Relato erótico
De lectora a protagonista
Su marido, asiduo lector de Clima, le descubrió el “mundo” de los relatos, Confiesa que se calienta leyéndolos y que de alguna manera la han ayudado a hacer realidad las fantasías de su marido.
Mónica – MADRID
Antes de comenzar a contar mi historia, amiga Charo, quiero agradecerte a ti y a tu revista que sus relatos me ayudaron a cumplir la fantasía de mi marido y me ayudaron a abrir mi mente.
Mi nombre es Mónica, tengo 25 años, con buen cuerpo, tetas grandes, cintura normal y buenas nalgas, mi marido se llama Agustín, tiene 28 años, alto de buen porte y un miembro normal de 17cm. Estamos casados desde hace tres años y vivimos en Madrid.
Mi historia comienza hace dos años y medio mas o menos, cuando un día y después de haber tomado unas copas, mi marido me propuso hacer un trío con un amigo diciéndome que esa era su fantasía y que le gustaría que nuestra relación fuera así de abierta. En ese momento pensé en dejarlo, me negué a sus propuestas y me enojé, después pasó el tiempo, nos casamos y el tema se olvidó, pero no para mí. Un día, leyendo tu revista, me comenzaron a poner cachonda las historias de tríos y de orgías, y a partir de esto cambié mi forma de pensar y de vestir, cosa que al principio a mi marido le pareció un poco extraño, pero al mismo tiempo le gustaba que me vistiera más sensual.
Hace cuatro meses se nos presentó un viaje a una provincia de nuestra ciudad, aceptamos porque queríamos tomar unas vacaciones, pero para este viaje me propuse cumplir la fantasía de mi marido y decidí comportarme de manera más abierta, como algún día me lo propuso mi marido. Para este viaje me compré mucha ropa atrevida y dos bikinis hilo dental. Al llegar nos alojamos en un hotel y después de un descanso y de una buena ducha, salimos a dar un paseo y yo, para este paseo, me vestí de una manera muy sugestiva, me puse unos shorts de jeans muy cortos los cuales dejaban ver parte de mis nalgas, me puse una camiseta semi transparente, sin sujetador, la cual dejaba ver bastante de mis tetas y fuimos a la plaza principal de pueblo donde muchos hombres no me dejaban de mirar. Al rato vimos llegar ese día mucha gente y de uno de los buses bajaron dos muchachos de aproximadamente 23 años muy deseables los cuales no me dejaban de mirar. Esta situación puso a Agustín de mal humor, pero no podía negar que la situación de que fuera yo la atención de tantos hombres lo excitaba mucho.
Al volver al hotel tuve la gran sorpresa de ver a los dos muchachos que había visto en la plaza, alojarse en el mismo hotel donde estábamos nosotros. Por la tarde fuimos a la piscina y me puse el hilo dental que me había comprado. A Agustín le impresiono mucho que me vistiera así pero no me dijo nada, y al llegar a la zona de la piscina mi hermoso culo captaba las miradas de muchos hombres y los comentarios de muchas personas. Después de un rato fueron a la piscina los dos muchachos que vi en la plaza del pueblo.
Yo estaba echada de frente con mis nalgas a la vista de todos y mi marido estaba en la piscina. Ellos se sentaron frente a mí sin dejar de mirarme y cuando ya estaba en la piscina ellos dos se me acercaron y como sin querer, debajo del agua, hubo unos pequeños roces los cuales Agustín no llegó a observar.
Ya casi al final de la tarde Agustín se fue a vestir y yo me quedé aprovechando los últimos rayos de sol, pero grande fue mi impresión cuando los dos muchachos se acercaron a conversar, uno se llamaba Pedro y el otro Manuel, y eran estudiantes de intercambio que se hicieron amigos. Manuel era más abierto que Pedro, es decir hablaba más. Pronto me preguntaron sobre Agustín y les conté que era mi marido, añadiendo ellos entonces que lo envidiaban por la esposa que tenía. Así siguió la conversación hasta que nos despedimos, pero por la noche al ir a cenar al restaurante, los volví a ver y se los presenté a mi marido. Por casualidad Pedro estaba estudiando la profesión que tiene Agustín así que se llevaron de maravilla, conversamos hasta muy tarde, bebimos unas copas y nos fuimos a dormir. Más o menos así transcurrieron los dos días siguientes hasta que, un día antes de volver de nuestro viaje, fuimos como todas las tardes a la piscina y ya nos sentábamos junto a Pedro y Manuel, pues teníamos más confianza. Esa tarde tomamos muchas cervezas y al final de la tarde Agustín se fue a vestir y yo me quedé con nuestros nuevos amigos un rato más y entre risas, Manuel me dijo:
– ¿Crees que tu marido se molestaría si le pidiéramos de hacer el amor contigo?
Yo me sorprendí un poco de su propuesta, pero le respondí que esa era precisamente una de sus fantasías. Entonces Pedro me preguntó entonces que opinaba yo.
– Me da un poco de miedo – le dije – pero lo haría con gusto porque a mí también me gusta la idea.
– No te creemos – respondieron sonriendo – pero para demostrarnos que estás dispuesta, déjanos tocarte un poco.
Nos alejamos un poco del lugar de la piscina, me eché en el césped y ellos comenzaron a tocarme, a besar mis tetas, metieron sus dedos en mi coño, que estaba muy mojado, pero aunque yo estaba muy caliente, decidí pararme e irme a mi habitación, aunque quedamos de vernos por la noche.
Esa noche decidimos tomar unas cuantas copas al borde de la piscina, y cuando, a altas horas de la noche, Agustín se fue un rato al baño, Pedro y Manuel no esperaron ni un segundo para besarme y tocarme, hasta que al volver Agustín, se sorprendió mucho y se molestó con ellos pero yo lo tranquilicé y le dije que él quería hacer esto desde hacía mucho tiempo, así se fue tranquilizando poco a poco, volvimos a conversar amenamente y nos retiramos todos a nuestra habitación donde seguimos bebiendo y comenzamos a jugar juegos con penitencias.
Agustín me miraba cada vez más caliente hasta que en una de sus penitencias me pidió que me desnudara. Hice un show completo para los tres, y ya no me pude aguantar más, pues al estar desnuda ante tres machotes me excité mucho, me puse a cuatro patas sobre la cama y me puse a comer el enorme miembro de Manuel, que era el más dotado, mas o menos 22 cm. Pedro se recostó a su lado y también sacó su polla que era como la de mi marido. Lentamente empecé a comerme las dos tremendas vergas alternando una por una, mientras Agustín solamente me miraba totalmente excitado mientras se masturbaba.
Después de un rato me di la vuelta y empecé a chupar la pilla de Agustín, que estaba bien dura, mientras Pedro y Manuel se desvistieron totalmente y muy educados preguntaron a Agustín si podían follarme, él aceptó y les pidió que usaran preservativos para la penetración, ellos sacaron unos cuantos que habíamos traído nosotros y comenzó la fiesta.
Agustín se echó en la cama, yo seguía a cuatro patas volviendo a comerme su miembro y Manuel, que era el más lanzado, se puso el preservativo, puso dos dedos en mi coño, los sacó y me penetró de un golpe. Nunca había sentido un miembro tan grande así que grité como nunca pues me envestía como un animal mientras que Pedro solo miraba. Mi marido se excitó tan rápido que se corrió en mi cara a los pocos minutos. En eso me puse a mamar el miembro de Pedro mientras que Manuel me seguía penetrando como si fuera una putita y me decía:
– ¿Te gusta putita, te gusta?
Yo solo atinaba a decir que sí. Después de un rato Manuel sacó su miembro de mi coño, que estaba más abierto que nunca, se sacó el preservativo y eyaculó toda su leche en mi boca, que yo me tragué entera sin decir nada. Con todo eso, Agustín recuperaba un poco de fuerzas, por lo que me dio la vuelta y me comenzó a penetrar como nunca lo había hecho, corriéndose muy rápido. Pero yo era muy feliz porque ya estaba sintiendo muchos orgasmos. Entonces Pedro, que no me había follado aun, se acerco a Agustín, le dijo algo al oído y él respondió:
– ¡Claro que sí!
Lo que le había dicho era si me podía follar por el culo. Ya antes Agustín me había penetrado por el culo, pero las tres veces que lo habíamos hecho me dolió mucho, pero esa noche era tan putita que aguantaba todo. Se me acercó Pedro con una crema que Agustín le había proporcionado, me puso con uno de sus dedos esta crema y aunque me dolió mucho, no dije nada y al poco rato me penetró lentamente. Pero como me dolía mucho yo gritaba como una cerda aunque al mismo tiempo me encantaba. Poco a poco fue aumentando la velocidad de sus envestidas y me agradaba sentir ese dolor placentero. Entonces Agustín se situó junto a mí y me comenzó a dar nalgadas muy fuertes mientras me decía:
– Ya que así te gusta putita, ahora vas a ser así, una puta, siempre.
Sus palabras me causaban más excitación y cuando Pedro se corrió muy rápido, mi ano quedó tan abierto que sin dudarlo Manuel, que se había recuperado, me penetró. Eso me dolió mucho más porque el tamaño del miembro de Manuel era enorme. Me dio unas buenas envestidas mientras que Pedro y Agustín me miraban, aunque al rato Pedro y Agustín se acercaron a Manuel y le dijeron algo al oído. El volvió a responder el claro que sí y aunque yo preguntaba qué era lo que planeaban, Agustín me dijo:
– Eso a ti, no te interesa.
Pedro se acostó en la cama y me pidió que pusiera mi coño en su miembro para que me penetrase. Yo no sabía en ese momento de que se trataba y empecé a moverme, pero al poco tiempo Manuel me agarró por atrás y me penetro por el ano de un solo golpe. No puedo explicar la sensación que sentí en ese momento pero me sentía como toda una puta muy complacida. Agustín, entonces, sacó la cámara y empezó a filmar la escena. Eso me excitó mucho así que empecé a moverme más rápido, sintiendo como esos dos machos me penetraban mis agujeros. Luego Agustín se arrodilló delante de mí y me pidió que empezara a chupar su miembro, aunque no pude complacerlo totalmente porque solo me dedicaba a chillar de dolor y de placer. Después de un rato de estar así, sacaron sus miembros de mis agujeros, se arrodillaron en la cama y me obligaron a chupar uno a uno sus pollas hasta que explotaron de placer, mientras que Agustín seguía filmando la escena. Me tragué la leche de los tres y al final nos quedamos dormidos.
Al día siguiente nos duchamos juntos, los tres me metían la mano donde querían y cuando querían, me daban nalgadas, metían sus dedos en mi coño, en mi ano, toda la mañana jugaron conmigo como si fuera su puta particular. Me sentí estupenda ese día, fuimos a comer juntos y por la tarde emprendimos el viaje de regreso, aunque quedamos en repetir un viaje así y yo seria su puta nuevamente. Agustín al poco tiempo les regaló una copia del video y nosotros fantaseamos viéndolo casi todas las noches.
Mi marido quedó muy contento por haber cumplido su fantasía y para mí fue hasta hoy la mejor experiencia de mi vida y no vemos el día en que la podamos repetir.
Gracias a todas las personas que escriben los relatos, ayudaron a hacer realidad muchas fantasías y me ayudaron a tener una mejor relación con mi marido.
Besos de los dos.