Relato erótico
¡Vaya cambiazo!
Se encontró a una antigua amiga que hacía mucho tiempo que no veía. Se saludaron y ella le invitó a tomar una cerveza en su casa. Siempre le había gustado, pero no se imaginaba lo que ocurrió aquella tarde.
Javier – LA RIOJA
Estaba haciendo ejercicio, un poco de carrera continúa cuando vi aparecer por una callejuela a una chica con la que hacía como tres años que no veía. Se había cambiado de pueblo y no habíamos coincidido más aunque yo siempre había deseado tener con ella más que palabras, en resumen, follármela era una de mis fantasías.
Paula, que así se llama ella, cuando me vio se paró para saludarme y cuando llevábamos hablando como diez minutos, ella me invitó a tomar algo a su casa. Yo me excusé diciendo que no estaba presentable, pero ella me dijo que no importaba. Al final acepté, fuimos a la casa de la chica y subimos en el ascensor.
Cuando la vi de espaldas, no me pude contener, me acerqué cogiéndola por las caderas y apretando mi abdomen contra su culo, la besé en el cuello muy suavemente dándole un ligero mordisquito. Pensé que ella se resistiría y después de soltarla me metería un sopapo, pero no. Se giró y sin decir nada me correspondió al beso besándome en los labios con un beso muy suave pero que se fue volviendo apasionado.
Pasó la lengua dibujando mis labios y fui abriendo la boca y con mi lengua jugué con la de ella. Así llegamos a la planta del piso. Besándonos abrió la casa que, como me había dicho ella, estaba vacía porque sus padres estaban de viaje.
Yo le pregunté si podía ir al baño y ella me indicó donde estaba. Fui, me bajé la cremallera y sacándome la polla, que ya estaba morcillona, hice verdaderos esfuerzos para que se relajase y poder orinar. Mientras lo estaba haciendo y por sorpresa, apareció Paula que me besó en la nuca mientras deslizaba una mano por mi pecho bajando hasta cogerme la polla con la mano y meneármela hasta conseguir que se pusiera dura como el hierro. La chica, entonces, se sentó entonces delante de mí bajándose las braguitas y la falda y abriendo las piernas completamente con la ropa en los tobillos comenzó a orinar mientras me volvía a coger el miembro y le daba pequeños besos antes de ir introduciéndoselo en la boca.
Lo que no sabíamos es que la mujer del piso de al lado nos había visto por la mirilla de la puerta. Ella y su marido le habían propuesto unos días antes, follar con ella y su esposo cuando les apeteciera, pero mi amiga les había prometido pensárselo y la verdad es que la excitaba enormemente no solo joder con ellos sino entregarse como si de una sumisa esclava sexual se tratase ya que sabía que eso era lo que a ellos les gustaba pues una vez les había reparado el ordenador y había visto que chats frecuentaban y qué páginas visitaban.
Paula después de comerme la polla durante un rato y sobarme los huevos lentamente, me había llevado a la cama de sus padres que era la más grande y desnudándome me tumbó boca arriba. Ella se separó y poniendo una música sensual se fue desnudando hasta quedar completamente desnuda.
Era rubia, de estatura sobre 1,75, ojos marrones, boca perfecta de labios sensuales y sonrisa de anuncio. Unos pechos que desafiaban la ley de la gravedad con unos pezones color café claro de aureola de tamaño medio, culo redondo y duro y pubis en el que solo se veía una pequeña tira de vello rubio.
Luego se fue sentando en la cama hasta llegar con su coño a rozar mi polla después de taparme los ojos y atarme las manos. Entonces ella encendió el ordenador y la webcam conectándola para que sus vecinos, a los que agregó en su MSN, pudieran verla. Ellos, que pensaban que lo que les había dicho ella de que se lo tenía que pensar era o por miedo o por quedar bien, pero que les iba a decir que no, estaban alucinados cuando la vieron dándome la espalda, colocándose en cuclillas y restregándose sobre mi polla hasta clavársela toda y comenzar a cabalgarme. Lo estaba follando primero en cuclillas pero luego, como si de una amazona se tratase, giró su cuerpo para quedar mirándome y liberarme de las ataduras y hacer que pudiera ver como yo era follado por ella.
Paula se echaba hacia atrás mientras apretaba sus muslos sobre mi polla al tiempo que ella se corría en un largo y dulce orgasmo que le provocaba suaves convulsiones que apretaban la verga y hacían que yo, que estaba agarrado a sus pechos comiéndoselos, estuviera a punto del orgasmo. Entonces ella se levantó y poniendo la polla a la altura de la boca, me masturbó hasta que yo eyaculé en su cara. Paula me sugirió que me fuera a lavar y cuando yo salí de la habitación, ella escribió en el MSN:
– Soy vuestra esclava, pero me tenéis que tomar ahora.
La pareja del piso de al lado no necesitaron más indicación. Se presentaron rápidamente pues además tenían llave. En ese momento yo había vuelto a la habitación, me había tumbado en la cama de nuevo y Paula, que estaba insaciable, se había montado otra vez sobre mí y me estaba follando. Yo, cuando vi aparecer a los vecinos completamente desnudos, ni me inmuté de lo caliente que estaba.
Rosa, que se llamaba la mujer, se sentó sobre mi boca mirando a Paula y fundiéndose en un suave y delicado beso con ella. Se morreaban y yo, entretanto, la sujetaba de los muslos lamiéndolos y luego acercaba la lengua al coño de la vecina. Juan entre tanto se había acercado por detrás y había separado las nalgas de Paula, dándole suaves lametones en el agujerito del ano, en círculos a veces y luego abriéndole las nalgas intentando penetrarla con ella.
Al rato Juan se puso de rodillas y le fue acariciando los pechos amasándolos mientras su mujer besaba a la chica y yo seguía follándole el coño. En esto, el vecino, con dos dedos, le penetró el ano mientras con la otra mano le masturbaba el clítoris que a su vez era rozado por la polla del otro amante, o sea la mía. Paula estaba mojadísima y no paraba de morrearse con Rosa.
Juan cogió su polla, que estaba muy dura, y la situó a la entrada del ano de Paula que, al sentirla, intentaba penetrarse sola y ensartarse en semejante barra de carne tiesa. El hombre fue abriéndose paso dentro de ella con mucha ligereza pero con decisión mientras la decía al oído:
– Eres una zorra y mi mujer y yo te vamos a tratar así, como una verdadera zorra.
Paula, al oír estas palabras, se calentó más todavía y comenzó a cabalgarme con tanta fuerza que mi verga a veces se salía de dentro de ella para luego ensartarla de nuevo hasta que los dos hombres eyaculamos dentro de ella, yo en su coño y Juan en su culo.
Cuando Paula se levantó, casi no la sostenían las piernas por la cabalgada, y el semen se caía por sus muslos. Rosa la cogió, la puso en el borde de la cama y la limpió los dos agujeros después de ella haberse corrido sobre mi boca. Paula, a su vez, nos limpió las dos pollas dejándolas relucientes.
Como premio, Rosa la colocó un collar de cuero y oro blanco en el que habían escrito “Rosa”. Parecía el collar de una perra que, al fin y al cabo, era lo que ella ya era y para lo que se había entregado.
Saludos Charo, a ti y a todos los lectores.