Relato erótico
¿Bisexual o curioso?
Fueron a tomar unas copas y, en la mesa de al lado, había una pareja hablando de sexo. Poco a poco se fueron calentando y por casualidad entablaron una conversación con ellos.
Jaime – Madrid
Hace unos meses, estábamos con mi mujer en un bar de copas charlando de nuestras cosas, cuando nos fijamos en otra pareja que estaba en la mesa contigua a la nuestra pues, y al estar muy juntas, se escuchaba todo o casi todo lo que decían y nos picó la curiosidad por el mero hecho de que todo el rato estaban hablando de sexo; que si folladas, mamadas, de lo bien que lo pasaban siempre, etc.
Nosotros nos mirábamos y reíamos por lo bajo, pero disfrutábamos de lo que contaban, incluso nos llegamos a excitar un poco. Se veía una pareja simpática y educada. Como es lógico, al rato se dieron cuenta que los estábamos mirando y escuchando lo que estaban hablando, y como si eso les gustara, siguieron hablando de sus aventuras y fantasías, pero un poco más alto, para que pudiéramos enterarnos mejor sin perder ningún detalle.
De la misma manera también nos miraban de reojo y comprobaban como nos íbamos excitando cada vez más. Para seguir el juego, también nosotros empezamos a hablar de sexo igual que ellos. Nos imaginamos que estábamos con ellos montando una orgía entre los cuatro, cosa que no habíamos hecho nunca.
Siempre fantaseábamos hablando de intercambios, tríos, orgías y cosas similares, mientras teníamos relaciones sexuales, en caliente, pero cuando terminábamos, algunas veces lo habíamos comentado en frío y mi mujer siempre decía que no se atrevería, en cambio yo siempre creía que lo aceptaría encantado, pero me daba corte. Ellos se dieron cuenta de nuestra conversación, y con la excusa de pedir fuego, empezamos a conversar sobre lo malo que era el tabaco.
Por lo visto les caímos bien y nos propusieron que juntáramos las mesas, nosotros aceptamos encantados y las juntamos. Hicimos las respectivas presentaciones; él se llamaba Agustín y ella Sofía, eran una pareja de muy buen ver, él mediría unos 1’75m de altura y tenía un buen cuerpo atlético. Sofía, mediría unos 1’65m de altura y también tenía un cuerpo, con buenas formas, buen culo y pechos más bien grandes).
Quedamos sentados Agustín y yo de lado y Sofía y mi mujer frente a nosotros. Seguimos hablando del local que era muy acogedor y muy tranquilo, con luces suaves que hacía un ambiente bastante íntimo. Pedimos otras copas más, después nos preguntaron si habíamos escuchado la conversación que tenían antes de hablar con nosotros, le dijimos que sí, que nos perdonaran, pero era inevitable escucharlos por la proximidad de las mesas.
También nos preguntaron qué opinábamos de lo que decían y les dijimos que os había parecido una conversación muy interesante y excitante a la vez. Seguimos hablando del tema, que sí los tríos, los cambios de pareja, la bisexualidad y de las fantasías de cada uno…
Después de varias copas, la conversación se iba animando y se notaba un punto de excitación por parte de los cuatro. Yo por mi parte, iba tocando las piernas y los muslos de mi mujer por debajo de la mesa con mis pies, y en algún momento y por equivocación, llegué a tocar las piernas de Sofía, aunque ella no dijo nada, supongo que Agustín hacia lo mismo. Al cabo de un buen rato nos dijeron que era muy tarde y pronto cerrarían el bar, invitándonos a tomar unas copas en su casa, la cual se encontraba muy cerca del bar.
Tras la propuesta, nos miramos y Cristina, mi mujer, rápidamente dijo que sí, sin pensárselo un momento. Pagamos las consumiciones y nos fuimos a su casa, por cierto, una casita muy acogedora.
Nada más llegar, entramos al salón y Agustín nos sirvió unas copas y puso música para alegrar el ambiente. Seguimos hablando de todo un poco hasta volver a tocar el tema del sexo y así estuvimos un rato hasta que Agustín se levantó y sacó a mi mujer a bailar, ella aceptó y salió a bailar con él, mientras Sofía y yo nos quedamos sentados mirando como bailaban. Empezaron normal, pero hubo un momento que estaban tan juntos que no pasaba ni una aguja entre medio de los dos, cara con cara y cuerpo con cuerpo, las manos de Agustín palpaban y masajeaban el culo de Cristina, igual que ella hacía con el de Agustín.
Esta escena nos estaba excitando a Sofía y a mí, nos miramos y decidimos también salir a bailar con ellos. Nos arrimamos al momento, palpándonos nuestros cuerpos, ella cambio la cara cuando notó mi excitación y empezó a mover las caderas rozando todo mi paquete y poniéndome a cien, yo empecé a besarle el cuello y mordisquearle el lóbulo de la oreja.
Le aparté un poco el cuerpo para poderle acariciar bien sus deliciosas tetas, primero por encima de la camisa y poco a poco fui metiendo la mano por dentro hasta acariciarle los pezones. Por el otro lado vi que Agustín y mi mujer estaban morreándose y metiéndose mano por todos lados; los dos estaban iguales de calientes que nosotros.
Vimos cómo se dirigieron al sofá y empezaron a meterse mano, él le saco la camisa y el sujetador, mientras ella le desabrochaba el pantalón y le metía la mano dentro del calzoncillo para cogerle in preámbulos la polla y empezar con un suave sube y baja para ponérsela más dura (tenía una buena polla de 22 a 25cm, larga y gorda). Cuando la tuvo bien dura, se agachó y empezó con una mamada fenomenal. Me quedé muy extrañado con la reacción de Cristina, ya que siempre que habíamos hablamos del tema siempre decía que no, porque ella nunca podría hacerlo… Nosotros seguíamos bailando y tocándonos, pero después de verlos a ellos, nos pusimos más calientes si cabe y también nos unimos junto a ellos en el mismo sofá. En pocos minutos quedamos los cuatro desnudos por completo.
Mientras Sofía me chupaba la polla, como estábamos tan juntos, podía mientras acariciar el coño de Cristina al mismo tiempo. Sofía al mismo tiempo alargó la mano y empezó a acariciar las duras tetas de mi mujer; yo estaba anonadado, ya no sabía no donde estaba, no podía imaginar lo que estaba pasando, cuando sin darme cuenta hubo un cambio que nunca hubiera imaginado… Noté que otra boca me la estaba chupando y al mirar descubrí que era la boca de Agustín. Hasta ese día, nunca me la había chupado un hombre, pero sinceramente lo hacía de maravilla, así que seguí el juego disfrutándolo al máximo. Después de un rato, cuando dejó de chupármela, aproveché y me tumbé encima de Sofía, para empezar a follármela, ella debajo y yo encima. Lo mismo hizo Agustín con mi mujer en la alfombra.
Después de oír como gemía de placer Cristina y habiendo tenido un par de orgasmos, le dijo algo en la oreja. Al momento noté unas caricias muy suaves en mi culo, que fueron lentamente a acariciar mi esfínter; sin darme cuenta tenía un dedo metido en el culo y al poco rato, empezó a meterme la polla poco a poco hasta que consiguió metérmela entera. Al principio me dolió un poco, pero después sentí un placer inimaginable, me gustó un montón. Mientras me la estaba metiendo, Cristina chupaba los pechos de Sofía.
Después me la sacó y cambiamos de posiciones, él chupaba el coño de su mujer, mientras ella chupaba el coño de la mía; solo quedaba la polla de Agustín libre. Yo no había chupado nunca una polla, pero como él me la había chupado antes, decidí hacer lo mismo. No me lo pensé dos veces y me lancé a por su polla (la verdad es que me gustó y disfruté mucho de aquel sabor).
Cuando llevaba un rato disfrutando de su polla, Sofía me dijo que le gustaría ver como se la metía por el culo a Agustín y así lo hice. Empecé metiendo la puntita muy despacio hasta que entró y luego fui entrando muy despacio hasta que entró entera, luego empecé con un mete y saca muy lento, ya que no quería correrme tan pronto; era genial sentía un inmenso placer al tener la polla tan apretada en su culo. Después Cristina dijo que quería ver como Agustín se corría en mi culo y así lo hizo. Volvió a metérmela en el culo y empezó el mete y saca cada vez más rápido, hasta que se corrió dentro. Yo sentí como salía la leche y me llenaba el culo. Cuando la sacó, Sofía aprovechó para chupar la polla de Agustín Cristina empezó a lamerme el culo chorreante de leche.
Después empezaron los tres a chuparme la polla, los huevos, el culo… Hasta que no aguanté más tanto placer y me corrí mientras seguían chupando mi leche y se la pasaban de uno a otro. Cuando acabaron de dejarme las partes bajas totalmente limpias, nosotros ya estábamos vacíos y agotados, entonces siguieron ellas dos chupándose el coño y el culo hasta que se corrieron, Cristina como nunca lo había hecho. Quedamos los cuatro agotados, tumbados y descansamos un buen rato, tomamos otra copa y después nos fuimos los cuatro a la bañera. Era una bañera redonda pero apenas cogíamos dentro. Nos enjabonándonos los unos a los otros y volvimos a calentarnos un montón, entonces fue cuando Cristina comentó que le gustaría ver como Agustín y yo nos dábamos un buen morreo con lengua, y lo hicimos.
La verdad es que con tanta calentura disfrutaba al máximo de todo aquello y me gustaba, hasta el punto que volvimos a calentarnos todos, ellas hicieron lo mismo y al final en la misma bañera nos liamos los cuatro otra vez. Fue una velada excepcional, lo pasamos muy bien, y desde aquel día lo hemos repetido varias veces. Hace dos semanas, en el último encuentro, hemos incluido algunos juguetes eróticos como vibradores, consoladores y bolas chinas.
Nunca había tenido relaciones con otra mujer que no fuera la mía y menos con otro hombre, y ahora que las he tenido y me ha gustado mucho, puedo decir que soy bisexual. El otro día por casualidad me encontré con Agustín en un bar, yo estaba tomando un café y apareció él, se sentó conmigo y tomo otro café. Estuvimos hablando un buen rato de nuestros encuentros y nuestras aventuras, nos fuimos animando en el tema hasta que no pudimos evitar coger un calentón tremendo, así que como Cristina no estaba y tardaría mucho en llegar, le propuse de subir a mi casa para desfogar un poco ese fuego. Por supuesto el aceptó encantado la invitación y sin esperar más tiempo, subimos. Le serví una copa y otra para mí, seguimos hablando y sacamos el tema de la bisexualidad. Terminamos viendo una película porno sobre el tema. A los cinco minutos de empezar, Agustín comenzó a meterme la mano por los muslos, hasta llegar a mi paquete; yo hice lo mismo.
Al poco tiempo nos desabrochamos los pantalones, sacamos nuestras pollas, el uno al otro. Agustín se inclinó hacia mí y se la metió en la boca para hacerme una mamada mientras yo se la estaba pelando.
Después acabamos haciendo un largo sesenta y nueve y al mismo tiempo nos metíamos uno o dos dedos en el culo.
Luego él se levantó, me puso a cuatro patas y empezó a meterme la polla muy despacio por el culo hasta que me la clavo entera y empezó a meterla y sacarla lentamente, mientras con una mano me acariciaba los huevos y la polla.
Cuando estaba a punto de correrse la sacó y me la puso en la boca para que me tragase toda su leche. Una vez que él se corrió, empezó a lamerme los labios y la boca para saborear su propia leche. Después cambiamos de posición, se puso a cuatro patas y yo se la metí por el culo y también hice lo mismo que él, me corrí en su boca y después le lamí labios y boca. Después nos vestimos y Agustín se despidió con un morreo, como les gusta vernos a nuestras mujeres.
Por la noche, cuando llegó mi mujer, me notó más contento que otros días y algo sospechó, pero no me dijo nada hasta después de la cena, que empezó a preguntar a qué venía la cara de satisfacción que se me veía y al final le conté lo que pasó. Ella iba calentándose mientras le contaba lo ocurrido.
Después de contárselo se fue hacia la habitación y al poco rato apareció con un traje mío y empezó a comportarse como un hombre que quería liarse conmigo, yo le seguí la corriente. Empezó a meterme mano por todos los sitios hasta llegar a los botones del pantalón, los desabrochó y sacó la polla que estaba más que erecta, me hizo una pequeña mamada y la soltó para que yo siguiera con ella. Le empecé a tocar los muslos y subir por la entrepierna, cuando llegué a su coño, noté un bulto que me extraño, le desabroché los pantalones y salió un arnés con una polla fenomenal, la cual me hizo chupar hasta dejarla bien lubricada, cogió un bote de vaselina de la mesita, me giró y poniéndome a cuatro patas, empezó a penetrarme poco a poco hasta que me la metió entera dentro de mi culo, siguió metiendo y sacando y al mismo tiempo me decía:
– ¡Cabrón! ¿Era así como te follaba Agustín?
– Si, sigue así, dame fuerte, rómpeme el culo -contesté.
Al mismo tiempo que me la metía, iba acariciándome la polla y los huevos, cuando vio que estaba casi a punto de correrme, paró y me la saco del culo para que yo la follara hasta correrme en su coño, y así lo hice.
Desde entonces nos vemos los cuatro una o dos veces al mes y salimos a cenar o a tomar copas y siempre acabamos en su casa o en la nuestra, haciendo realidad todas nuestras fantasías.
También algunas veces nos hemos encontrado por separado, ellas dos o nosotros dos y también hemos hecho de las nuestras, y después nos lo hemos contado mutuamente y de esta manera nos calentamos un montón.
Besos y saludos para todos los lectores de esta magnífica revista.