Limpieza general

Está soltero, vive solo y digamos que su casa no es un ejemplo de hogar organizado. Su hermano y su cuñada fueron a comer y ella se ofreció a echarle una mano para arreglar la leonera. Le dijo que no hacía falta, pero ella insistió y al día siguiente se presentó en su casa.

Jesús – Zaragoza
Nunca me creí capaz de contar esto que me sucedió, pero leyendo los relatos de esta página me he animado esperando contar con la experiencia o el consejo de alguna lectora o lector de esta pagina. Somos dos hermanos, mi hermano, digamos que se llama Matías, y yo. Es cuatro años mas joven que yo y cumplirá pronto los 46. Está casado con Pilar, 5 años más joven que él. Yo estoy soltero y no tengo mucha vida social.
Un domingo vinieron mi hermano y su mujer a comer a casa y la verdad la casa estaba bastante desastrada. Durante la comida salió la conversación de como estaba la casa y de la necesidad de darle un repaso y Pilar se ofreció a ayudarme, bueno más que a ayudarme a darle un vuelco y ponerla en orden. Yo le dije que no se molestara que cuando diesen las vacaciones en la universidad ya lo hiciera yo pero ella insistió.
Al cabo de un par de semanas ella me llamó para venir al día siguiente, después de decirle que no se molestara quedó en que vendría sobre las 10. Estaba preparando ya los exámenes de junio en el despacho cuando llamaron a la puerta, abrí y era Pilar. No sé si es una belleza pero a mi me parece una mujer muy atractiva y venía con un vestido rojo de primavera, corto, bastante por encima de las rodillas, y escotado. La verdad es que sus gordas tetas siempre me llamaron la atención. Me debí quedar como un pasmarote, porque después de saludarla me tuvo que decir si no la iba a dejar pasar. Me disculpé, diciendo que estaba con la cabeza en los exámenes, a la vez que la invité a pasar. Cuando la seguía por el pasillo me di cuenta de que tenía un culo precioso que aquel vestido se lo marcaba perfectamente. Le ofrecí un café y le dije:
– Bueno, tú dirás por donde empezamos.
Ella dijo que no, que siguiera con mi trabajo, que ella iría haciendo y ya me llamaría si me necesitaba.
Al cabo de un buen rato me llamó, estaba limpiando los armarios de la cocina y se había puesto una camiseta que apenas le tapaba las nalgas, Me pidió que fuese cogiendo las cazuelas y platos que me iba dando y cuando se estiraba para llegar a la parte arriba dejaba completamente al aire su culazo cubierto levemente con unas braguitas negras muy pequeñas y que se le metían entre las nalgas. Pero lo peor era que cuando se volvía se le notaba el vello del pubis bajo ellas. Yo sentía vergüenza al mirarla pero no podía evitarlo y ella parecía no darse cuenta. Pronto me di cuenta de lo excitado que estaba y me miré para ver si se notaba bajo mi pantalón pero en ese momento oí la voz de Pilar que me decía:

– Venga, Jorge, estate atento que se nos caerán los platos – creo que en ese momento me puse rojo de vergüenza al pensar que me había pillado pero siguió diciendo – y deja de pensar en la historia y en los dichosos exámenes.
No sé si lo dijo para disimular pero seguido me pidió que la agarrase para que no se cayera al coger las cosas de arriba. La agarré por las piernas, a la altura de los muslos, y al estirarse para llegar a la parte arriba dejó su culo al aire, mi cara casi metido en él y veía el vello salir de debajo de sus braguitas metidas entre su raja. Estaba apuradísimo, no podía soltarla, mi excitación no se podía disimular bajo mi pantalón, ella cogiendo cosas y cambiándolas de sitio movía su culo rozándolo constantemente delante mi cara. Luego me pidió que la ayudara a bajar de encima del mostrador, al hacerlo la camiseta se le recogió y con mis manos agarrándola por sus nalgas y la camiseta recogida casi en su cintura.
Nos quedamos pegados uno enfrente del otro unos segundos sin decir nada y seguro que podía sentir el bulto de mi excitación bajo el pantalón. Yo estaba como inmovilizado y no quitaba mis manos de sus nalgas, sentía su culo duro y mi polla latir contra su vientre. Ella también permanecía inmóvil con sus manos apoyadas en mis hombros como las había puesto para bajar. La situación era violenta pero yo era incapaz de separarme, hasta que Pilar muy bajito dijo:
– Quizás debería haberme puesto otra ropa, lo siento.
Yo no era capaz de reaccionar ni a sus palabras, y balbuceé:
– ¿Por qué?
Bajando su mano desde mí hombro lenta muy lentamente, recorriendo mi pecho y mi vientre, la puso con la palma abierta sobre mi polla y dijo:
– Por esto.
Fue en ese momento que reaccioné y fui a quitar mis manos de sus nalgas, a la vez que me disculpaba cuando su otra mano la puso sobre la mía apretándola contra su culo y dijo:
– No, espera, ha sido culpa mía.
Entonces comenzó un suave masajeo, con la palma abierta de su mano, sobre mi polla presa bajo el pantalón.
– Debí darme cuenta que estás muy solo – continuó.
Estaba que no sabía que hacer, por un lado avergonzado de la situación con la mujer de mi hermano y por otra excitadísimo. Fui a quitar la mano que libre tenía en su culo pero ella me dijo:
– Déjala, si te gusta déjala.
Entonces comenzó a bajarme la cremallera de mi pantalón, yo apretaba mis manos contra su culo y masajeaba excitadísimo sus nalgas. Soltándome el botón sacó mi polla de su encierro. Fui a decir algo pero ella me hizo callar y comenzó un suave sube y baja por el mástil de mi polla a punto de reventar. Ella seguía muy suave subiendo y bajando, mientras yo amasaba sus nalgas, caliente como no lo había estado nunca.

Ella, de vez en cuando, pasaba mi glande por sus braguitas sintiendo la suavidad de aquellas y miraba de reojo mi polla como controlando el momento en que iba a estallar. Pensé que no quería perderse ese momento y yo seguía también su mirada viendo mi polla masturbada por mi cuñada.
Al seguir con mi mirada la suya advertí que se había quitado el sujetador para trabajar y sus tetas magnificas, duras, gordas, tiesas y sus pezones se marcaban en la camiseta, mostrándose duros y grandes. Muchas veces había pensado que era una mujer hermosa pero jamás había mirado aquellas tetas como en esos momentos. Yo metí bajo sus bragas mis dedos recorriendo entre sus nalgas toda la raja intentando llegar hasta sus labios que deseaba sentir, saber si ella estaba excitada como yo. Pero hizo un gesto con su culo impidiendo llegar a ellos y diciéndome:
– Para, solo tú – a la vez que aceleraba los movimientos masturbándome más rápido y seguro sintiendo que me iba a correr en un momento.
Sentía que iba a reventar y tenía un placer inmenso, empezando a jadear cuando ella aceleró aún más sus subidas y bajadas mientras, apartándose un poco, vigilaba mi polla:
– ¡Córrete, córrete, disfruta! – me decía.
Al oír esto, no pude remediar el correrme, empezó a brotar de mi polla la leche como un manantial, la leche guardada para un momento que nunca hubiese soñado. Ella mientras, miraba como escupía borbotones y borbotones de leche y dirigía mi polla hacia su vientre, hacia sus braguitas. Sin poder evitarlo, sin pensar, me apreté a Pilar y la besé en la boca, mientras ella seguía agarrada a mi polla que poco a poco se iba tranquilizando notando su mano escurrir la leche que quedaba en ella. La abracé con más fuerza, besándola más ardientemente y ella estaba quieta, no me correspondía, pero tampoco se apartaba.
Intenté de nuevo llegar con mis dedos hasta sus labios y poder sentir como estaba. Pero ella de nuevo, moviendo su culo, me lo impidió a la vez que me decía:
– Tranquilo, ahora relájate, disfruta, es mejor, debí ser más recatada y tú lo necesitabas, dejémoslo así. Prepárate una copa y ponme otra a mi mientras me limpio un poco que vaya lo que tenías ahí, si llego así y me ve tu hermano… – continuó mientras riéndose se miraba los chorretones sobre su vientre y las manchas blancas sobre sus braguitas y enseñándome que hasta la camiseta estaba manchada – Vengo en un momento, prepara esas copas – dijo saliendo con la camiseta recogida en la cintura y dejándome ver de nuevo su magnifico culo con sus braguitas metidas entre las nalgas.

Yo estaba de nuevo caliente pero estaba muy confuso la deseaba de nuevo pero pensé en mi hermano y me fui a preparar las copas. Las preparé e iba para el salón cuando oí la respiración entrecortada de mi cuñada y no pude remediarlo y sin apenas pensarlo, me fui al baño de donde salían los jadeos. Estaba la puerta entreabierta, miré y vi a Pilar desnuda, con los ojos cerrados, y que con sus dedos metidos en su vagina se estaba masturbando. Veía sus enormes y preciosas tetas balancearse con su movimiento, sus pezones grandes sonrosados y duros que parecían reventar y sus dedos que recorrían sus labios, abriéndoselos para dejar al descubierto su clítoris que acariciaba con otro dedo.
Entré sin pensarlo, se sobresaltó, me acerqué a ella que, sin dejarse de tocar, me dijo casi suplicando:
– Déjame, por favor.
Yo le empecé a acariciar, a sobar aquellas maravillosas tetas, mientras ella seguía moviendo los dedos como si fuesen una polla, golpeando con la palma su vagina, tocándose una y otra vez su clítoris. La besé y esta vez me correspondió. Fui a bajarme los pantalones pero me pidió por favor que no lo hiciese por mi hermano dijo.
– Déjalo así – repetía.
Yo, mientras ella seguía masturbándose, seguí acariciando sus pechos, besándoselos, mamando de ellos, besándole la boca y ella respondía a los besos, hasta que convulsionando empezó a correrse dando pequeños gritos. Sin sacar ella los dedos de entre los labios de su vagina nos besamos abrazados, hasta que fue relajándose.
– Bueno, nos hemos ayudado los dos, así debe quedar y olvidarlo, ¿vale? – me dijo y salió de baño vistiéndose rápidamente y casi sin despedirse se marchó.
En el baño estaban sus braguitas, húmedas por dentro y por fuera. Se había marchado sin ellas y aún las conservo tal cual, oliéndolas y recordado aquel día.
Han pasado varios meses, nos hemos encontrado varias veces en su casa, en la mía, en cumpleaños, en muchos sitios y aparentemente como si nada hubiese ocurrido. Pero para mi nada es igual. Ahora miro a mi cuñada como una mujer a la que deseo, con la que con su pensamiento me masturbo muchos días, pensando en aquel día en como me tocaba, en sus tetas duras, grandes, en su culo en fin que sueño día y noche en podérmela follar.
Estoy confundido, no se lo he podido contar a nadie, a nadie me atrevo a pedir consejo, no sé que debería hacer, yo sé que la deseo, pero no sé interpretar aquella reacción de ella, no tengo amigas a quien poder consultar. Desearía acostarme con ella, pero no sé si debo y lo que más me confunde es ella que pensara si ella también lo desearía.
Un saludo