Relato erótico
Ahora soy feliz
Se casó era feliz pero poco a poco el matrimonio se fue deteriorando. Se divorció y empezó a salir por las noches. Iba a locales de gente de su edad y allí conoció a una mujer que le cambió el concepto del sexo.
Adrián – Gijón
Cansado de una vida rutinaria y el encontrarme sin proyectos en común con mi pareja, comencé a notar un desgaste que poco a poco terminó en una ruptura definitiva. El propio matrimonio desgastó nuestras vidas, las emociones sexuales que vivíamos de jóvenes se esfumaron y el placer se basaba solo en cosas materiales y viajes exóticos, pero el erotismo y el sexo, dos cosas que me apasionaban a mi, ya no existían. Por eso decidimos separarnos y reanudar nuestras vidas con nuevas metas independientes.
Volví a salir por las noches como antes, cuando era joven, pero ahora era distinto, ya estaba bien económicamente y frecuentaba lugares para gente mayor donde no había el frenesí estúpido de la adolescencia, ahora era beber algo con alguien y si había ligue era cuestión de dirigirse a un hotel. El tener sexo otra vez con mujeres que no fuera mi esposa fue interesante, pero no tanto como el día que la conocí a ella.
Yo siempre busqué mujeres extremadamente bellas y que fueran de una vida hogareña pero como yo me había casado con una persona así y me di cuenta que no me hacía feliz, comencé a buscar algo diferente y eso fue lo que encontré, una chica de unos 25 años que tenía mucho más experiencia que yo a los 35.
No era la mujer más hermosa del mundo pero tenía unos atributos físicos muy interesantes y sabía realzarlos, como su gran culo que dejaba boquiabierto a todo hombre que se le cruzara. Era muy liberal y esa era la diferencia básica que tenía con mi ex mujer.
Se llamaba Susana y la conocí en un bar y destacaba porque bailaba con un grupo de amigos y con el tiempo me enteré que eran amigos de su ex novio. Siempre salía con hombres a todos lados, no era de tener amigas, se sentía mucho más cómoda con la compañía masculina.
Siempre me la quedaba observando y pensando como sería su vida, me intrigaba saber todo sobre ella, me resultaba una persona muy interesante, pero no podía encararla puesto que siempre estaba con alguno de sus amigos, a veces en grupo o con uno solo en situaciones muy íntimas. Yo siempre la observaba sentado en la barra tomando mi tradicional whisky hasta que un día ella se acercó a la barra y me pidió fuego para su cigarrillo. Fue una manera muy sutil de entablar una charla.
Estuvimos charlando toda la noche y realmente me sentí muy a gusto con su compañía. No era una mujer como las otras, eso se notaba en todo sentido, hablamos de sexo muy abiertamente y no se ruborizaba ante nada, ella sabía de esos temas y a mi eso me fascinó totalmente.
Esa noche comenzó entre nosotros una amistad muy particular, ya que no nos interesaba a ninguno de los dos entablar algo serio, yo venia de un fracaso matrimonial y ella de estar con su novio bastante tiempo. Teníamos relaciones sexuales y con el tiempo se vino a vivir a mi casa, en realidad a dormir a mi casa.
Salíamos juntos o muchas veces solos, a ella no le gustaba estar atada a nadie a si que salía con sus amigos cuando le placía. Nuestros encuentros sexuales eran perfectos, todo lo que no había logrado con mi esposa lo pude lograr con ella, todos los días hablábamos de sexo, era el tema principal, era mas importante que todo, había días que ni comíamos por hacer el amor. Todas mis fantasías fueron realizadas una por una por ella. Nada era imposible.
Un día, llegando del trabajo como siempre, ella me esperaba en la cama acompañada por otra chica a quien yo no conocía, pero entendí que quería darme el placer de compartirme en la misma cama. Fue hermoso ver a las dos besándose y luego comiéndome a besos. Estuvimos en la cama toda la noche, tanto así que al otro día no pude ni ir a trabajar, estaba destruido pero con una sonrisa, de oreja a oreja, que nadie me podía quitar. Susana sabia muy bien como darme placer y la amiga no se quedaba atrás.
También solíamos ir a la verdulería y comprar frutas y vegetales con formas fálicas que después usábamos en la cama. Los pepinos eran los preferidos de ella y no me tuvo que insistir mucho para que la penetrara con uno de ellos. Eso fue lo mejor de todo ya que este tenía un tamaño descomunal, pero con la ayuda de aceites logré metérselo hasta la mitad. Ella quedo fascinada con eso y lo repetíamos muchas veces. También solía ponerle un plátano pelado en el coño pero solo cuando estaba bien mojada y luego lo comíamos juntos y podíamos disfrutar de los jugos vaginales que quedaban adheridos al plátano.
Yo la sorprendí también y un par de veces contraté a un par de taxi-boys para que le hicieran el amor delante de mí. Eso me excitaba muchísimo, verla a ella disfrutando de dos machos. La imagen de el semen de ellos llenando su boca o verla hacer una doble penetración era muy excitante. Ella era muy feliz haciendo todo eso. Luego, cuando los muchachos se marchaban, ella me obligaba a besarle el coño para que yo sintiera el gusto a semen y a polla que le había quedado en sus partes íntimas. Me empujaba la cabeza dentro de su vagina como queriéndome meter dentro impidiéndome respirar bien y obligándome a tragar todo hasta dejarlo seco, cosa imposible porque ella se mojaba continuamente por el placer causado por mi.
Pero como dije en un comienzo, los dos éramos libres y al principio como era nueva la relación, vivíamos muy pegados, hasta que yo no pude mantener el ritmo sexual que ella quería, comenzaba a flaquear y ella quería más. Parecía que cuanto más sexo le daba aún quería más.
Comenzó a salir sola mas seguido y a volver tarde, aunque como éramos más amigos que amantes, ella me contaba todo lo que hacia, como harían dos grandes amigos. Un día llegó muy tarde a casa y me contó que se había encontrado con un ex novio y que él le confesó que tenía muchas ganas de tener relaciones con ella, que extrañaba horrores las maratones sexuales que tenían cuando estuvo junto a ella. Susana, inmediatamente, se sintió mojada por las palabras de su ex y se dirigieron a un buen hotel, donde se quedaron toda la noche haciendo todo tipo de posiciones sexuales.
El, por lo que ella, contaba tenía mucho aguante, puesto que lo hicieron muchas veces, provocándole una gran irritación vaginal. Me contó como él se corrió reiteradas veces dentro de su coño con chorros y chorros de semen y parecía que él hubiera estado guardándose todo eso para esa ocasión.
En un momento dado, ella se dirigió al baño del hotel y cuando caminaba veía como sus muslos se llenaba de semen de su amante, que se le escapaba de su coño. Esto a él lo excitó tanto que la tumbo en el suelo y comenzó a follarla allí mismo otra vez, claro que cada vez él tardó mucho más en acabar. Así estuvieron toda la noche y quedaron en verse muy pronto otra vez.
Sinceramente esa situación me provocó celos, que tuve que tragarme. Es que una cosa era follar con desconocidos y otra con un ex novio. Yo realmente me estaba enamorando de ella y quería que siguiese a mi lado para siempre. Había descubierto con ella una forma de relación hombre mujer única, sin reproches ni discusiones estúpidas, toda ocasión era buena para reírse y hacer lo que más nos gustaba: el amor.
Cuando le confesé mis celos, ella me contestó que también me quería mucho más de lo que yo imaginaba y por eso hacía muchas cosas para hacerme feliz, pero ella también deseaba ser feliz y la libertad plena era su principal felicidad. Me prometió que nadie iba a lograr separarnos pues no había conocido en la vida alguien tan comprensivo como yo. Eso a mi me impactó, me hizo quererla más y respetar aún más sus decisiones.
Susana, para alimentar mi morbo y mi confianza, siempre me contaba todo lo que hacía en sus aventuras sexuales e incluso un día me llamó al trabajo y dejó su móvil conectado para que yo pudiera sentir los gritos que le hacían lanzar sus amantes de ocasión. Eso en mi me provocaba una excitación tal que terminaba masturbándome en el baño de la oficina. Luego ella siempre volvía a casa o aparecía en mi oficina y me hacia oler en persona su coño irritado de tanto sexo o me besaba apasionadamente para que sintiese el gusto a semen que le quedaba en la boca. Yo realmente no buscaba tener ninguna otra relación pues ella era más que suficiente para mí.
Con el tiempo nuestra pareja fue afianzándose aún más al punto de casarnos, pero siempre mantuvimos hasta hoy en día esta relación, muy atípicas para muchos, pero muy placenteras para nosotros.
Besos de los dos.