Relato erótico
Placer entre amigas
Compartía piso con su amiga y los novios de ambas. La encontraba atractiva, y aunque a veces la excitaba verla desnuda, sus instintos se destaparon cuando se traslado de ciudad y su amigo fue a visitarla.
Nuria – BARCELONA
Hola a todos. Durante el tiempo que estuve viviendo en Madrid para estudiar en la universidad, Elvira y yo, nos hicimos muy buenas amigas. La verdad, todo era muy sano, convivíamos con nuestros novios y llevábamos una relación de mejores amigas. Nunca me he considerado lesbiana ni bisexual, aunque tengo muchas amigas así y las respeto mucho, porque tampoco estoy discriminando a nadie, pero a mí, siempre me habían gustado los hombres, y sé que yo gusto a bastantes de ellos.
El caso es que con Elvira pasaron ciertas cosas que me ponían nerviosa sin saber por qué. Vivía en el mismo piso que el mío y con ella podía hablar de sexo sin ningún problema, intercambiábamos posiciones sexuales, consejos no solo de la escuela, hablábamos de vibradores, orgasmos, belleza y de todo con mucha naturalidad.
Cuando desayunábamos, íbamos ligeritas de ropa y reconozco que me excitaba ver como se le transparentaban los pezones. Me encantaban sus gigantes tetas y ella sabía que hasta le tenía envidia. En cambio a ella, le gustaba mi culo.
Había días en que nos quedábamos a estudiar hasta tarde y acabamos durmiéndonos en el sofá, siempre una encima de la otra, pudiendo sentir su respiración en mi cara y solo de recordarlo en este momento me pongo húmeda. Cuando salíamos de fiesta nos arreglábamos juntas y a lo máximo nos veíamos en ropa interior y esto también delante de los novios que alucinaban con vernos así.
Un día que salimos de una disco, nos pusimos todos tan borrachos que los hombres y demás amigos, nos pidieron que nos besáramos, pues la verdad éramos siempre el alma de la fiesta y el centro de atención. Sin embargo yo no me atreví a hacerlo porque sabia que no estaba en mis cinco y que además ese pequeño detalle podía repercutir en nuestra amistad.
Por motivos que no vienen al caso, mi novio y yo nos trasladamos a Madrid. Fue una separación que nos afectó mucho.
De vez en cuando hablábamos por teléfono, otras veces por e-mail y en una ocasión hablamos con webcam. Ese día yo solo llevaba un top corto, ya que había regresado del gimnasio, pues cuido bastante mi figura. Soy alta y delgada, pero muy bien proporcionada. El caso es que comenzamos a hablar de todo lo que nos había pasado y sonriendo me dijo que andaba escasa de sexo. Bromeando le dije que se masturbara y ni corta ni perezosa, se abrió de piernas, se separa el tanga y empezó a pajearse. Me quedé sin habla cuando empezó a tocarse, luego sacó un vibrador gigante y se lo metía suspirando hasta que empezó a gritar y pude ver claramente como se corría. No me lo podía creer.
Ya no supe que pensar, estaba segura que algo en nuestra amistad iba a cambiar y así fue, porque pasó un mes sin saber nada de ella y yo no me atrevía a llamarla y ella sentía vergüenza de hacerlo también.
Para mi sorpresa, de repente una mañana me llamo para decirme que venia a vernos el fin de semana. Fuimos a recogerla al aeropuerto. Estaba guapísima, además había perdido unos quilitos y se la veía preciosa. Eso si, sus tetas y su culo seguían siendo de película.
Del aeropuerto fuimos a un bar tranquilo para poder hablar y llegué a sentir celos porque mi novio no le quitaba los ojos de encima. Como él tomo unas cuantas copitas de más, decidí que era mejor que llevara yo el coche. Mi novio se colocó detrás y Elvira a mi lado.
Las dos llevábamos minifaldas muy cortas y con las cervezas que nos habíamos tomado no nos importó que se levantaran, así que yo podía ver parte de su tanguita rosa y sabía que ella también se estaba deleitando con el pequeño y húmedo triangulo que se me veía a mí. El camino del aeropuerto a casa es largo por lo que seguimos hablando todo el camino los tres, pero cuando ella se giraba a ver a Pedro hacia atrás, se apoyaba siempre sobre mi pierna muy discretamente, acariciándola y yo sentía algo extraño pero muy placentero.
Llegamos a casa y le tenia preparado el sofá, pero mi atrevimiento llegó a más cuando le dije que se podía quedar en la cama ya que había estado pesado para ella viajar tantas horas en avión, pero ella se negó completamente así que Pedro y yo nos metimos en la habitación sin cerrar la puerta. Yo ya no podía más con los pensamientos que llevaba en la cabeza y le conté a mi novio lo de la paja por la webcam. Mientras hablaba observé que su polla estaba tiesa a tope, así que. Se la saque y comencé a masajearlo y besarlo con suavidad mientras seguíamos hablando. Esa noche hicimos el amor como locos, entre gritos, gemidos y de solo saber que Elvira nos estaba escuchando yo me corrí tres veces. Después Pedro me dijo que hiciera lo mismo, que le contara por las noches todo lo que sintiera, ya que con el trabajo y la escuela solo nos íbamos a poder ver por las noches. Así que, ya con mi conciencia tranquila, aquel fin de semana fue el más delicioso de mi vida.
Al día siguiente fuimos a pasear Elvira y yo por la ciudad. Yo llevaba puesto pantalón y una sudadera sin nada debajo como me gusta, ella llevaba unos vaqueros con una blusita súper ajustada, y con un súper escote, porque le encanta llamar la atención. Así nos fuimos de compras y ella me escogió una mini. Me enteré después que le encantaban mis piernas. Ella se compró un bikini, pasó el día con naturalidad, y cuando llegamos a casa le pedí que se probara el bikini para ver como le quedaba y ella me dijo que yo me probara la faldita.
Estábamos en la sala y sin pensarlo, me quité los pantalones, me quedé en tanga y me puse la falda, pero como la sudadera era demasiado grande, y no lucía la falda, me dijo que me la quitara. Lo hice y quedé desnuda de arriba, y aunque se me quedó mirando con asombro y un poco de lujuria, actuó como si nada hubiera pasado. Entonces ella también se quitó toda la ropa y se probó el diminuto bikini. Yo no podía creer que estuviéramos casi desnudas las dos, así que rápidamente me puse mi sudadera y ella se tapó con una toallita. Así nos pusimos a ver la tele, en el mismo sofá de mis recuerdos, acostadas las dos y ella en frente de mí hasta que no aguantamos más la calentura y el morbo.
Yo comencé a acariciarle la pierna, era lo que más tenía al alcance al estirar mi mano hacia abajo. Ella se dejaba hacer y lo disfrutaba pues pegaba su cuerpo más al mío, luego subí poco a poco mi mano hasta llegar a su cadera y sus nalgas, allí me entretuve un rato, rozándola con las uñas y las yemas de los dedos. La situación estaba que ya no podíamos y veía como su cuerpo se estremecía y su piel se erizaba. De repente ella se giró hacia mí y me dio un beso. Al principio solo quedaron nuestros labios pegados, rozándose, hasta que abrimos la boca y dejamos que nuestras lenguas jugaran y recorrieran cada centímetro, y así el beso pasó de tierno a apasionado mientras nuestras manos recorrían nuestras piernas y caderas.
Yo sentía su rozándome el tanga y fue noto que estaba húmeda. Nos acariciábamos sin parar. Por fin podía tocar aquel culo que tanto me gustaba. Llega su clítoris y lo restregué, lo apreté y le follaba el coñito con dos dedos. Gemía y se agitaba de gusto.
Estábamos al límite y de pronto me metió un dedo en el coño. Yo me estaba derritiendo, luego metió dos y tres. Estábamos muy calientes, pero en cuanto le penetré el culo con un dedo, se corrió.
Nos volvimos a acomodar en el sofá y me quitó la sudadera, comenzando a recorrer con besos, lamidas y mordidas tiernas mi cuello, mis hombros, mis pechos y el vientre. Todo me lo besaba y me mordía. Mis pezones la volvieron loca pues no dejaba de morderlos y pellizcarlos, hasta que yo no aguanté más y le quité el bikini. Era el juego más excitante, pezón contra pezón como lo había visto en alguna película porno. Yo intentaba devorar sus enormes tetas pero no me cabían en la boca. Era delicioso, nunca me había imaginado hacer eso pero lo estaba disfrutando, esas tetas que me traían loca no me las podía acabar, también recorrí cada parte de su cuerpo hasta que logramos acomodarnos en un 69, yo arriba. Debo admitir que lo hacia increíble, yo siempre voy depilada por darle gusto a mi novio y por higiene, así que con su lengua recorría despacio toda mi chocho, cada vez más rápido hasta que eran lengüetazos, se tragaba todos mis líquidos y metía su lengua en el coño y yo, por mi parte, también la lamía. Elvira solo se depila la línea del bikini pero me encantó la sensación de sus pelos en mi cara, me metía su clítoris en la boca y lo succionaba como lo hace mi novio, y gritábamos de placer como perras.
Ella me chupaba toda, hasta mi ano, eso me vuelve loca y pegaba más mi raja en su cara para que no parara. Ella me tiraba del cabello para que no me despegara ni un instante de su culo. Tengo el clítoris muy sensible y como lo sabia, lo succionaba. Me pidió mi vibrador y me puse a gritar de placer, hasta que terminé tumbada y con espasmos.
Mi amiga, tierna y linda, se había convertido en una fiera, sentía sus mordidas y sus rasguños en las nalgas.
Tuvimos 3 orgasmos más cada una y como se había hecho de noche, detuve el asunto con todo mi dolor. No sabía a que hora iba a llegar mi novio, así que nos guardamos las ganas y nos fuimos a dar un baño.
Dentro de la bañera nos volvimos locas de gusto. Cogió el gel y se puso un buen chorro en la mano, me hizo abrir de piernas y empezó a lavarme el chocho. La muy guarra se detenía en el chocho y lo acariciaba lentamente. Me estaba excitando tanto que sin darme cuenta, se pedía más y más. Me aclaró con agua y me hizo sentar en el borde de la bañera para comerme el coño, Fue la mejor comida de chocho de mi vida. Me corrí dos veces más y confieso que ni mi novio no me lo hacia tan bien.
En cuanto me calmé, la lavé, la hice sentar en el mármol del lavamanos, y me arrodille. Me encantaba ver su coño detalladamente, y sobre todo, ver lo hinchado que tenía el clítoris. En cuanto le di un lenguetazo, su cuerpo se tensó y no paré hasta que se corrió en mi boca. No me podía creer que estaba lamiendo y succionando la corrida de mi amiga. Nos aseamos y fuimos hacia la cocina.
Preparamos algo de cenar y llegó Pedro que, con la mirada que le lancé, entendió que ya había pasado lo que tanto deseaba. En ese momento me cogió del brazo y me llevó a la cocina, allí se lo conté sin muchos detalles pero fue suficiente para que se le levantara la polla y como yo llevaba falda, solo me hizo a un lado el tanga y me empezó a follar en la cocina con nuestra amiga en la sala. Fue súper excitante ese polvo rápido, mi novio se guardó la polla y se fue cuando llegó Elvira. Yo seguía limpiándome la leche que me escurría en el muslo cuando ella dijo que me ayudaba. No quise que lo hiciera pero ya la tenía debajo de mí, chupándome la entrepierna. No podía creer que mi mejor amiga se estuviera tragando el semen de mi novio. Pero la dejé hacerlo y hasta me acomodé en la cocina para que fuera más fácil para ella. Así me hizo tener otro orgasmo, nos besamos cariñosamente y volvimos a la sala.
Nos despedimos de Elvira con mucha tristeza pero obviamente quedamos en repetir lo sucedido. Definitivamente nuestra amistad sí cambio pero me encanta.
Saludos y besos.