Relato erótico

Un viaje que lo cambió todo

Charo
22 de abril del 2019

Acompañó a su mujer a la estación de tren, ya que se iba para cuidar a una hermana. Cuando llegó a su barrio la vio. Era una amiga de los dos, más joven y muy liberal. Se saludaron hablaron y, aún no sabe por qué, se lanzó.

Antonio – Barcelona
Había llevado a mi mujer a la estación del AVE, marchaba a Madrid para estar unos días con su hermana, la tenían que operar. Mi cuñada enviudó a los 45 años y desde entonces ha tenido muchos “pretendientes” como dice ella, “follamigos” como digo yo, no se trataba de un asunto serio o de otra forma también yo habría ido, que ahora a los 52 años, desde que me prejubilaron hace dos dispongo de mucho tiempo libre.
Al llegar al barrio la vi venir de frente y paré junto a la acera, al verme se acercó sonriente al coche.
Es una criatura preciosa, tiene 38 años y un cuerpo de infarto, pero siempre tuvo muy mala suerte con los hombres, elegía cada vez uno peor al anterior, hacía varios años que nos conocíamos y se lleva muy bien tanto conmigo como con mi mujer, habían sido muchas las horas que habíamos pasado juntos los tres, ella contándonos sus cuitas y nosotros aconsejándola lo mejor posible, hacía tiempo que yo insistía en que se rodeara de un pequeño grupo de follamigos y que desechara la idea de encontrar a una pareja estable, con la convicción de que entre alguno de ellos podía saltar la chispa pero sin agobiarse por ello, ya que era su ansia por una pareja lo que la hacía precipitarse y rodearse de tipos del todo indeseables para lo que ella pretendía.
Cuando estaba llegando, me preguntó si estaba solo y con un gesto le indique que así era. Al llegar a mi lado, nos besamos en la mejilla como siempre, pero en esta ocasión permití que sus duros pezones chocaran con mi pecho, le resumí en pocas palabras el por qué estaba solo y que así seria al menos una semana, entonces le pregunté.
-¿Qué es lo que harías ante una duda, lo correcto o intentarías aquello que te apeteciera?
Con su jovialidad acostumbrada respondió:
-Intentaría lo que me apeteciera, y cargaría con las consecuencias si no resulta como esperaba.
Nos subimos al coche para llevarla a casa, ya que somos vecinos y antes, la morree metiéndole la lengua hasta el fondo.
-Disculpa, esto hacía mucho tiempo que deseaba hacerlo, pero el sentido común me lo impedía. -le dije-
Con cara de falso enfado respondió:
-¿No pretenderás dejarme así? Tienes que hacer algo, no puedes salirte por la tangente.
En ese momento, comprendí que también ella en alguna ocasión había fantaseado con algo así, era del todo imposible que en solo unos instantes estuviera tan dispuesta a entregarse, es cierto que había sido un acto impulsivo e irreflexivo por mi parte, pero su actitud estaba clara, su mirada seguía siendo de cordero degollado y aproveche para preguntarle.
¿Piensas comportarte como yo crea conveniente?
Y con un semblante de inocencia, me respondió.
-Así será mientras lo desees, y te aseguro que en este acto me convierto en tu esclava sexual.
Y continuó diciendo, que tan solo tenía que probarla y como pequeña muestra servía lo que había sucedido hacia un momento, a todo esto permanecíamos abrazados y apoyados en mi coche, por fortuna las pocas personas que pasaban lo hacían por la otra acera, ya que había obras en la que estábamos.

Abrí la puerta trasera del coche y la hice entrar después de bajar la ventanilla, abrí la bragueta y me acodé sobre el techo del coche, ella saco la polla y comenzó a lamerla todo lo que la posición permitía, cuando se la metió en la boca y comenzó a enroscar su lengua en ella vi que realmente era mía, entonces me retiré y le dije que se pusiera el cinturón.
Lo hizo en silencio y así llegamos a mi casa, abrí la puerta del parquing y al llegar a mi plaza me aseguré que no había nadie más por allí, nos encaminamos al ascensor y pulsé mi planta y también dos más arriba, la vecina del rellano había marchado hacia unos días a un balneario con algunas amigas mayores que yo. Entramos en mi casa, María permaneció de pie y en silencio junto a la puerta, entonces le pregunté si le sucedía algo.
-No, solo que espero que me digas que he de hacer, desde este momento y hasta que lo decidas te obedeceré en todo, y al decir todo me refiero a todo aquello que se te ocurra.
No tienes por qué cumplir ninguno de los clichés o estereotipos del Amo como lo pintan en esas páginas y foros, tan solo has de decirme que esperas de mí y lo haré ahora o cuando me lo digas.
Cuando se apartó de mí un poco, fue para que su vestido cayera al suelo y entonces cubierta solo con un tanga, pues milagrosamente se había despojado también del sujetador, tiró de mi, camino de la habitación, allí me desnudó con parsimonia y dejando claro que estaba disfrutando, lo primero que hizo fue arrodillarse en el suelo y tras engullir la polla coloco mis manos en su cabeza, y con una mirada suplicante me invitó a que le follara la boca.
Cuando le solté una buena ración de lefa, pareció satisfecha y al levantarse tuvimos un corto dialogo.
Después de eso, todo lo demás fue espectacular, me sorprendí rememorando cosas que hacía tiempo habíamos descartado, ya que mi mujer es un tanto tradicional en el sexo, y la quiero tanto que nunca la obligue a cumplir ninguna de las cosas que le sugerí, y no accedió a probar algunas cosas siquiera o repetir otras en algunos casos, por el contrario con María todo era mucho más fácil, parecía que conociera mis gustos.
Al día siguiente tuve que viajar a Madrid, para ver a mi cuñada, estuve un par de días y volví a casa ya que mi mujer se quedaba unos días más para cuidarla.
Desde el AVE llame a María que vino a recogerme a la estación, estaba radiante como siempre y a mí se me habían ido los remordimientos en el corto trayecto, le había dado tiempo de comprar cena, y después de tomar unos pocos bocados nos dedicamos a nuestro pasatiempos preferido. Durante unos días todo fue una fiesta, pues la esperaba a la salida del trabajo y no íbamos a cenar a algunos de los pequeños y discretos restaurantes que se pueden encontrar en una gran ciudad, pero todo llega a su fin o eso pensamos cuando mi mujer anunció que regresaba.

El día que la fui a recoger a la estación me pareció algo estupendo, pues si bien lo de María había sido “el sueño hecho realidad” ella era mi realidad y lo tenía muy claro, también había quedado claro desde el principio con María, que no trató en ningún momento de hacerme cambiar de parecer, en el camino a casa Ángela me explicó muchas cosas respecto a la buena actitud y evolución de su hermana, como muchas anécdotas vividas con parientes y amigos.
En previsión de que alguien la hubiera visto entrar o salir, o que apareciera alguna prenda olvidada, le conté que María me había ayudado con la limpieza de la casa y que había guisado alguna vez para los dos también, algo que agradeció y me dijo que ya la compensaría de alguna forma.
Salí a la calle a por el periódico y de paso a llamar a María, quien al oír mi voz se la notaba contenta, le dije de encontrarnos y me propuso que fuera a su casa, desde allí llame a la mía y le dije a Ángela que había encontrado a Lucas, un ex compañero que siempre le cayó mal, si le apetecía venir a comer con nosotros y amablemente declino la invitación.
Cuando llegamos María y yo a mi casa comentando que la había encontrado de camino, Ángela se deshizo en agradecimientos por haberme ayudado en su ausencia, charlaron un rato mientras ojeaba el periódico “con muy poco interés por cierto” y mi mujer la invitó a cenar, después tomamos una copa y como era tarde me dijo que la acompañara a su casa, no fuera que tuviera algún percance por el camino.
En el coche María preguntó.
¿Crees que sospecha algo sobre nosotros?
-Ni lo sé ni me importa fue mi respuesta.
Llegamos frente a su casa y estuve mirándola hasta que abrió la portería y se despidió con la mano, de regreso a mi casa Ángela había recogido todo y se disponía a acostarse, seguíamos durmiendo “juntos pero no revueltos”.
Esa noche nos acostamos como muchas otras pero ya nunca más tuvimos sexo, había algunos días que pasaba fuera de casa, alquile una casita en el campo a la que iba con María y en ella descubrimos un mundo del todo diferente.
Ahora, después de cuatro años y de tantas cosas vividas juntos, me ha dicho que Carlos un antiguo novio que se casó con otra, se ha divorciado sin tener hijos y que le ha pedido vivir juntos, cuando le he dicho que nada me complacería más, su respuesta ha sido de lo más inesperado.
-No se trata de eso, te estoy pidiendo permiso para estar con él. Ya le he hablado de ti y he dejado muy claro que no pienso dejarte bajo ningún concepto, ni siquiera esos 14 años de diferencia de edad son un problema para mí y él ha aceptado sin condiciones, tan solo te pregunto por si tú me lo permites. En caso contrario acatare tu decisión como hasta ahora, y por favor no se te ocurra pensar solo en mi porque eso si me dolería y mucho.
Le dije que no veía más que un inconveniente, si quería que todo funcionara como hasta el momento, debía asegurarme que el tal Carlos no era promiscuo y en ese caso podía seguir adelante.

Y así seguimos, ella vivía con su pareja y yo con la mía, pero María y yo nos veíamos dos o tres veces por semana.
Creo que mi mujer lo sabe, pero como no quiere sexo, hace la vista gorda y deja que yo tenga mi vida sexual a parte.
Saludos.

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