a tope. Yo le comenté que a la persona con la cual tenía el compromiso le gustaría muchísimo. Luego empezó a quitarse poco a poco la falda, pidiendo mi ayuda, ya que no podía y con mis manos rozando su culito, vi que llevaba unas braguitas con unas ligas. A mi me excita mucho la lencería femenina y mas con ligas. Aprovechando el corte que tenía en la falda, me arriesgué a poner mi mano tocando aquellas delgadas y sensuales piernas cubiertas con unas medias de seda negras, subiendo hasta llegar a su entrepierna y observando que llevaba las braguitas totalmente mojadas, tal como he comentado antes.
Le quité la falda y posteriormente le quité las braguitas, para ponerle las que quería probarse.
Yo seguía excitadísimo, ella lo sabía y disfrutaba pensando que yo estaba cachondo a tope, le gustaba ser mirada por alguien que le gustaba y disfrutaba con aquel espectáculo.
Se probó un tanga de color rojizo, casi no le tapaba nada, pero al llevar ligas no le quedaba muy bien, comentó el tema y me indicó que le sacara las ligas y las media, y así lo hice rozando con mis manos sus piernas mientras le iba sacando poco a poco las medias. Ella ya llevaba un rato gimiendo de placer y cuando le dije que nos oiría alguien y tendríamos problemas, ella comentó que no había nadie en la planta, así que seguimos con nuestros jueguecitos. Una vez sin medias y braguitas, estaba enseñándome su coñito, un poco rasurado pero muy húmedo, que estaba pidiendo a gritos que se lo comiera poco a poco, cosa que me hubiera gustado, pero ella no me dejó. Lo intenté pero me dijo que no era el momento aun.
Se puso otro tanga que quería probarse y le gustó más. Era de color azul playa y ella estaba buenísima, súper elegante, sexy y provocativa.
Cuando le dije que me iba, que no aguantaba más, me cogió del brazo y diciéndome que no me podía ir, me cogió la mano, se la puso en su entrepierna y me dijo:
– ¿Por qué no me secas esto que está tan húmedo?

Yo pensé en que más que secarla, la mojaría más pero le separé el tanga a un lado y con mi lengua comencé a abrirle los labios antes de meter mi lengua en su clítoris hinchado. Mientras le acariciaba el culo con mis manos.
Subí la lengua hasta sus pezones y empecé a chupárselos poco a poco, mientras, ella seguía gimiendo con cara de mucho de placer. Todo lo que hacíamos era siempre ella vestida con algo de lencería, nunca se quedó a pelo. Era más sensual y con más alta excitación verla así de esta manera. Al rato le di la vuelta, me pegué a ella ya que quería una penetración anal y como yo ya no podía más, la penetré por el culo hasta que me corrí un par de veces. Fue estupendo gimiendo los dos.
Pero pasó lo que no tenía que pasar. Una empleada abrió la puerta y viéndonos en tal situación, ella con su lencería y yo empalmado dentro de su culo en postura de penetración, nos dijo de todo, nos abroncó y nos invitó a irnos lo antes posible antes de llamar a seguridad.
Nos vestimos, nos dimos los teléfonos y quedamos en llamarnos y repetir la experiencia. La acompañe al parking hasta su coche, nos dimos un beso y nos despedimos. Cuando le dije al oído que alguien nos había seguido y que nos estaba observando, pensamos que había llegado la seguridad del centro comercial y que tendríamos problemas, pero no fue así, era la empleada y pensamos que le había gustado el espectáculo y nos seguía para ver si continuábamos con ello, escondida en una columna mirándonos de reojo.
Al final la llamamos, vino un poco asustada y al llegar a nuestro lado nos pidió disculpas por lo que nos había dicho y entonces mi nueva amiga me susurró al oído:
– ¿Qué te parece si la seducimos los dos al mismo tiempo?
– Vale – le contesté – la haremos nuestra pequeña esclava, dentro de ese parking.
La chica nos comentó que al abrir la puerta se excitó muchísimo, que le gustó el espectáculo y que si alguna vez lo repetíamos le gustaría participar.
– Pues si quieres – le dije – ese es el momento. ¿Te gusta mi compañera?
– ¡Sí, muchísimo! – exclamó.

Pero ahora tengo que despedirme de ti aunque te contaré el final de la experiencia en una nueva carta.
Besos de los tres.
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