Relato erótico

Sexualidad variada

Charo
29 de octubre del 2018

Desde el instituto no tenía muy clara su sexualidad. Los chicos no le gustaban pero, tampoco las chicas. Cuando conoció a una compañera de su hermano empezó a ver el horizonte. Era guapa, dominante y sabia lo que quería. Así empezó todo.

Susana – Barcelona
Hola, mi nombre es Susana y os voy a explicar lo que me pasó, me encuentro confundida ya que esto ha alterado la relativa tranquilidad en la que había vivido en los últimos años.
Siendo muy honesta, desde que estaba en la escuela me di cuenta de que no era como las demás muchachas de mi edad, no me atraía mucho la idea de arreglarme para los chicos, se me hacían tontos y vulgares y lo único que querían era meter manos por todas partes. Eso obviamente, me ganó impopularidad entre mis compañeros y también con mis amigas, que ya para entonces me trataban de “rarita”.
No soy una belleza, pero no estoy nada mal a decir de quienes han disfrutado de mi cuerpo, mis senos son grandes y apetitosos y mis piernas son torneadas y bonitas, pero eso pocos lo sabían. Hasta los 19 años nunca había tenido un acercamiento sexual con nadie, ya que apenas se presentaba la oportunidad con algún chico, le paraba los pies inventando cualquier excusa, la verdad no me gustaban.
Un día descubrí el por qué. Ella se llamaba Lidia y sin darme cuenta entró en mi vida. Era un par de años mayor que yo y era compañera de mi hermano mayor. En ocasiones los vi trabajando juntos y siempre la admiré por la forma de comportarse. Siempre líder, siempre dando órdenes y poniendo a trabajar a los muchachos que estaban a su alrededor, parecía que cualquiera moriría por servirle y ella siempre tan distante con ellos, siempre por encima de ellos.
En una ocasión en que tenía que trabajar con mi hermano, la dejó plantada en mi casa, ya que tuvo que quedarse hasta tarde en la universidad. Así que yo la atendí, no había nadie más y por fin pude hablar con ella. Me envolvía con sus palabras y yo no podía quitar mis ojos de los suyos. No sé como pero nos fuimos acercando y cuando me di cuenta, ya tenía su lengua hurgando en mi boca, la sentía recorrer mis labios, mis dientes, todo. Yo había descubierto quien era por fin. No lo dudé ni un segundo y le correspondí. La pasión nos fue llevando y en un momento ya estaba desnuda abriendo mis piernas como nunca pensé que pudiera hacerlo, entregándole mi coño virgen a sus labios, que lo devoraba sin clemencia mientras yo me retorcía de gozo, de un gozo que nunca había sentido en mi vida. No podía evitarlo era suya y de nadie más…
Eso fue solo el principio, a partir de ahí nació una amistad muy fuerte entre nosotras, que se convirtió en amor, en un amor casi enfermizo, no podía hacer nada sin que ella me lo aprobara, mi dependencia hacia ella era total. Yo estaba entregada totalmente, si ella me pedía algo no dudaba en hacerlo, fuera lo que fuera. Recuerdo varias ocasiones en las que hicimos locuras, cada vez más llenas de riesgo. Empezamos con besos y caricias en casa, cuando mi familia estaba cerca, aprovechando que no sospechaban nada ya que éramos simples amigas, pues entrábamos al baño juntas y ahí me hacía lamerle su coño hasta que se corría.

Yo ya no usaba sujetador y en ocasiones, ni bragas, así ella podía hacer de mí lo que fuera. Si me acompañaba a poner la mesa, mientras yo cogía los platos, ella me cogía las tetas desde atrás o en la mesa sentadas juntas, invariablemente acababa con sus dedos en mi coño y después los chupaba diciéndole a mi madre lo rica que estaba la cena.
Muchas veces se quedaba a dormir en mi casa con la excusa de alguna salida de fiesta o simplemente alguna ida al cine. Esas noches en mi casa eran una verdadera tortura ya que las habitaciones en casa de mis padres se encuentran muy cerca y así tenía por un lado a mis padres y por el otro a mi hermano. Me hacía tantas cosas que es difícil recordarlas todas. En una ocasión llevamos algunos vegetales al cuarto, yo no entendía bien qué iba a pasar, en cuanto salí del baño con un sexy picardía transparente de color negro y con encajes que habíamos comprado juntas, ella ya me estaba esperando desnuda y en una pose muy provocativa y recostada al lado de las tres zanahorias que habíamos traído.
Le comenté que cualquiera de mi familia podía entrar, y me dijo que era eso lo que más le emocionaba, me acerqué a la cama y le tendí la mano, primero me la besó como si fuera todo un caballero, pero luego empezó a lamerla de repente ya la tenía casi toda dentro de su boca. No entendía bien qué pasaba pero eso me estaba excitando muchísimo. Luego empezaron mordiditas en la palma, en el pulgar, en la muñeca y me acercó hacia ella.
Caí prácticamente encima, cara con cara y empezaron los besos, tiernos y pasaron a ser apasionados, como ansiosos, preparándome para cosas nuevas… Hay gente que no nos entiende y piensa que las mujeres como nosotras somos anormales, pero esa gente nunca ha experimentado la deliciosa sensación de sentir en tus senos el roce de otros senos, de lo gratificante que puede ser el sentir un pezón erecto como una bala frotándose contra los tuyos. Todo este placer lo tenía que vivir en silencio, ocultando estas sensaciones para que nadie en mi casa sospechara y echara a perder la relación más deliciosa que pude imaginar nunca.
Cuando estaba encima de ella, me frotaba frenéticamente contra su pierna, tanto que en ocasiones sentía dolor, un dolor exquisito, que me llevaba al cielo. Lidia me había enseñado muchas cosas, así que fui bajando y me entretuve en sus pezones, le encantaba que los mordiera, esa vez lo hice con una pasión desmedida, los tomaba entre mis dientes y tiraba de ellos, nos retorcíamos de placer y dolor. Baje más y me encontré con su delicioso aroma, su olor me fascinaba, no se como describirlo, pero entraba por mi nariz y llegaba hasta mi corazón, que en ese momento ya latía muy fuerte. Lamí, bebí, disfruté sus jugos y mi lengua jugó con su clítoris hasta que no lo pudo retener más y se descargó en un orgasmo tan intenso que no pudo ahogar del todo sus gritos. Tuve que detenerme para besar su boca y acallar un poco todo ese ruido que acompañaba sus convulsiones.
Fue su turno, no seré tan detallada porque podría ser repetitiva, pero les diré que cuando más caliente estaba la situación, su lengua no paraba de dar vueltas alrededor de mi clítoris, sus dedos entraban y salían de mi vagina inundada, de repente sentí algo frío en mi entrada, no sabía que era, no quería abrir los ojos, así que me dejé llevar como siempre por su experiencia y fui sumisa y obediente.

La zanahoria más gruesa empezó a entrar, la iba sintiendo milímetro a milímetro, no era lo mismo que dos o hasta tres dedos, que era lo que alojaba normalmente, esto era diferente, entraba y entraba, no paraba. En un momento llegó a un tope, sabía que era, iba a ser desvirgada por una zanahoria. Cerré los ojos y apreté mis manos, ella lo sintió como una aprobación y la metió hasta el fondo. El dolor me hizo abrir los ojos como platos, todo en perfecto silencio, la zanahoria entraba y salía produciendo nuevos placeres, Lidia la movía con destreza, entraba y salía a un ritmo delicioso, me vino un orgasmo tremendo, pero ella no paró, seguía y mientras yo me ponía a punto de nuevo, ella mordía mis pezones, apretaba mis senos, me lastimaba pero no podía dejar de disfrutar. Esa mezcla de dolor con placer se estaba convirtiendo en una necesidad para mí.
Después de un segundo orgasmo, bajó el ritmo y cambió un poco, empecé a sentir cosas raras y cuando me di cuenta ya tenía otra zanahoria en mi coño y luego otra, sentía la tensión, sentía dolor, pero también placer y este era cada vez mayor. Cuando tenía los tres cuerpos extraños dentro de mí, sentí como sacó la primera, la más grande y más mojada de todas. Me puso una almohada debajo de la parte alta de mis nalgas y me levantó las piernas, algo de mi quedó expuesto, sentí pudor, nunca había pensado en mi culo como un participante, pero vi claramente como sus ojos brillaban con la zanahoria en su mano y acercándola a mi pequeño orificio, lo primero que hice fue oponer resistencia, pero fue en vano, la forma afilada de la zanahoria pronto se abrió paso entre mis carnes y poco a poco, despacio fue desapareciendo toda. Hubo un momento en el que Lidia apenas podía sostener el vegetal por el extremo y yo estaba como poseída. Respiraba profundamente y sudaba, recuerdo las gotas escurrir por mi cara y mis senos. Empezó con el movimiento de la zanahoria trasera, mientras tenía las otras dos bien clavadas hasta el fondo de mi coño. Hubo que detenerlas porque con los movimientos de Lidia y su amiga y mis convulsiones, por poco salen disparadas, así que con mi mano libre, froté mi clítoris hasta que exploté y esa es la palabra correcta ya que no las pude contener más, tuve un orgasmo de muerte y quedé completamente exhausta y tendida con el coño dolorido, mi culo abierto y yo destrozada de placer.
Así transcurrió un tiempo, nuestra relación fue evolucionando y aprendimos cosas nuevas y ella me seguía forzando a las cosas más extrañas. Empezamos con juguetes, consoladores, vibradores, bolas chinas, de todo. Seguíamos también con vegetales y cualquier cosa que nos ayudara a disfrutar a tope. Basta decir que mi culo estaba perfectamente entrenado y recibía casi de todo. Otra variante era lo peligroso y los lugares empezaron a ser básicos en nuestros encuentros. Ya no nos era del todo satisfactorio hacerlo en nuestras camas o en algún cuarto de hotel con relativa privacidad, cada vez era más el riesgo que buscábamos. Desde nuestras respectivas casas, cerca de los familiares, hasta los lugares públicos.

El cine era obligatorio y ahí y gracias a los cines de ahora en que los descansa brazos se levantan, hicimos todo tipo de locuras. En una ocasión hizo que me desnudara en el coche mientras circulábamos por las calles de la ciudad y me masturbaba para ella.
Al principio del relato os dije que me encontraba confundida y ahora os diré el por qué. Esto ocurrió recientemente. Ambas terminamos nuestras respectivas carreras universitarias y nos encontramos trabajando en relativamente buenos puestos, así que guardando un poco de dinero logramos ahorrar suficiente como para costearnos un viaje a Cancún.
Era la primera vez que salíamos juntas en ese plan, largo viaje, playa, fiesta, etc. Desde el avión y aprovechando que éramos las dos solas en la fila de asientos, nos dimos un tremendo lote, creo que una de las azafatas nos vio ya que después nos sonreía pícaramente y al final nos dio una tarjetita con los datos del hotel en el que se hospedaría. El viaje transcurría bien y lo estábamos pasando de maravilla, nos íbamos a la playa, nos poníamos el tipo de trajes de baño que queríamos algunos muy pequeños y en un par de ocasiones que vimos que el ambiente lo permitía hicimos toples, lo que permitió que nuestros senos emparejaran un poco el color del resto de nuestros bronceados cuerpos.
Por la noche era fantástico, el lugar estaba lleno de bares donde puedes divertirte sin límites. En uno de ellos, debido a la fiesta acumulada, así como los tragos, no nos dimos cuenta de que de repente estábamos rodeadas de cuatro tipos que ya se divertían con nosotros. Su compañía llamó nuestra atención pero no dimos demasiada importancia y seguimos la fiesta. Lidia empezó a tomar el control y en un momento los puso los cuatro para mí, como burlándose de mí y poniéndome a prueba. Los cinco bailábamos desenfadadamente y ella era como la directora, dando órdenes, les pedía que bailaran más junto a mí, que me frotara contra ellos, me pedía que abriera más la blusa, que subiera mi falda… Yo, como esclava, obedecía. Empezábamos a llamar la atención de los demás y pronto había un gran círculo de gente viendo como los cuatro tíos me metían mano y yo bailaba prácticamente desnuda.
Uno de ellos, de golpe me quitó la blusa y como no llevaba nada debajo, pues ya os podéis imaginar, aplausos y gritos, algunas otras chicas siguieron el ejemplo. Luego me quitaron la faldita y yo ya no era yo, estaba como poseída por algún demonio de sensualidad y me contoneaba y bailaba como loca. Ya eran mucho más de cuatro los pares de manos que estaban tocándome por todos lados, cuando alguien trató de quitarme el tanga y yo me negué. La gente de seguridad del lugar detuvo el numerito y me pidió que me vistiera de nuevo. Los ánimos se calmaron un poco y las aguas volvieron a su cauce excepto para mis cuatro amigos.
Lidia de repente se perdió de vista y los cuatro tipos empezaron a decirme cosas calientes y muy vulgares, siguieron metiendo mano y yo de repente me di cuenta que me estaba excitando, pero a la vez me estaba dando miedo, busqué de nuevo a Lidia y la vi cerca de la puerta como indignada y ya con su bolsa al hombro como retirándose del lugar. La traté de seguir pero los tipos me lo impidieron y una vez que Lidia salió ellos mismos me escoltaron a la puerta y contra mi voluntad me llevaron a su coche.

Era grande y oscuro, no pude resistirme lo suficiente y ya con miedo entré al vehículo, en la parte de atrás, en medio de dos de ellos. Los otros dos se subieron adelante.
Arrancaron y enfilaron hacia la carretera. En el camino uno de ellos empezó a besarme y el otro ya estaba arrancándome el tanga, prácticamente la rompió y me acomodó para que quedara en una posición en la que estaba de cara al miembro de uno de ellos que ya se había bajado el pantalón y con las nalgas expuestas. Ellos me obligaron a que me metiera su miembro en la boca y mientras el otro comenzó a darme lengüetazos en el coño.
De repente dejamos la carretera y entramos por un caminito que conducía hacia una playa desierta. Cuando paró el coche yo ya estaba a punto de correrme con el delicioso trabajo que el tipo me estaba haciendo y nadie hizo nada hasta que el tipo que tenía en la boca se corrió dentro de ella. Era la primera vez en mi vida que recibía una corrida. Entonces me dijeron que iban a hacerme pasar una noche inolvidable.
Me bajaron del coche y me quitaron toda la ropa hasta que quedé totalmente desnuda. Me pusieron música y frente al coche me hicieron bailar como lo hice en la disco bajo la luz de sus faros. Todos me gritaban cosas y pronto se me acercaron, me tumbaron en la arena y de rodillas todos me pusieron sus miembros para que los mamara. Pasaba de uno a otro, esta situación me estaba poniendo más caliente, no había quien me parara. Uno se puso detrás de mí y empezó a follarme con fuerza, me arañaba la espalda mientras me la metía muy fuerte. Fue el primero en correrse y me corrí con él. Otro se tumbó en el suelo, me puse encima y me clavé su verga hasta el fondo. Otro se fue hacia atrás y se puso de modo que de repente sentí su verga lista a entrar en mi culo. Éste, bien entrenado como estaba, le dio cabida fácil ya que no era muy grande y pronto se movían a un ritmo delicioso mientras al tercero le daba una súper mamada ayudada por los envites de sus colegas.
El cuarto ya estaba listo también y después de que el del culo se corrió, ocupó gustoso su lugar. Así pasó un buen tiempo hasta que el sol empezó a salir por el horizonte. Ya no podían más y yo tampoco. Me subieron al coche y con lo que pude ponerme de ropa, me dejaron en mi hotel. Cuando llegué a mi habitación Lidia me recibió asustada y con lágrimas en los ojos cuando vio mi aspecto con manchas de semen, arena y ropa rota, pero esos sujetos en realidad no hicieron más que darme placer.

No sé qué va a ser de mí en el futuro, pero ahora no puedo decir que soy lesbiana totalmente, creo que lo que pasa es que soy un poco masoquista y no es que me gusten las mujeres o los hombres solamente, creo que el sexo para mí tendrá que ser diferente, con todo el riesgo que pueda imprimirle y acompañado de cierto dolor para hacerlo completo. Lidia entendió un poco de esto, ya que ella fue la que lo inició. Ella creó este ser en mí y tendrá que cuidarlo y atenderlo. Ya hemos hablada y estoy lista para ir a una tienda sado/maso y comprar nuevos juguetes para incrementar mi colección y experimentar nuevas cosas y tal vez incluir nuevos amigos/as en mi vida…
Besos y hasta la próxima.

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