Fui una buena alumna

Educación “tradicional” sexo solo con amor… así era nuestra amiga hasta que su marido le “enseñó” lo bueno que era el sexo sin tabús. Fue tan buena alumna que al final pusieron un contacto en Clima para conocer a otras parejas.

Elvira – MADRID
Me habían educado en las normas tradicionales, si bien no era una mojigata y había practicado el sexo sin estar casada, siempre lo había realizado con amor, es decir nunca había practicado el sexo por juego, por puro placer físico, para mí el sexo era algo que se practicaba sólo en pareja y era necesario estar enamorada del hombre con el que practicabas sexo.
Fue mi marido el que me inició en el sexo por puro placer, el que me enseñó a ver el sexo como un juego, como algo que se puede realizar sin sentir amor, sólo buscando el mero placer físico, el orgasmo y como una actividad placentera y agradable de la vida.
Con mi marido había llegado a practicar toda clase de sexo, bien por placer de los dos, como un juego de los dos o bien por puro placer mío, para disfrutar de los orgasmos que el sexo me daba. Siempre he sido una mujer de fácil orgasmo, nunca me ha costado llegar al orgasmo en cualquier relación sexual, al contrario siempre que he follado o me han follado he tenido varios orgasmos.
A aquella pareja la habíamos conocido al contestar ellos a un anuncio que habíamos puesto, mi marido y yo, en vuestra revista. Cuando abrimos la carta y vimos las fotos que nos habían mandado de los dos, nos gustaron inmediatamente, tanto los cuerpos que se veían en las fotos como la redacción de la carta en sí, en consecuencia les llamamos y quedamos con ellos en una cafetería no muy concurrida para conocernos y poder charlar tranquilamente.
Después de charlar un rato sobre los gustos sexuales de cada uno, en el que él nos comentaba que le producía mucho morbo pensar en ver a su mujer follando con otro, decidimos continuar la noche yendo primero a cenar y que luego ya veríamos. Al ir hacia el coche le pregunté a mi marido:
– ¿Te apetece hacer intercambio esta noche, te gustaría follártela y que yo me lo folle a él?
– Claro que sí, cariño. ¿Y a ti te apetece?
– Sí, son los dos muy atractivos, esta noche tengo ganas de juerga y me apetece mucho sentir su polla dentro de mí.
En el restaurante, al sentarnos, propuse que nos sentásemos cambiados. Cuando terminamos de pedir la cena y mientras charlamos, dirigí mi mano a la polla de Ricardo, ese era su nombre, le abrí la bragueta y se la saqué sin dejar de acariciarla. El dio un respingo, pero se dejó hacer encantado y entonces yo, dirigiéndome a Carmen, le expliqué lo que estaba haciendo y cómo la tiene y como se le va endureciendo.
Manuel, mi marido, entonces empieza a acariciar el coño a Carmen mientras le comenta a Ricardo lo suave que lo encuentra y como se va humedeciendo cada vez más, y describiendo las caricias que le hacía, la dijo:
– Ahora le estoy acariciando el pelo del pubis y noto como la gusta a Carmen, ahora le acaricio el clítoris y empieza a humedecerse el coño del placer que siente, ahora la acaricio la raja y me mojo el dedo con todos los jugos que está soltando.

Cuando nos trajeron la cena empezamos a comer y dejamos, de momento, nuestros juegos, pero seguimos hablando del morbo que nos había provocado la situación. Entre plato y plato seguimos con las caricias mutuas, unas veces Carmen a Manuel, otras yo a Ricardo o Ricardo a mí. Al terminar de cenar propuse que diésemos una vuelta con el coche por la carretera. En el coche nos sentamos Carmen, Ricardo y yo detrás, mientras mi marido conducía. Cuando salimos a la carretera, empecé a acariciar a Ricardo, diciéndole a Carmen que participase ella también. Mientras Carmen lo besaba en la boca, yo le bajé la cremallera del pantalón sacándole la polla y empezando a chupársela mientras me levantaba la falda y me acariciaba las nalgas. Notar su polla dura llenar toda mi boca al mismo tiempo que sentía mi nalgas desnudas y sus manos acariciándomelas, me excitó tanto que, dejando un momento su polla, me quité la blusa para acariciar mis pechos con sus muslos mientras, de nuevo, me inclinaba para mamársela pero cuando empecé a sentir que estaba cerca de correrse dejé de chupársela y la dije a Carmen:
– Vamos a desnudarlo entre las dos.
Cuando terminamos de desnudarlo, me terminé de desnudar y Carmen hizo lo mismo. Cuando estábamos los tres desnudos, Ricardo se puso de rodillas en el suelo del coche y empezó a chuparle el coño a Carmen, yo me senté en su espalda y comencé a acariciarle los pechos a Carmen mientras ella me los acariciaba a mí. Bajando la vista vi la lamida de Ricardo a Carmen, lo que me excitó sintiendo ganas de tener yo aquella lengua chupándome el coño y cuando Carmen se corrió, yo ya estaba con el coño empapado y ansioso por recibir una polla dentro.
Cuando Ricardo se sentó de nuevo, yo me senté encima de él metiéndome la polla hasta el fondo del coño y comenzando a bajar y subir sobre ella sintiendo toda su longitud recorrer mi coño. Me movía con movimientos lentos y profundos, llevando su polla justo hasta llegar casi a salir de mi coño, para volver a metérmela hasta el fondo y sentir su dureza en el fondo, y cuando noté que mi orgasmo estaba cerca, aceleré mis movimientos para que Ricardo llegase también, hasta que los dos explotamos. Sentir su semen salir a borbotones de su polla, golpeándome el fondo de mi coño, me produjo un placer especial.
Al recuperarnos de nuestro orgasmo, le propuse a Ricardo que se cambiase con mi marido y que fuese Manuel quien nos folle a las dos. Cuando Manuel pasó detrás con nosotras Carmen, demostrando que a pesar de no haber practicado nunca el intercambio, le había tomado gusto, empezó a desnudarle, ayudándola yo encantada, pues tengo que reconocer que a pesar de haberme follado a muchas pollas, la que me sigue produciendo más placer es la de mi marido, y solo pensar que me va a follar me vuelve a poner caliente y húmeda.

Al terminar de desnudarlo fue Carmen la que, tomándome la delantera, se sentó encima de mi marido clavándose la polla como poco antes me había clavado yo la de su marido, por lo que yo me dediqué a besar la boca de mi marido y a acariciarle mientras veía cómo desaparecía su polla en el coño de Carmen. Como mi calentura iba subiendo y la polla de mi marido estaba ocupada, le dije que se tumbara y me puse encima de su cara con las piernas abiertas a ambos lados ofreciéndole mi coño para que me lo chupara, y sintiendo la lengua de mi marido en mi raja, cuando, por sus suspiros y los de Carmen me di cuenta que están llegando al orgasmo, le dije:
– ¡Cariño, chúpame, chúpame más fuerte!
Lo que hizo, y me provocó el orgasmo. Luego nos vestimos los tres y en la vuelta charlamos sobre lo que hemos hecho y el morbo que nos había producido, pero acordamos irnos a casa de Carmen y Ricardo para continuar la juerga. Al llegar nos preparamos unas copas y acordamos jugar a La Gran Bacanal, un juego erótico que mi marido y yo siempre llevamos en el coche por lo que pueda surgir.
A la primera que la tocó despojarse de una prenda fue a Carmen y se quitó la blusa, quedándose en sujetador y falda, luego le tocó a mi marido contar una historia picante y contó lo que le haría a Carmen si estuvieran haciendo el amor los dos; luego le volvió a tocar a Carmen entregar una prenda y se quitó el sujetador, después le tocó a Ricardo besar la espalda a Carmen y a mí besarle en la boca. Más tarde tuve que entregar una prenda y me quité la falda quedándome en blusa y tanga. Llegados a este momento del juego mientras a uno le tocaba tirar y mover la ficha, los otros de vez en cuando se hacían alguna caricia en las partes del cuerpo que estaban desnudas. Cuando le tocó a mi marido quitarse una prenda, se quitó los pantalones, después me tocó a mi hacer un baile sexy, puse la canción de “Nueve semanas y media” y bailé haciendo posturas provocativas, abriéndome la blusa y pasándoles los pechos y las nalgas a Ricardo y a mi marido muy cerca de sus caras; posteriormente les toca a Carmen y a mi marido realizar el acto sexual en la postura de ella a cuatro patas y él detrás, mientras lo realizan, Ricardo me acaricia las nalgas y yo le beso en la boca; más tarde Carmen se quita la falda y yo la camisa, luego le toca a mi marido realizar el acto sexual conmigo en la postura de los dos de pie con una pierna mía por encima de su cadera mientras lo realizamos, Carmen le acaricia las nalgas y Ricardo a mí las mías, en ese momento dejamos de jugar, nos vamos al dormitorio y empiezo a mamársela a Ricardo y Carmen a mi marido, sintiendo un morbo enorme la ver la polla de mi marido entrar y salir de la boca de otra mujer mientras siento la polla de otro hombre entrar y salir de la mía, pensando en el momento en que la polla que siento en mi boca penetre mi coño haciéndome sentir muy dentro su dureza y su fuerza, los cuatro nos ponemos juntos, Manuel se aparta de la boca de Carmen y la tumbándola la clava su polla mientras me acaricia mis pechos, yo entonces le pido a Ricardo que me la meta hasta el fondo, ¡qué placer me provoca sentir una polla dentro de mí y unas manos acariciándome los pechos!. No puedo aguantar más de placer y le grité a Ricardo gritándole:

– ¡Fóllame con todas tus fuerzas, métemela hasta el fondo, me encanta sentir tus huevos golpeándome el culo mientras me follas!
Después de corrernos Ricardo y yo, contemplamos el orgasmo de Carmen y Manuel, lo que nos produjo a los dos un tremendo morbo.
Así terminó aquella noche en que enseñamos a Carmen y Ricardo el placer sexual que se siente practicando el intercambio entre parejas y el morbo que da ver a tu pareja follar con otro.
Besos.