Amante y esclava

La velada transcurría con normalidad, era una cena de empresa y procuró ser amable con todo el mundo. Bailó con algunos de los asistentes y cuando acabó, no encontraba a su marido. Lo localizó y lo que vio, sin quererlo, cambió su vida.

Claudia – MADRID
Ante todo me presentaré, mi nombre es Claudia, tengo 40 años y llevo 15 años casada. Tengo un buen cuerpo, ya que procuro mantenerme en forma.
Toda mi vida he sabido que resulto atractiva pues he ligado con facilidad y aun me siguen “tirando los tejos” bastante a menudo. Estoy felizmente, casada, o eso es lo que creía, y por eso no he accedido a esas pretensiones. Mi vida sexual es normal, pero no necesito nada más.
Todo lo que os voy a contar, pasó en una cena que dio la empresa de mi marido y a la que tuve que ir, aunque no me apetecía nada. Mi marido me dijo que me vistiera elegante para la ocasión y decidí ponerme un traje de noche negro con la falda por encima de la rodilla, escote que realzaba mis grandes pechos y la espalda al aire, que a él le encantaba. A esto añadí un tanga de color negro y unos tacones altos. Me miré en el espejo y me vi estupenda.
El sitio era bonito y aunque no conocía a demasiada gente la cena fue trascurriendo bien. Después de la cena pasamos a otro salón del hotel y allí había música y barra libre de bebidas. Después de la rigidez de la cena el ambiente pasó a ser más distendido y todos hablábamos con todos y la reunión se hizo muy amena. Dos compañeros de mi marido, a quienes no conocía, se acercaron y hablamos un buen rato e incluso bailamos. Me quedó claro que les gustaba, ya que mientras bailábamos, apretaban sus cuerpos contra el mío y si podían, sus manos rozaban lo que podían. No dije nada para no armarla y se tomaron mi silencio como una aceptación a lo que hacían.
Reconozco que la situación me excitaba. Estuvimos así mucho rato y, para que negarlo, estaba cachonda. Buscaba con la mirada a mi marido y no le vi, gran parte de la gente se había ido y quedábamos pocas personas.

Pregunté por mi marido y uno que había por allí, y, con una risita me dijo si quería ir donde estaba él, me extrañó y le dije que sí. Me condujo a un cuartito que había camino del servicio y lo que vi me dejó de piedra, él estaba allí, pero con una chica a la que reconocí como su secretaria y… ¡estaban follando! Me quedé pasmada y como también me habían acompañado los dos tíos que habían bailado conmigo, me sentí ridícula y mi cabreo fue enorme.
Estaba bloqueada y las piernas me temblaban, ellos se dieron cuenta y me llevaron al servicio para refrescarme. Mientras me mojaba la cara y pasaba el trago lo mejor posible se quedaron conmigo, pensé que era por educación, pero cuando uno se acercó por detrás, se pegó a mi cuerpo y me tocó los pechos, vi que no era educación sino que intentaban sacar tajada de la sorpresa que me había llevado con los cuernos de mi marido.
Intenté apartarlo pero él aprovechó mi forcejeo para subirme el vestido, dejando al aire mi trasero, solo tapado por el minúsculo tanga, eso animó a los otros dos, que también se acercaron y a partir de este momento solo sé que mis ganas de venganza, hicieron que se desencadenara una situación como aquella.
Entre los tres me desnudaron por completo mientras no paraban de sobarme todo el cuerpo, mi calentamiento aumentaba y solo tenía ganas de follar.
Me di la vuelta y empecé a comerle la boca a uno de ellos mientras con mis manos buscaba su polla a través de los pantalones. Los otros, al verme entregada, se separaron y se desnudaron. Cuando vi tres pollas a mi disposición me puse de rodillas y comencé a chuparlas con ansia, iba alternándolas.
Ellos iban comentando que era una gran mamona y que estaba buenísima, oírlos, me ponía a mil.
Alternaba las tres pollas entre las cuales había una muy grande y dos normales. Seguí chupando,hasta que, ellos me agarraron y me levantaron apoyándome contra el lavabo. Uno de ellos se agachó y me empezó a lamer el coño, lo hacía con dureza casi mordiéndome. Sentía tanto gusto que solo quería que me follaran y casi les grité:
– ¡Folladme, soy vuestra haced de mí lo que queráis!

Estaba como loca y el que me había devorado el coño se levantó y de un golpe me penetró, grité de gusto y empecé a tener un orgasmo inacabable. Le gritaba que me follara con ganas y el tío casi me rompe de los pollazos que me daba. Todo el cuerpo me temblaba y mis pechos se movían al compás, cosa que hacía excitar aun más a los otros dos que estaban con sus pollas durísimas.
El que me follaba empezó a gruñir y a decir que se corría y con tres embestidas más se corrió dentro de mí. Notaba que mi coño estaba inundado y esto me hacia sentir más guarra aun.
Cuando la sacó, al instante me la metió otro tío. Me embestía tan fuerte que casi me caigo. Por supuesto el otro que quedaba libre, no se hizo esperar, me agarró y cogiéndome la cabeza me la llevó hasta su polla y prácticamente me la folló dándome arcadas ya que su polla era enorme.
Yo iba de orgasmo en orgasmo y era una muñeca en sus manos, me follaban a su antojo y después de varios minutos así, también se corrió dentro de mí con fuerza.
Nunca me habían follado así y solo quería que no acabara, ya me importaba un pito lo que había visto. Aquella venganza, acababa de abrir una puerta que nunca se iba a cerrar.
El que acababa de correrse la sacó de mi coño chorreando de su leche y mi orgasmo. Agarró mi cabeza y me la metió en la boca para que se la dejara limpita.
Me gustaba tanto mamársela, que no me di cuenta que iban a encularme. Intente resistirme, pero no pude, en menos que canta un gallo, me la había metido hasta el fondo. Me daba la sensación de que me estaban partiendo por la mitad.
Quería gritar, pero tenia la boca llena de polla, me estaban follando a “dos bandas”. Poco a poco, el dolor inicial fue pasando y estaba sintiendo una especie de placer-dolor que me gustaba.
Me pareció que el tío que me estaba dando por el culo dijo algo, pero no entendí nada, pero de pronto, y sin sacarla, se sentó en la taza del wáter, me hizo inclinar sobre él, y dejó mi coño expuesto.
Con una rapidez increíble, uno de ellos me la metió en el chocho. Estaba experimentando mi primera doble penetración o mejor dicho, una triple penetración, ya que la tenía una polla en la boca. Reconozco que era una pasada.

Por el espejo del lavabo, vi una imagen que parecía una película porno, pero era yo. Me sorprendió ver la cara de guarra que tenía y me dije que no serie la única vez que lo experimentara.
El que me enculaba no se movió, pero los otros dos, iban alternando mi boca y mi chocho. Poco a poco, empezamos a gemir todos. El que la tenía en mi boca, me la metió hasta la garganta y se corrió. El que me follaba el coño, la sacó y me llenó la cara y las tetas de leche. El “enculador”, se levantó, me la puso en la boca y se corrió.
Nos aseamos como pudimos y uno de ellos salió para ver si había alguien. Cuando vio que no nos veía nadie, salimos y nos dirigimos a sus coches. Uno de ellos dijo que me llevaría a mi casa.
Al poco rato me quedé dormida. Cuando paró el coche, vi que no estábamos en mi casa, sino en el garaje de la que supuse, era la suya.
Me hizo salir y empezó a morrearme. No me lo podía creer, el tío aun tenia ganas de marcha, pero lo sorprendente, era que yo también. ¿Qué me estaba pasando?
Parecíamos dos fieras insatisfechas. Me apoyó en el capó del coche, levantó mis piernas y me la metió en mi dolorido culo.
El muy guarro, miraba con atención como entraba y salía y yo, sin darme cuenta me estaba restregando el clítoris.
Me corrí mientras me decía:
-A partir de hoy, tu culo es mío. Te lo follaré, cuando quiera y donde quiera. ¿Me oyes?
Mientras gemía, le dije que si. A los pocos segundos, se corrió.
Desde ese día soy la amante de ese hombre y hago todo lo que me ordena.
Besos y gracias por leer mi experiencia.