Relato erótico
Asignatura pendiente
Le gustaba ese hombre desde que estudiaban y aunque ella tenía novio, le atraía muchísimo. Tenía fama de buen amante pero, se quedó con las ganas. Al cabo de varios años volvió a la ciudad y se vieron. Estaban casados los dos, pero…
Marisa – Alicante
Yo soy Marisa, una mujer de 30 años, y actualmente estoy casada con Eugenio, tengo un hijo de cinco años, soy una mujer normal, no quiero presumir en belleza porque mentiría, pues si bien no soy muy bonita, no tengo mal tipo y a lo largo de mi vida he tenido algunos novios, mi cuerpo no es exageradamente hermoso, pero tengo lo mío, mido 1,65 m, tengo unas tetas a mi parecer estupendas ya que son grandes pero sin exagerar y no muy duras pero eso sí, con unos pezones que se ponen duros cuando me excito, una cintura delgada, vientre plano y a pesar de que mis piernas son delgadas están muy duras y mi culo es hermoso, ningún hombre, cuando me pongo pantalones ajustados, deja de mirarlo, no tengo un culo grande pero si de buen tamaño, la verdad está todo en su lugar, mis nalgas son duras y redondas y contrastan con mi cuerpo.
Todo empezó ya hace varios años cuando estudiaba en mi ciudad., Yo ya había tenido cuatro novios y en ese tiempo conocí a Eugenio un chico rebelde pero muy bien parecido, con un cuerpo delgado y musculosos, él no estudiaba conmigo y solo en algunas ocasiones me acompañaba a clases y todas las noches pasaba por mí. Yo tenía 18 años y casi no sabía nada de sexo, mi novio siempre estaba excitado y eso me encantaba, sentía su pene duro rozándome y eso me hacía estar muy mojada.
Nunca pasó de ahí hasta que conocí a Carlos, un hombre perfecto, además de ser muy guapo y tener siempre a todas las mujeres de mi escuela locas por él, poseía un cuerpo de maravilla, jugador de futbol americano, hombros anchos, brazos y piernas musculosas, un culo duro y por comentarios de varias chicas que tuvieron relaciones con él, un pene que me decían era largo como de 24 cm. y muy gordo. Eso lo hacía el amante perfecto ya que a las chicas más zorras de la escuela se las folló y a decir de ellas lo disfrutaron de lo lindo.
En una ocasión Carlos conoció a mi hermana, que a diferencia de mí, no es muy atractiva pero con un cuerpazo increíble. Ella se enamoró de él y como ella quería estar junto a él, venía conmigo a todas las fiestas que se organizaban.
Más tarde cuando llegó a casa me dijo que había follado con él. Estaba todavía súper excitada y yo intrigada, le pedí que me lo explicara con todo detalle.
Ella me dijo y confirmó que su polla era muy grande y gorda y que le hizo el amor como nadie, que le mamó todo el cuerpo, que ella le había mamado la polla y que él no solo se conformó por follársela hasta el fondo de su coño sino que también por el culo, cosa que mi hermana nunca había hecho, por lo cual para ella fue una experiencia inolvidable.
Por lógica, él siguió saliendo con mi hermana solo para seguírsela follando de vez en cuando, hasta que a él ya no le interesé seguir con ella, por esta razón para mí fue un reto hacer el amor con él.
Transcurrió el tiempo y nunca pasó nada, pero mi última oportunidad fue el día de la graduación. Ese día, en una sección de fotografías, me sentía tan excitada que me senté en sus piernas y pude sentir como su polla crecía. Yo me levantaba, daba algunas vueltas y volvía a sentarme en sus piernas, cada vez más cerca de su polla. Cuando llegó el momento de que nos tomáramos la foto de graduación, él se puso detrás de mí y frotó su verga en mi culo. Fue la gloria.
Por la noche, él llegó con la chica más bonita y sexy de la escuela a la fiesta de graduación. Era lógico que mi fantasía no se cumpliría, y para mi sorpresa Eugenio me pidió en matrimonio esa misma noche y yo, como a cualquier mujer que la piden en matrimonio, me emocioné y lo acepté. Nos casamos un año después, cuando yo tenía 21 años, a los dos años tuvimos un hijo y de Carlos no supe más porque se fue a otra ciudad a seguir estudiando.
Pero pasaron cuatro años más y Carlos volvió a mi vida, no sé si el matrimonio y el tener un hijo me puso el cuerpo más atractivo, pero me crecieron más las tetas y mi culo se agrandó. La verdad es que me sentía muy bien y nunca faltaron los hombres que se fijaban en mí, que me piropeaban en la calle haciéndome sentir una mujer muy sensual y sexy.
Estaba en mi casa cuando Carlos llamó a la puerta. Me dio una alegría enorme verlo nuevamente, entró, me dio un beso en la mejilla y me abrazó. Me encantó el contacto directo que tuvieron mis tetas en su pecho musculoso. Hablamos de nuestras vidas y él me contó que hacía un año que se había casado y que había vuelto a vivir aquí con su mujer. Carlos jugaba con mi hijo y todo fue conversación normal hasta que llegó Eugenio y se pusieron a hablar los dos.
Yo no dejaba de mirarle el bulto, en mi cabeza pasaron los recuerdos del día que estuve a punto de hacer el amor con él y eso me puso súper mojada, pero a la vez me hacía sentir culpable por mi marido al que amo tanto y me sentía muy mal por estar tan excitada por Carlos.
Eugenio lo invitó a cenar el fin de semana junto con Sara, su mujer, y yo en ese momento desistí de todo intento de seducción hacia él, pensé que con él y su mujer solo lograría una amistad. Pero estaba equivocada por completo. Cuando ellos llegaron a la cena, me presentó a Sara, una mujer digna para él, más alta que él, un hermoso cuerpo, con un culo muy grande, unas tetas de maravilla, y muy grandes los pezones, marcándose a pesar de su sujetador. Llevaba un vestido blanco que resaltaba su figura, pero yo no dejaba de mirar el bulto de Carlos, siempre deseándolo, y también me di cuenta como Eugenio no dejaba de admirar a Sara. Cenamos, más tarde Eugenio puso una película y nos sentamos a mirarla. En eso y en una escena de sexo, pude ver como Sara empezó a acariciar el bulto de su marido y como él le cogía una teta entre sus manos muy discretamente.
Me sentía morir. Eugenio y yo hicimos como que no veíamos nada, pero para Eugenio no fue tan fácil ya que su bulto también creció. Terminó la película y se retiraron. Carlos empezó a hacer visitas continuas a mi casa, con cualquier pretexto. Llegaba cuando Eugenio no estaba y cuando Sara trabajaba. Yo, cada vez que venía a casa estaba vestida para él, con pantalones ajustados, minifaldas muy cortas, blusas que dejaran marcar mis senos y pezones erectos, vestidos provocativos, en fin y como digo, me vestía para él.
Por costumbre acabó visitándome a las 11:00 en punto los lunes, miércoles y viernes. Recordábamos todas las aventuras que tuvimos en la escuela, y poco a poco fuimos metiendo el tema del sexo hasta que logré, ya sin prejuicios, que me hablara de todas las chicas que se había follado. Me contaba con detalle como lo había hecho y hablamos también como se jodió a mi hermana, como había hecho el amor a dos maestras y como se folló a la madre de un compañero de la escuela. Eso me gustó mucho ya que reafirmaba que Carlos follaba por placer y no importaba quien fuera y el hecho que se follara a una mujer casada y a la madre de un amigo suyo, me hizo saber que él no tenía remordimientos y que la amistad no era obstáculo para él.
Faltaba solo una hora para mi encuentro, cuando vi que llegaba un coche a casa. Era Eugenio y solo pude reaccionar colocándome un suéter encima, dándome tiempo de despintar un poco mis labios. Cuando entró Eugenio, me dijo que tenía que entregar unos papeles que había dejado en casa y que aprovechaba para desayunar algo.
Ruina total, lo odié por eso. Estaba lista para follar como una loca y mi marido me lo arruinaba todo. Me había vestido como toda una puta para Carlos, estaba súper cachonda pero de nada me sirvió.
Eugenio me preguntó que si ya estaba vestida, que era muy temprano, pero yo le dije que solo estaba probándome qué ropa usaría por la noche. Le di de desayunar y en eso llegó Carlos y rápido le dijo a Eugenio que lo estaba buscando para que le ayudara a poner un estéreo en su automóvil. Se pusieron de acuerdo del día que lo harían, Eugenio se despidió, lo acompañamos a la puerta y cuando entramos, para poner más cachondo a Carlos, me quite el suéter. Carlos puso una cara de asombro al ver como se transparentaban mis tetas y noté como su polla crecía dentro su pantalón. Yo no dejaba de pasearme por toda la casa meneando el culo, me sentaba y abría mis piernas, él no dejaba de mirarme y veía un brillo de excitación en sus ojos.
Carlos me preguntó que si saldría a una fiesta con Eugenio y yo le dije que iríamos más tarde a un compromiso de su trabajo y que no me decidía qué ropa ponerme. El me dijo que estaba muy hermosa vestida así.
– ¿De veras me veo bien? – le contesté.
– Sí, cualquier hombre se sentiría maravillado de tener una acompañante como tú – dijo Carlos.
– No sé, es muy atrevido y a Eugenio no sé si le gustará.
– No, de verdad, sé que a Eugenio le encantará estar con una mujer tan sexy como tú en la reunión.
– Gracias, eres muy amable, pero ¿no crees que tengo facha de puta vestida así?
– No para nada, la verdad yo me sentiría orgulloso de lucir a mi mujer por la calle y a mis amigos vestida así, que sepan que pedazo de mujer tan sexy tengo.
– Eres un amor – me acerqué a él y le di un beso en la mejilla pintándosela con mi lápiz labial.
– Bueno Marisa me voy, después me cuentas como estuvo tu reunión, y como excitaste a todos esos hombres esta noche.
– ¿Ya te vas tan pronto?
– Lo que pasa es que puede regresar Eugenio y no quiero que vea como estoy maravillado con tu belleza, mejor regreso otro día.
Salí a acompañarlo a la puerta, me cogió de la cintura y al darme el beso de despedida dirigí mis labios a los suyos logrando rozarlos muy de cerca, cogiéndole con mi mano su mejilla.
– Perdón te he manchado todo -dije y sin que él quitara su mano de mi cintura, me acerqué logrando rozar una teta en su brazo y con mis dedos le despinté las dos marcas de mis besos diciéndole – No quiero que Sara te vea pintado con mi lápiz labial, te espero el lunes y te cuento como estuvo la reunión.
– Sí, Marisa, nos vemos el lunes, vendré sobre las diez.
Me sentía feliz, Carlos al fin seria mío. Se fue excitadísimo y a mí me dejó húmeda, entré en casa y de lo cachonda que estaba cogí un cepillo con un mango grande, me desnudé y empecé a follarme con él, imaginando que era su polla, llegando al orgasmo de inmediato. En eso llegó mi marido y me fui a duchar para que no me viera en ese estado.
Lógicamente para ir a la reunión usé ropa modesta y nada exagerada, todo había sido una trampa para follar con Carlos y me lamenté todo el día de que no fue posible hacer el amor con él. El fin de semana se me hizo eterno y esperaba con ansia el lunes.
El lunes por la mañana, antes de que Eugenio saliera a su trabajo, follé con él, ya que no aguantaba más, le mamé la polla hasta hacerlo correr, pero todo esto imaginando que era la verga de Carlos. Nos duchamos, se llevo a mi hijo al colegio quedándome sola y únicamente me puse un tanga junto con una bata de baño esperando la llegada de Carlos.
A las 10.30 llegó él, lo recibí en la puerta cerrándola con el seguro, y nuevamente repetí el mismo beso muy cerca de sus labios y él, cogiéndome de la cintura, nos encaminamos a sentarnos en la mesa.
-¿Qué tal te lo pasaste en la reunión? – me preguntó.
– De maravilla, tenías razón, Eugenio me dijo que por qué iba a ir vestida así y le contesté que solo era para que luciera a su mujer.
– Te lo dije, no hay hombre que se resista a presumir a una mujer vestida tan sexy como lo hiciste tú – añadió Carlos al mismo tiempo que cogía mi mano.
– Hubieras visto la cara de sus compañeros de trabajo, no dejaban de mirarme, sus mujeres celosísimas y Eugenio sintiéndose un macarra luciendo a su puta.
– A mi me encanta que Sara se vista sexy y la verdad me excito mucho cuando la miran otros hombres.
– Pues esa noche Eugenio se excitó tanto que pasamos toda la noche follando.
– Me lo imagino -me dijo sin dejar de mirar como mi bata se abría mostrando mis tetas un poco y vi como su polla estaba ya levantada.
Tenía unas ganas enormes de lanzarme a chupársela, pero me contuve… y lo que sigue ya lo contaré en una próxima ocasión
Besos y hasta muy pronto.