Relato erótico

Lo repetiremos

Charo
2 de noviembre del 2019

Habían pasado un fin de semana divino con una pareja amiga. Les llamaron para repetir la experiencia y les dijeron que habían invitado a otra pareja. Les pareció genial y quedaron con ellos. Fue inigualable y se comprometieron en repetirlo.

Miguel – Logroño
Hacía un par de semanas que Clara, mi novia y yo, habíamos vivido un fin de semana realmente maravilloso en nuestra casita, en compañía de nuestros amigos. Si seis meses atrás me llegan a decir lo que ese fin de semana iba a ocurrir, no solo no me lo hubiera creído, sino que además, probablemente no me lo hubiera tomado demasiado bien. De todos modos, aquella experiencia nos abrió los ojos a otras formas de disfrutar del sexo, sin mermar por ello ni un ápice el cariño que nos tenemos.
Pues bien, como decía, hacía muy poco tiempo que Clara, yo mismo y nuestros amigos nos habíamos despojado de los tabúes que de siempre arrastramos y nos entregamos a ejercitar nuestras fantasías en compañía unos de otros. Todo comenzó unos días atrás mientras tomábamos unas cervezas en una terraza con nuestros amigos Maribel y Pedro. Charlando y charlando, recordando lo bien que lo pasamos en este famoso fin de semana, surgió la idea de que hiciéramos una barbacoa en el mismo plan, el día de fiesta que pocos días después había. A los cuatro nos pareció de maravilla. Es más, Maribel nos propuso invitar también a otra pareja de amigos suyos muy enrollados y majetes con los que posiblemente, nos lo pasaríamos mejor.
No pusimos ningún inconveniente, es más, el morbo que nos provocaba hizo que deseáramos que llegara pronto el día, y llegó. Sería mediodía aproximadamente cuando entraba el coche en que venían nuestros amigos, bajaron los cuatro del coche y mientras Pedro cerraba la puerta exterior de la parcela, Maribel pasó a presentarnos a sus amigos. Se llamaban Maite y Javier. Pedro vino con pantalón vaquero y camiseta, mientras que la indumentaria de Javier era una camiseta de tirantes y un pantalón corto que parecía un bañador. Me llamó la atención el bulto que presentaba, achacándolo en un primer momento a la forma del mismo bañador. Yo, por mi parte, estaba preparando el fuego de la barbacoa con un bañador tipo de competición como única ropa. Voy a intentar explicar cómo llegaron las chicas; Clara estaba con la parte de debajo de su minúsculo bikini, mientras que se cubría por la parte delantera con un delantal que permitía observar por sus laterales sus muy bien formadas tetitas. Maribel vino con un top rosa que solo tenía tela por la parte delantera, atándose con un cordón entrecruzado negro a la espalda. Sus tetas ejercían presión sobre la tela, haciendo que el cordón se marcara en su espalda.
La minifalda negra que completaba el atuendo presentaba un corte en un lateral que provocaba que cuando caminara se abriera dejando ver sus muy bien formados muslos (la abertura era simétrica en cada lado).

Nuestra nueva amiga Maite venía con unos pantalones cortos de color blanco y una especie de top largo beige, anudado al cuello por una cinta y abrochado en el pecho (por cierto, enorme), dejando desabrochado hasta el pantalón el resto. Esos enormes pechos provocaban que la prenda le estuviera muy justa, lo que a su vez hacía que el punto se abriera, adivinándose los pezones sonrosados y erectos que allí se escondían. Pasados los primeros minutos en los que hablamos de cosas sin importancia, Clara, como anfitriona, propuso:
– Bueno, venga. Vamos a ponernos cómodos todos, que ya hace mucho calor. De momento el único que debe trabajar es Quico, así que dejémoslo, y como soy la anfitriona, yo daré ejemplo.
Y dicho esto se quitó el delantal que le cubría dejando a la vista de todo el mundo sus tetitas, no muy grandes, pero muy bien formadas. Inmediatamente después se quitó la braguita del bikini, sentándose en uno de los bancos y dejando ver su coño que aparecía totalmente rasurado, excepto por un casi testimonial hilito de vello poco más arriba del clítoris, y que continuaba imaginariamente su rajita. Los labios, de un color ligeramente más oscuros que el entorno con su contorno muy bien pronunciado. A la vez, hice exactamente lo mismo. Me quité el bañador, pero no el delantal, ya que estaba asando la primera tanda de chuletas. Al quedar mi culo a la vista de todos, hubo un cuchicheo entre las chicas que terminó con algunas risitas. Pedro se quitó los vaqueros y la camiseta, apareciendo totalmente en bolas. Tenía el prepucio bajado, dejando al aire totalmente su sonrosado glande, por encima de sus testículos que colgaban en su bolsa distendida haciéndose notorios cada uno de ellos. Fue a sentarse en una de las sillas que estaban junto a la mesa y comenzó a abrir algunas latas de cerveza. Maribel entonces pidió a Javier que le desatara el top, liberando así sus tetas, grandes, muy bien formadas, acabadas en un pezón casi del mismo color que el resto de la piel y que meneó de lado a lado nada más quitarse el top.
Al retirarse la falda, apareció un minúsculo tanga negro que no tardó en quitarse, yendo a sentarse junto a mi novia. Colocó su pierna izquierda encima de la pierna derecha de Clara, apareciendo así totalmente abierto su coño, totalmente afeitado, con los labios abultados del mismo color que sus pezones, rosaditos pero casi del mismo color que el resto de su piel, y casi totalmente rectilíneos, naciendo desde un abultado clítoris. Ya, con el ambiente bastante distendido, fue Javi quien se quitó la camiseta de tirantes, dejando ver un muy buen formado torso. Se diría que hacía gimnasio ya que los músculos pectorales del cuello y bíceps estaban bien formados y bastante desarrollados. Luego se quitó el bañador, dejando salir su polla.

Realmente era grande. No es que fuese exagerada pero sí que era bastante mayor que la de Pedro y la mía. Su glande aparecía también al descubierto, siendo más oscuro que el que tenia Pedro. Fue a sentarse junto a él, en la silla que estaba a su derecha, y mientras ambos charlaban y bebían sendas cervezas, no pude por menos de observar como la polla de Pedro descansaba sobre sus testículos, que a su vez se apoyaban en la silla, no llegando su punta más que hasta pocos milímetros de la silla.
La polla de Javi era apoteósica, estaba en la misma posición de reposo que la que acabo de narrar de su amigo, pero sin embargo se desbordaba por delante, apoyando todo el glande en el asiento. Cuando se empalmara debía ser algo descomunal, pensé para mis adentros. En estos pensamientos andaba yo y ya colocando la nueva tanda de chuletas en la parrilla, cuando fue Maite la que comenzó a desvestirse. Primero con cierto pudor, se quitó los pantalones cortos, apareciendo una braguita de bikini también blanca, bastante escasa, aunque sin llegar a ser un tanga, apareciendo entonces un bulto en su sexo bastante prominente. Luego se desabrochó despacio los cuatro botones que sujetaban la camisa, liberando dos enormes tetas, aún más grandes que las de Maribel, pero tan duras y erectas como ellas. Sus pezones que miraban hacia ambos lados eran casi del mismo color que los de Clara, pero su areola era mucho mayor y se coronaban con dos pezones que aparecían duros y erectos. Cuando fue a quitarse la braguita se dio la vuelta, mostrándonos su espalda y el culo tapado aún por ella. Y entonces entre vítores de las chicas y música de nueve semanas y media tarareada por los chicos comenzó a bajarse la braguita despacio y contoneando su culo al compás.
Una vez se la quitó la levantó y dejó caer a un lado, dándose la vuelta cubriéndose el pubis con sus manos. Una vez se volvió completamente, se abrió de piernas y, siempre al compás de los tarareos y jadeada por las chicas, se retiró de golpe las manos mostrando en su total apogeo un coño precioso, coronado por un vello púbico afeitado en forma de corazón, pero con los pelos bastante cortos.

Los labios del conejo aparecían del mismo color que el resto de su piel, muy abultados, con sus bordes de color más oscuro que se desbordaban en una especie de puntilla a lo largo de su raja, siendo más aparente a la altura del clítoris. Fue muy divertido y muy erótico.
El ambiente se distendió, comimos y charlamos animadamente. Después nos dimos un chapuzón todos. A mí me tiraron a la piscina con delantal y todo. Aprovechando esta circunstancia, y al quitarme dentro de la piscina el delantal, me bajé el prepucio para estar a tono con mis dos amigos. Salimos de la piscina y una vez secos, las chicas se tumbaron a tomar el sol mientras nosotros recogíamos todo y retirábamos todos los restos hacia la cocina. En la cocina estuvimos un buen rato charlando.
Resultó que a Javier en la mili le llamaban el pollas dado el tamaño de su verga, aunque según su confesión, una vez en erección no superaba a la mía, que medía en tal circunstancia 17 centímetros, en 3 centímetros. Pedro confesó que la suya pasaba por muy poco la barrera de los 16, por lo que le gastamos alguna broma. Cuando volvimos hacia la piscina, comprobamos que allí no había nadie, así que volvimos hacia la casa. Las chicas estaban en el porche, habían retirado todos las sillas y la mesa y extendido en el suelo sendas toallas y allí estaban. Clara tumbada en el suelo boca arriba, Maribel tumbada junto a ella, mantenía los labios del coño de mi novia totalmente abiertos, apareciendo la entrada de su vagina totalmente rosa y su clítoris erecto se retorcía entre los dedos hábilmente movidos de Maribel. De tanto en tanto Maribel introducía su lengua entre los abiertos labios del coño y lamía con profusión aquí y allá. Maite, entre tanto se había colocado a horcajadas encima del pecho de Sole, frotándose su coño con las tetas de mi novia y dejando a veces que le lamiera su exageradamente abierto sexo, mientras se pellizcaba los pezones para mantener su dureza y agarrándose la teta desde abajo se la llevaba a la boca para chupar de su propio pezón.
Ante esta visión nos detuvimos casi al instante. Yo noté como mi verga empezaba a tomar consistencia. Al poco, mi polla estaba mirando hacia el cielo. Miré a un lado y vi la de Pedro que, si bien estaba muy levantada, no llegaba a mi erección.
Miré al otro lado y pude contemplar en su esplendor la polla de Javi, estaba levantada, fuerte, potente, aproximadamente con un ángulo de 60 grados.

Si bien, y tal como nos dijo en la cocina, no era exageradamente más grande que la mía, sí que su tamaño aparentaba ser bastante mayor, supongo que porque era bastante más gruesa. Sus huevos no eran más grandes que los nuestros y todos colgaban en sus escrotos totalmente congestionados y libres. Cuando las chicas se apercibieron de nuestra presencia, se incorporaron y se sentaron en las toallas frente a nosotros. Clara a un lado, en medio Maribel y al otro lado Maite. Esta con las piernas cruzadas en la forma india y las otras con las piernas ligeramente abiertas y estiradas.
– ¿Qué mirones? ¿Os lo habéis pasado bien cotilleando? Vale. Ahora nos toca a nosotras. Maribel, hazles hacer algo original – dijo Maite.
– Vale, mmm…. ¡Ya lo tengo!
Exclamó Maribel y cuchicheó algo primero al oído de Clara, que según escuchaba abrió los ojos de par en par y luego a Maite, que asintió con una sonrisa cómplice y sin dejar de mirarnos. Maribel se levantó y bamboleando a uno y otro lado sus tetas se acercó a nosotros. Nos colocó a los tres mirándonos uno a los otros, como en un imaginario triángulo. Nuestras pollas se separaban apenas por pocos centímetros. Nos obligó a acercarnos más hasta que casi se rozaban nuestros glandes. Clara y Maite se levantaron y cada una de las tres se colocaron entre cada dos de nosotros, justo detrás y pegadas, pero de forma que ninguna estaba junto a su pareja. Es decir, Maribel se colocó a mi espalda entre Javier y yo, aplastando cada una de sus tetas con nosotros, a mi derecha. A mi izquierda, entre Pedro y yo se colocó Maite, de la misma forma que Maribel. Yo notaba en mi espalda la presión de unas tetas duras y tersas, coronadas ambas por sus potentes pezones. Frente a mí, entre Pedro y Javier se colocó mi novia en la misma postura que sus amigas. Yo adivinaba su coñito casi rasurado a través del espacio que había entre mis amigos.
– Ahora, cada uno de vosotros va a introducir el dedo corazón de su mano izquierda en el coño que le toque en esa posición.
Dijo Maite mientras le introducía el dedo corazón y anular por su raja totalmente abierta y llena de líquido mientras mi dedo pulgar jugueteaba con su clítoris. Vi frente a mí como Clara levantaba ligeramente su cabeza, con sus ojos cerrados, la boca entreabierta. Estaba disfrutando. Maribel ordenó a Clara que nos dijera que querían. Clara habló:
– Cada uno de vosotros agarraréis la polla de quien tenéis a vuestra derecha, y cuando la tengáis bien cogida, empezaréis a masturbarle.

Venga, ¿a qué coño esperáis? Y tú Pedro, ¿alguien te ha dicho que dejes de darme gusto en el coño? Venga sigue con lo que estabas haciendo.
De pronto noté cómo Pedro agarraba mi verga. Fue una sensación extraña. Era la primera vez en mi vida que otro hombre me agarraba el cipote. Debo confesar que pasado un primer momento de extrañeza y coincidiendo con el movimiento de vaivén que Pedro proporcionaba a mi polla, la cosa empezó a gustarme. Comprobé como Javi hacía lo propio con la polla de Pedro quien, al notar la mano de su compañero, dio un respingo hacia atrás, detenido en seco por Clara. Yo a mi vez agarré con suavidad la enorme y gorda polla de Javier y comencé sin reparos a masturbarle. La sensación fue muy extraña, estaba dura, gorda y muy caliente. Pasados unos segundos comprobé como Javier meneaba adelante y atrás sus caderas para ayudar en la paja que le estaba practicando. De tanto en tanto las cabezas de nuestras pollas se tocaban, dándonos unas sensaciones nuevas y distintas. Maribel, que estaba a mi derecha, metió su mano izquierda por debajo de la mía (que estaba trabajando la polla de Javier) y me comenzó a sobar con suavidad pero con energía mis huevos. Sus amigas hicieron entonces lo mismo con los dos chicos y todos comenzamos a sentir olas y olas de placer. De repente Maite exclamó:
– ¡Todas las manos arriba!
Y como si nos hubieran puesto un resorte, los seis levantamos las manos como si nos apuntaran con una pistola. Nosotros con nuestras pollas totalmente tiesas, ellas abiertas de piernas con sus jugosos coñitos latiendo de deseo.
– Vamos a separarnos todos -dijo Maribel, al tiempo que reculaba ligeramente hacia atrás. -Nosotras tenemos cada una fantasías que nos gustaría llevar a cabo, ¿estáis de acuerdo?
Asentimos los tres con la cabeza y comenzamos con la fantasía de mi novia. Pedro se tumbó boca arriba en uno de los bancos corridos, con el culo casi a ras de final. Clara se abrió de piernas sobre él, le agarró su polla y se la metió en su sonrosado coño que rezumaba de ansia, se inclinó hacia delante dejando aparecer su culo y su ano ya entreabierto. Maite embadurnó a conciencia la entrada de este agujero, jugueteando incluso con sus dedos en él y llenando de vaselina incluso los huevos de Pedro.

Después fue hacia Javier y le untó a conciencia. Yo pensé que le iba a hacer daño, ese enorme pollón entrando por el culo de mi novia, que apenas había sido penetrada por ahí un par de veces. Acercó la polla al culo y empujó sin mucha fuerza, reculó de nuevo y esta vez el empujón fue bastante mayor. Clara arqueó la espalda y dio un grito. Miré y vi como las dos pollas llenaban sus agujeros. Ambas pollas estaban totalmente dentro, solo se veían los huevos fuera. De repente, Maite me agarró por mi verga y me llevó encima de la cabeza de Pedro, donde Clara se introdujo mi polla en la boca, regalándome una hermosa mamada. Mientras tanto no dejaba de menearse arriba y abajo, provocando que las pollas entraran y salieran, mientras Pedro le estiraba los pezones y ella me seguía chupando el rabo.
De repente Clara empezó a gritar como una posesa. Me aprisionaba el rabo con una fuerza que nunca antes utilizó y se corrió, se corrió como nunca antes lo había hecho. Pedro también lo hizo. Yo estuve a punto de correrme, pero no lo hice. Sacaron sus pollas de Clara, ella se dio la vuelta y comprobé como mientras Maite se lanzaba a sorber el coño de Clara, mezcla de sus fluidos y del semen de Pedro, Maribel se puso a limpiar concienzudamente la polla de Pedro y luego el pollón de Javier, para tragar cuantas gotas de semen pudieran quedar. La fantasía de Maite y de Maribel consistió en lo siguiente. Primero se untaron de vaselina una a la otra desde el pubis hasta el final de la raja de sus culos, nos hicieron tumbar a Javier y a mí en el suelo, abiertos de piernas, con una pierna encima de la del otro, de modo que casi nuestros sexos estaban juntos. Maite se puso a horcajadas sobre Javier y se agachó sobre su polla, se la apuntó con ambas manos y se la metió, no sin algún esfuerzo, por su ano. Maribel hizo lo mismo conmigo, metiéndose mi polla hasta lo más profundo de su ser. No hizo falta ningún esfuerzo, su culo totalmente distendido y la enorme cantidad de vaselina lo hicieron posible.
Así estaban, una frente a la otra, cuando Maite tomó un objeto de color amarillo, de una forma parecida a un plátano, pero bastante más largo y luego de introducírselo en el coño de Maribel, se introdujo la otra punta en su vagina. Ambas se levantaron y llenas como estaban por ambos agujeros, comenzaron a juguetear la una con los pezones de la otra y a besarse entrecruzando sus lenguas. Pedro y Clara se acercaron uno por cada lado.

Su polla había recuperado su vigor, presentándose perfectamente enhiesta. Clara apartó un poco a sus amigas y tirando de la polla de Pedro le obligó a acercarse. En ese momento las tres de forma frenética comenzaron a chupar del miembro. Clara con una mano en el clítoris de cada una de sus amigas les ayudaba a sentir aún más placer, mientras ellas, con una mano sujetaban la polla y los huevos de Pedro y con la otra obsequiaban a mi novia con un masaje en el clítoris. Como si un semáforo nos hubiera dado la salida, nos corrimos los seis casi al unísono. Los gritos que debimos proferir debieron oírse en varios kilómetros a la redonda. Yo derramé toda mi leche en el culito de Maribel, mientras que Javier lo hizo en el de Maite.
Mientras Pedro se corría, Maite movió a izquierda y derecha su polla, de forma que las caras de las tres quedaron en mayor o menor medida llenas del semen. Cuando las tres se levantaron y Maite extrajo de sus coños el doble consolador, Clara vino a mí, me chupó totalmente la polla y me dio un beso profundo en el que me traspasó mi propio semen mezclado con vaselina del culo de su amiga. La verdad es que no me disgustó. Después y una tras otra repitieron la operación con sus respectivos compañeros, succionando lo poco que les pudiera quedar y compartiéndolo con ellos mismos. Nosotros las colocamos a las tres a cuatro patas, con sus culos hacia nosotros y fuimos pasando de una en una lamiendo los jugos que rezumaban de todos sus agujeros mientras les sobábamos sus colgantes tetas, de modo que todos chupamos los líquidos de todos. Al final de esta operación estábamos todos más que cansados, nos dimos un chapuzón en la piscina y nos tumbamos en la alfombra quedándonos dormidos. Despertamos tarde, nuestros amigos se marcharon, no sin antes decirnos
que deberíamos repetir la experiencia.
Besos.

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