Sugerencia aceptada

A su mujer, el sexo no le gustaba tanto como a él, incluso le había llegado a decir, en broma, que porque no se buscaba una amante y la molestaba menos. Le hizo caso, contactó con una pareja de la Revista Clima y dice que nunca en su vida había follado tanto, y tan bien.

Raúl – BARACALDO

Amigos de esta revista, os voy a contar lo que me pasó este fin de semana. Como mi mujer viaja mucho para ir a ver a su familia y tarda unas semanas en regresar, decidí poner algo picante en mi vida. Quiero decir que mi mujer no es muy caliente que digamos y alguna vez, cuando le digo que quiero follar, me dice que me busque una amante para que me complazca.

Mirando la Revista Clima, encontré un contacto de una pareja que buscaban a un hombre para que se follara a la mujer. Les llamaremos Luisa y Pedro y ella tiene 43 años.

Luisa es rubia, con unos pechos muy bonitos, redondos, que llenan la mano de cualquier hombre, y unas nalgas increíbles. Además su cuerpo es todo bronceado, ya que siempre toma el sol desnuda en la terraza de su casa, en verano. Debe medir 1,57 y tiene un buen cuerpo, con unas nalgas que sobresalen y un pecho bastante voluminoso. Su marido es más bajito.

Hablamos varia veces por el móvil y nos intercambiamos fotografías, hasta que decidimos quedar citados para el sábado. Quedamos en mi casa para conocernos, tomar unas copas, y si congeniábamos iríamos a cenar fuera y después… ¡A follar!

Llegaron a la 4:30 de la tarde. Estaba tan nervioso que cuando llamaron casi me da un colapso. Nos saludamos, les enseñé la casa y luego nos tomamos una copa. Poco a poco nos fuimos conociendo y relajando. Transcurrida una hora, Pedro estaba tan a gusto que le tocaba el pecho a Luisa delante de mí sin ningún pudor.

Yo me estaba excitando mucho y quería tocar yo también pero decidí esperar un poco. Estaba claro que nos entendíamos y que había buen rollo, por lo tanto seguimos con los plantes. No podía creer que me iba a follar toda la noche a esa maravillosa hembra con su marido. Me daba escalofríos. Antes había hecho un trío con un amigo y una amiga que no eran pareja. Pero esa vez era mucho más excitante. Al rato se fueron a la habitación, vino Pedro a buscarme y me dijo que pasara para ver lo que me esperaba.

Su mujer estaba casi desnuda en la habitación. Pronto la acostamos en la cama y empezamos los dos a chuparle los pechos. Ella estaba muy relajada, pero no pasamos de ahí, nos vestimos y nos fuimos a cenar a un restaurante.

En el restaurante, Pedro tocaba los pechos de Luisa muy discretamente, además le pasaba la mano sobre el coño, también muy discretamente. Yo, muriéndome de ganas de tocarla, tenía que esperar. Hablamos de sexo, sexo, sexo y todo lo que le íbamos a hacer a su mujer.

Por fin la cena terminó y nos fuimos a mi casa. Nos quedamos en el salón, yo seguía vestido pero no por mucho rato. Pedro besó a su mujer, y le acariciaba el chocho, que por cierto, lo llevaba todo depilado.

Me dijo que podía besarla y rápidamente empecé a morrearla, mientras su marido nos hacia fotos. Le tocaba las tetas y pude comprobar que el chocho le chorreaba.

Luisa besaba con una sensualidad increíble. Buscaba mi polla para ver el efecto que me hacía. Yo seguía besándola y acariciando sus pechos mientras su marido empezó a comerle la otra teta…

Jugamos a calentarnos durante un rato. Luisa se arrodilló y me chupaba la polla, y su marido le acariciaba el chocho. Los tres estábamos jadeando y gimiendo como cerdos.

Su marido estaba a tope, porque a la que Luisa le agarró la polla y se la chupo, tardo muy poco rato en correrse. La tía se lo tragaba todo, menos unas gotas que le cayeron sensualmente sobre las tetas.

Yo estaba que no podía más y en cuanto Luisa me cogió de la mano, me tumbó en la cama y empezó a mamármela, le llené la boca de leche. Cuando acabé, me di cuenta de que el cabrón de su marido estaba tomando fotografías de todo.

Fui a por algo parar beber y les puse un vídeo casero que tenía en el que estaba follando con mi mujer. A Luisa debió calentarle ver cómo me tiraba a mi mujer, porque se arrodillo delante de su marido y le comió el rabo como una posesa. Yo participé frotándole el chocho y metiéndole un par de dedos para follárselo. La muy zorra se corrió y me llenó la mano con su orgasmo.

Se levantó y dijo que estaba muy caliente y que quería que le comiéramos en coño. La obedecí sin pensármelo, comerme chochos es algo que me encanta y más si están depilados como el de Luisa. La senté en el sofá, le abrí las piernas y empecé a pasarle la lengua por su húmeda raja.

Ella no paraba de gemir, pero cuando le agarré el clítoris con los labios y se lo succione como su fuera una teta, tuvo una serie de orgasmo seguidos que casi me ahogan. No paré, sé lo que les gusta a las mujeres. La hice correr al menos siete veces, hasta que dijo que quería follar, que quería tener mi polla dentro y que la destrozara de tanto follar.

Me tumbé en el suelo y empezó a cabalgarme, pero como no era la primera vez que se montaban un trío, sabía lo que tenía que hacer. Se colocó de tal forma que le dejo el ojete a disposición de su marido. No tardó ni un segundo en metérsela por el culo.

Era increíble ver a esa mujer así gozando con dos hombres. Después de un rato, ella me dijo:

– ¡Fóllame por favor, fóllame, quiero sentirte dentro y quiero que eches tu semen dentro de mí!

Nos la estábamos follando sin descanso, pero de pronto dijo:

-Cariño, cédele el sitio quiero que me meta su enorme polla en el culo, que me lo pete, que me lo reviente y que me lo llene de leche.

Casi me corro cuando la oí decir esto. Su marido se incorporó, Y Luisa se dirigió al sofá poniéndose de cuatro patas mientras decía:

-Hazme fotografías quiero ver ese pollón en mi culo…

Ver sus grandes nalgas atravesadas por mi polla me ponía caliente a tope, de hecho, no pude aguantar mucho rato más y me corrí dentro de su cueva trasera. Cuando solté la última gota de leche, me temblaban hasta las piernas, y decidimos descansar un rato. La única que estaba radiante era Luisa, las mujeres tienen esa suerte, se corren mil veces y nunca se agotan.

Eran las cinco de la madrugada, y les dije que si querían podíamos acostarnos y dormir un rato. Nos quedamos dormidos a los pocos minutos, yo me desperté sobre las ocho de la mañana y en cuanto vi a Luisa a mi lado, y el balanceo de sus tetas cuando respiraba, me pusieron la polla a tope.

Le acaricié la barriga, y poco a poco fui bajando hasta llegar a su chocho. Se lo acariciaba suavemente y ella, inconscientemente abrió las piernas. Su marido se despertó y me dijo que si le comía el chocho, ella, me lo “agradecería” muchísimo.

Me coloqué entre sus piernas y le fui lamiendo y chupando el coño, empezó a gemir y a suspirar, hasta que se despertó, agarró mi cabeza y la apretó contra su almeja hasta que gritando se corrió. Era como una gata caliente y sensual, se levantó, me tumbó en la cama y me hizo la mejor mamada que me han hecho en la vida. Tenía una técnica que, cuando estaba a punto de correrme, sabía cómo parar la eyaculación y volvíamos otra vez a las andadas. Tarde casi media hora en correrme, pero solté tal cantidad de leche que su boca no podía tragársela.

Pedro salió del baño y sonrió, diciendo:

-Ya te dije que sabría agradecerte la “comidita”.

Nos dimos un buen baño los tres, desayunamos y nos despedimos. Quedamos citados para el siguiente fin de semana y nos hemos seguido viendo hasta el día de hoy. Ya han pasado nueve meses desde nuestro primer encuentro, y la confianza ha llegado a tal punto, que el miércoles pasado, justo cuando mi mujer se fue de viaje, me llamó Pedro y dijo que como tenía que irse fuera unos días por temas de trabajo, me sugirió que si quería podía instalarme en su casa y así, además de hacerle compañía a su mujer, la dejaría satisfecha sexualmente. Por supuesto, acepté.

Mi mujer sigue haciendo su vida, va a ver a su familia y lo único que me ha comentado es lo siguiente:

-Parece que ya has madurado un poco y se te ha pasado la tontería esa de tener sexo cada día. Menos mal, porque no sé si lo hubiera aguantado.

Le dije que tenía razón y nada más. Era mejor que pensara que mis deseos de sexo habían disminuido cuando en realidad, me pasaba todo lo contrario. Nunca en mi vida había follado tanto y tan bien.

Saludos y hasta muy pronto.