Cambio de hábitos

Está casado y hasta ahora ha llevado una vida “normal”. Una vecina nueva llegó al bloque donde vivía y reconoce que lo tenía loco. Madura, rellenita y con un culo y unas tetazas enormes.

Jorge – Gerona
Hola Charo, lo que te voy a contar pasó este verano. Tengo 38 años y estoy casado desde hace diez años. Soy un tío normal, 1,70, 75 kilos, tengo buen carácter y soy un hombre muy apasionado.
Todo ocurrió cuando vi por vez primera a la nueva vecina. Se llama Montserrat. Debe tener unos 55 años, bajita, rellenita y con un culo y unas tetazas de infarto. Iba arreglada “de domingo”. Llevaba una falda negra ceñida, una blusa blanca, con medias y con unos tacones medianos. Su culo se movía provocativamente cuando andaba y me volvía loco solo de verlo de lejos.
Decidí planear una táctica para tirarle los tejos y ver cómo reaccionaba pero, me daba corte. Entonces decidí empezar a decirle cosas amables a lo que ella respondía con voz amable dándome las gracias.
Un día, después de varias semanas saludándola, decidí apretar un poco la situación, por lo que la saludé igual que los demás días pero, casi sin darme cuenta, me puso más cachondo de lo normal. Venía con una minifalda que mostraba hasta casi la mitad de sus rollizos muslos, unas sandalias de tacón de aguja y una blusa blanca que dejaba entrever un enorme sujetador negro. Yo me quedé embobado mirando esas tetazas y justo cuando nos cruzamos le dije lo de siempre:
– Buenos días vecina, ¿como estamos?
Ella respondió también como siempre, que muy bien, pero ese día fue un poco más lejos y le dice:
– ¡Vaya que si estás bien, no veas cómo lo íbamos a pasar tú y yo!
Ella no hizo ningún caso a mis palabras, o por lo menos eso me pareció pero a los dos días me llamaron al móvil y para mi sorpresa era ella y mi primera pregunta fue:
– ¿Quien te ha dado mi numero?
– Lo he anotado de tu furgoneta, pues lo llevas serigrafiado en las puertas, ¿o es que no te acuerdas?
– Sí, tienes razón ¿y qué es lo que quieres?
Me respondió que quería hablar conmigo, que fuera esa tarde a su casa a las cuatro. Se me hizo el día larguísimo hasta que por fin llegaron las cuatro y yo ya estaba plantado frente a la puerta de su casa tocando el timbre. Descolgó el interfono y me hizo subir. Llevaba una camiseta que le llegaba a las rodillas, pero se podía apreciar que no llevaba sujetador, y un fino tanga negro que se escondía entre sus nalgas.
Me invitó a café, yo me estaba poniendo muy nervioso y más cuando se sentó delante de mi en un sillón, cruzando las piernas a lo “Instinto básico”, y me estaba empalmando como un burro. Ella lo sabía pues me hizo levantar y mi short no alcanzaba a aguantar semejante empalmada. Me miró, se puso a reír y yo le pregunté de qué se reía y cogiéndome el paquete con una mano, me dio un morreo que noté su lengua rozar mi campanilla.

– Me pusiste muy cachonda el día que me dijiste que nos lo podíamos pasar muy bien los dos, pues mi marido me tiene bastante desatendida en el tema de la jodienda.
Se puso como una fiera en celo cuando la cogí del culo dándole otro morreo. En el acto ella empezó a sobarme la polla por encima del short y en cuestión de segundos estábamos los dos desnudos y ella de rodillas en el suelo mirando mi polla que apuntaba su boca y para mi asombro se la fue metiendo en la boca despacio y cuando estaba por la mitad empezó a hacerme una mamada bestial hasta que se la sacó y me dijo que ya estaba preparada, que mirase con atención y entonces me cogió la polla de nuevo y se la metió en la boca hasta que desapareció toda totalmente enterrada en ella.
Yo estaba flipando, nunca me habían hecho esto y así siguió un buen rato hasta que yo ya no pude aguantar más y le dije que me iba a correr pensando que se retiraría, pero no fue así sino que siguió con la mamada hasta que ya pude más, y me corrí en su boca. Ella entonces se retiró y me enseñó la corrida en su boca y luego, para mi asombro, cerró la boca y se lo tragó todo y luego me dijo:
– Ahora que ya has disfrutado tú, me toca a mí hacerlo.
Me vendó los ojos y me tumbó en la cama diciéndome que esperara un momento y que volvía enseguida. A los 5 minutos oí unos tacones acercarse a la habitación y cuando entró sentí como me cogía las manos y para mi sorpresa me puso unas esposas y aunque intenté resistirme fue en vano pues me arreó dos bofetones de cuidado y me ató por completo a la cama, acto seguido me quitó la venda y me quedé estupefacto pues llevaba puestas unas botas de cuero negro hasta las rodillas, un conjunto de sujetador y tanga, también de cuero. Por lo visto a la muy puta le molaba el sado. También llevaba una bolsa de plástico de la cual sacó una fusta y un cipote enorme y me dijo:
– No te irás de mi casa hasta que ese enorme cipote haya entrado en tu culo.
En el acto empezó a meterme un dedo en el ano y luego dos. Yo sentía un dolor horrible o más bien dicho un escozor y le dije que me hacía daño a lo que respondió dándome cuatro azotes en las nalgas y luego sacó un tubo de lubricante. Se untó la mano de lubricante y me fue poniendo primero un dedo, después hasta que, no sabía cuántos dedos tenía en el culo.
– Tienes toda mi mano bien metida en tu culo – me contestó.

Era curioso, pero ya no me dolía cuando de repente sacó su mano y agarro el enorme pollón para lubricarlo en toda su longitud y encaró la punta hacia mi culo y cuando noté el frío del látex me estremecí pero ella empezó a empujar con firmeza hasta que el capullo pasó mi esfínter, cosa que provocó un gran grito por mi parte por lo que ella me dio dos bofetones ordenándome que no gritara y siguió metiéndome aquello tan grande hasta que a ella le pareció bien. Luego, dejándomelo dentro, se sentó sobre mi polla clavándosela en el coño y empezó a cabalgarme hasta soltar unos gritos de placer con los que yo también me corrí y he de reconocer que jamás había tenido un orgasmo tan fuerte y duradero como aquel, con esa polla en mi culo.
Después me desató, me sacó el cipote, nos duchamos y me dijo que ya me volvería a llamar. La muy puta me ha hecho suyo y nos vemos un promedio de dos veces por semana y ahora dice que se ha encaprichado de mi mujer. No sé como acabara la cosa pero ya te lo contaré.
Saludos para todos.