Todo queda en familia

Un buen día, llamo su a tío y les contó a toda la familia que había conocido en Paris a una chica y que estaban saliendo juntos. Les dijo que próximamente les visitaría. Tenía ganar de ver como seria la francesita y desde luego se sorprendo gratamente.

Martín – Bilbao
Amiga Charo, mi nombre es Martín, tengo 20 años, soy moreno, alto, peso unos 80 kilos, estudio derecho en Bilbao y la historia que os voy a contar ocurrió hace apenas unos meses.
En mi familia siempre ha habido muy buenas relaciones, mi padre es hijo único y mi madre tiene dos hermanas y un hermano más joven que ella. Hace cosa de dos años mi tío se fue a trabajar fuera del país, rodando por Europa sin rumbo fijo y viajando de un sitio a otro hasta que aterrizó en París. En una de sus múltiples llamadas a mi casa nos confesó que se había enamorado de una chica de una ciudad cercana y que pronto volverían a España ya que ella tenía ganas de conocer a la familia, por lo que buscaría billete para junio y vendrían a visitarnos.
A principios del mes mi tío volvió a llamar diciendo que vendrían de visita en una semana. Mi madre estaba entusiasmada y como vivimos en un chalet bastante grande a las afueras y mi tío no tiene casa aquí, pensó que podrían quedarse en nuestra casa. Fue una semana de preparativos, supongo que para causar buena impresión, pero si soy sincero a mi no me atraía la idea de compartir mi casa con nadie, no por egoísmo, sino porque aunque mi tío tiene 35 años siempre me ha tratado como a un niño pequeño, y sospechaba que esta vez pasaría lo mismo.
El caso es que el día en que llegaban, mi madre me obligó a ponerme elegante y a arreglar el jardín para cenar fuera. Una hora antes de lo previsto llamaron a la puerta y fui a abrir, avisando a mi familia. Todos nos quedamos de piedra cuando aquella chica entró por la puerta. Era alta, rubia, de ojos azules ligeramente rasgados, unos labios rosados, delgada, con un top ajustado blanco que marcaban unos pechos perfectos, un piercing en el ombligo y unos pantalones vaqueros justos que marcaban su espléndido trasero. Hasta mi padre quedó hipnotizado.
La chica se llamaba Nicole y justo cuando todos pensábamos que no podría decir ni una palabra, comenzó a hablar un perfecto castellano aunque con un acento un poco marcado, y ante nuestra sorpresa mi tío explicó que su padre era de Madrid y que Nicole sabía hablar perfectamente. Después de la cena y tras tomar un rato el fresco hablando animadamente, nos fuimos cada uno a dormir.

Estaba en mi habitación escuchando música, se abrió la puerta y apareció Nicole la cual, al verme, se sorprendió y me pidió perdón, diciéndome que como arriba no hay baño, bajó las escaleras y este era el primer baño que había, pues a mi baño se puede entrar desde mi habitación y también por una puerta que hay en el pasillo enfrente de las escaleras. Le comenté que podía usarlo si quería, que mañana recogería todo y que lo compartiríamos. Se sentó a mi lado y charlamos un buen rato, resultó que tan solo tenía 27 años y que había estudiado derecho, que es lo que estudio yo. Hablamos de más coincidencias y se fue a dormir, yo hice lo mismo pensando que a lo mejor no estaba tan mal como tía al fin y al cabo.
A la mañana siguiente bajé pronto a desayunar porque había quedado con unos amigos para ir al centro a comprar. Nicole estaba en la cocina con mi madre hablando, yo entré, tomé una magdalena y salí de la cocina despidiéndome de Nicole y de mi madre.
Cuando llegué de nuevo a casa no había nadie, me tumbé en el sofá y puse la tele. A los 20 minutos sonó la puerta y entró mi tío con Nicole. Por la cara de mi tío debí de joderle el momento erótico que pensaba tener estando solo en casa, porque me miró y dijo:
– ¿Tú no deberías estar fuera, mocoso?
Contesté con indiferencia y seguí viendo la tele pero antes de cerrar la puerta aparecieron los amigos de mi tío, que iban a recordar viejos tiempos jugando al fútbol y que él no podía faltar, que se había perdido demasiados, etc. Invitaron a su novia, pero Nicole dijo que no y que prefería dormir un poco la siesta. Mi tío se fue y ella subió las escaleras. Al cabo de un rato me di cuenta de que tenía mi habitación hecha un desastre y que mi madre se enfadaría, así que subí a arreglarla pero como la puerta del baño estaba entreabierta me asomé y el espectáculo era increíble. Nicole estaba casi desnuda, con el sujetador puesto, tenía una pierna y toda la ingle cubierta por crema de afeitar y estaba depilándose, la cuchilla corría suavemente por su pierna ya que prácticamente no tenía vello, terminó con la pierna y comenzó a depilarse las ingles. Yo no podía dar crédito, rasuró prácticamente toda la ingle y comenzó con la parte de abajo. Estaba claro que lo hacía normalmente porque era una experta.
Al rato, muy excitado, dejé de mirar, salí y volví a entrar haciendo más ruido y así ella me avisó de que estaba en el baño. Yo me senté delante del ordenador y cuando terminó salió con una minifalda de tablas muy corta y la parte de arriba de un bikini rosa, despreocupada.
– Bueno, ya estoy lista para la piscina – dijo tranquilamente.
Yo, haciéndome el loco, puse cara extrañada a lo que ella estiró la pierna, la puso sobre la cama y dijo:
– Me he depilado, me gusta la carne suave y así me siento mucho más cómoda, además como sé que a los hombres les encanta, llevo haciéndolo muchos años y es algo que me parece muy sexy.
– A mi también me lo parece, es increíblemente erótico – le comenté.
– Sí, produce esas sensaciones a los hombres – contestó recostándose en la cama.

Yo no sabía como disimular la erección que tenía en ese momento, llevaba el bañador puesto y era evidente lo cachondo que estaba. Mi polla quería salir del pantalón y yo tenía que hacer verdaderos esfuerzos por controlarlo así que me quedé en la silla con las piernas cruzadas hasta que Nicole se levantó y se me quedó mirando.
– ¿Qué te pasa, Martín?- preguntó.
– Nada, nada – contesté nervioso.
– Vaya, parece que esta conversación ha hecho crecer algo en ti – dijo descarada mirándome la entrepierna.
La tela no había resistido y mi rabo había salido ligeramente del bañador, tenía todo el capullo al descubierto y yo estaba todo colorado.
– Perdón, no sé que me pasa, de verdad, lo siento – dije incorporándome un poco y me lo coloqué bien.
– Bueno, ya he visto parte de tu encanto, con ese tamaño no sé porque te llaman mocoso – dijo Nicole que parecía divertirse con esta situación.
– Por favor, esto es embarazoso, así que encima no calientes la situación, voy a ir a darme una ducha y bajaré a la piscina – supliqué.
– Vaya, te rindes fácilmente ¿no es así? – me dijo ella quedándose mirando.
– ¿Por qué lo dices? – pregunté extrañado.
– Yo en tu lugar hubiera pedido una recompensa o igualdad de condiciones – contestó ella volviéndose a tumbar en la cama y mirándome.
– Explícate- dije.
– Vamos a ver, te he visto semidesnudo, ¿no?, pues yo hubiera exigido prácticamente lo mismo, ya que lo del baño no cuenta porque me tapaba la crema ¿no es así?
– Vale, entiendo, así que tengo derecho a pedir que me muestres algo ¿no?-
– Bueno, para que esté la cosa igualada así que cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.
Así lo hice, estaba soñando y no sabía con que me sorprendería.
– Ahora dime qué te gustaría ver – me dijo.
Yo pensé durante unos segundos y al final contesté que me gustaría verla sin sujetador. Ella me levantó, me acercó a su cuerpo y me dijo:
– Entonces desabróchamelo.
Así lo hice, yo estaba temblando, pero al fin cedió, dejé caer el sujetador al suelo y abrí los ojos. Eran dos pechos perfectos, inmensos y con los pezones rosados.
– Vaya parece que de nuevo tienes algo ahí abajo ¿no es así? – Dijo y cuando volví a mi ser me di cuenta de que mi capullo asomaba por encima de la goma del bañador, Nicole sonrió y añadió – Como yo te he dejado tocarme ahora me toca desabrochar a mi.
Tiró un poco hacia debajo de mi bañador y liberó mi polla en completa erección.

– ¡Vaya, vaya, que tamaño! – exclamó – Creo que te has llevado lo mejor de la familia.
Comenzó a tocarlo y ha deslizar su mano sobre él y yo, confiado, le dije que yo no había tocado y que no lo veía justo del todo.
– ¿A qué esperas? – fue su respuesta.
La agarré de la cintura y la empujé contra mí, besándola en los labios. Nuestras lenguas se juntaron y jugaron durante un rato en el que ella no paró de tocarme, haciéndome una paja de lujo, hasta que me empujó contra la cama, me besó y yo me tumbé encima besándola en los labios.
– Martín, no te puedo dejar hacer nada más, no puedo… – me dijo en un susurro.
Yo, haciendo caso omiso, comencé a chupar sus pezones. Tenía unos pechos duros y enormes, que intentaba sujetar con mi mano, pero casi no podía. Seguí bajando, chupando y lamiendo cada centímetro, besando el piercing con forma de aro de su ombligo, poco a poco le subí la minifalda hasta descubrir que llevaba un tanga minúsculo rosa semitransparente. Era increíblemente pequeño, tapaba lo justo.
– ¿Ahora entiendes porque me depilo tanto? No me gusta que salgan los pelitos por los lados y me gustan demasiado los tangas pequeños-dijo-
Asentí mientras se lo bajaba y ahí estaba su coño completamente depilado, sin un pelo, y todo para mí. Comencé a besarlo, primero bajando suavemente por la cara interior de sus muslos y después los labios, esperé a que fuera ella sola la que lubricara y después comencé a chupar y besar…
– ¡Como me gusta esto! – exclamó.
Estuve en esa posición un rato, cada vez más entregado, hasta que Nicole empezó a moverse más rápido, se agitaba y a la vez intentaba tocarse ella misma, se frotaba y yo chupaba sus dedos, la besaba el clítoris y lo chupaba con todas mis ganas hasta que oí lo que estaba esperando.
– Martín, me voy a correr…
Seguí más y más hasta que empezó a gritar y a llenarme la boca con su orgasmo.
– Eres bueno, cariño, muy bueno… ¿dónde aprendiste? – preguntó, añadiendo – Bueno, no me interesa, pero lo que sí que quiero saber es si sabes hacer algo más.
– Sí – repliqué – además antes no me ha dado tiempo a terminar así que todavía estoy un poquito cachondo.
Nicole sonrió, me besó compartiendo sus fluidos y me volvió a tumbar sobre la cama empezando de nuevo a mamármela de una manera desesperada hasta que le dije:
– Si no paras me voy a correr.
– Todavía no cariño, tengo algo para ti – respondió ella.
– Nicole, déjame ir a la habitación de mis padres, sé donde guardan los condones… – le dije.
– No hace falta, cariño, llevo unos cuantos años tomando la píldora.
Confiado, ella fue subiendo hasta tener su cara frente a la mía y sus cabellos rubios rozándome la frente. Con su mano deslizándose por mi cuerpo, fue bajando hasta que agarró la polla y la colocó en la entrada de su depilado chocho, me miró y entrecerró los ojos a la vez que sonreía y dijo:
– Ahora disfruta de esto, que es muy suave.
Bajó de un golpe hasta que entró por completo y comenzó a cabalgarme mientras sonreía y me miraba con cara de zorra. Yo hacía fuerza y empujaba más y más hasta que rodamos sobre mi cama y me coloqué encima, bombeando con fuerza mientras miraba hacia sus ingles, que me volvían loco. Nicole empezó a moverse rápido y a gemir como antes. Estaba a punto de correrse otra vez y yo no andaba lejos. Le mordía el cuello, le agarraba los pechos y la besaba hasta que con otro grito se volvió a correr al tiempo que yo le avisé de que estaba a punto.
– No te corras dentro – me dijo – quiero sentir tu semen dentro, pero eso puede esperar, ahora quiero que te corras en mi boca.
Era un sueño hecho realidad. La saqué rápido y me puse de pie en la cama mientras ella me masturbaba y me la chupaba.
– ¡Me voy a correr! – grité al poco rato esperando que ella se separara, pero no lo hizo.
Apretó más fuerte y comencé a correrme en su boca mientras ella me miraba y saboreaba. Era un sueño hecho realidad y cuando terminé, le saqué mi morcillona verga de la boca y ella la dejó a la entrada de su depilado sexo, me miró, entrecerró los ojos a la vez que sonreía y me dijo:
– Ahora disfruta ya de esto.
Fue un encuentro inolvidable.
Saludos de un fiel lector.