Relato erótico

Alumna aplicada

Charo
12 de marzo del 2020

Es un asiduo de la revista y le gusta leer todos los relatos. Entró en internet para buscar a alguna pareja para un trío pero, encontró un contacto que le intereso más. Era una chica que buscaba un hombre para “aprender” todo del sexo.

Jaime – Córdoba
Tengo que decir que soy una persona normalita de 38 años de un nivel medio alto tanto económico, social y cultural, estoy casado, pero me gustan las escapaditas con parejas para realizar tríos y lo que voy a contaros ocurrió cuando estaba ojeando contactos en internet buscando parejas y me encontré uno un tanto sorprendente que decía: “Chica de 29 años, inexperta, busca hombre delicado y respetuoso para sexo” y me puse en contacto con ella.
Chateamos y después de varias conversaciones quedamos para vernos. Después de trabajar iríamos a una casa de campo que su familia tenía y que solo usaban los fines de semana.
Llegó el día y a las 7 de la tarde la estaba esperando en una gasolinera a 20 Km. de Córdoba. Llegó en coche y aprovecho para poner gasolina. Pude ver que era una chica guapa, con una cara muy bonita y aunque ella decía que le sobraban unos kilos a mi me pareció ideal.
Cuando acabó de echar gasolina y sin decirnos nada, la seguí y a unos 5 Km nos desviamos por un camino rural, 1 Km más y llegamos a una casa de campo, por fuera se veía ideal, una casita rodeada de árboles y con el silencio del campo. Le pregunté que si yo le gustaba, ya que había sido una cita a ciegas total, y me contestó que sí a lo que yo añadí que ella también era muy bonita, mientras que juntábamos nuestras bocas en un largo beso.
Nos dispusimos a entrar en la casa. Me la estuvo enseñando, luego pasamos al salón para encender la chimenea y a continuación ella preparó unos refrescos y ponía música relajante. Al rato me dijo que estaba muy nerviosa, yo la abracé y la tranquilicé con mis palabras, nuestras bocas se encontraban y nuestras lenguas se entrelazaban de una forma apasionada.

Al poco me dijo que aunque tenía 29 años y que era casi virgen, la habían desvirgado a los 21 años de una forma muy traumatizante por una apuesta del chico con sus amigos y que desde entonces rechazaba a todos los chicos, pero que había decidido poner el anuncio para intentar salir de este bache y por eso me había elegido. Suponía que yo, 9 años mayor que ella, la iba a saber comprender y enseñarla todo sobre el sexo. – ¿Realmente lo quieres aprender todo? – le pregunté.
– Menos sado y lluvia dorada lo quiero probar todo – contestó.
Me senté en unos cojines frente a la chimenea y nos volvimos a fundir en besos mientras mis manos acariciaban todo su cuerpo, acariciaba sus pechos por encima de la camisa y notaba que sus pezones estaban muy duros. Poco a poco fui quitando botones y ropa hasta conseguir liberar sus pechos. Eran de un tamaño medio pero tenían una gran aureola y un pezón delicioso que enseguida empecé a acariciar con mi lengua mientras que con mis manos presionaba todo su pecho.
Ana estaba perdiendo su nerviosismo y soltaba pequeños gemidos de placer susurrándome que lo hiciera con delicadeza. Yo la decía que ella solo tenía que relajarse y dejarse llevar. Me gusta tratar a las mujeres con mucho respeto y siempre con dulzura.
Poco a poco fui bajando mis manos hasta conseguir meter la mano por debajo de su falda y acariciar el interior de sus muslos. Ana se estremecía con cada caricia. Rocé su sexo por encima del tanga y vi que estaba muy mojada. Ella se levantó impaciente y se liberó de la falda, apareciendo delante de mi un estupendo cuerpo con un minúsculo tanga rojo que no dejé que se quitara, diciéndole que teníamos toda la noche y que no había porque que tener prisa.
Yo también me quite la camisa y nos volvimos a fundir en caricias, dedicándole mucho tiempo a los pechos pues, como ya he dicho antes, me encantan los pechos y estos me estaban volviendo loco. Mis manos apretaban su culazo, creo que era aquí donde decía que la sobraban los diez kilos y separando el tanguita empecé a acariciar su chochete.
En menos de un minuto se corrió como una loca diciendo que era maravilloso. Nos quedamos tumbados un momento y me dijo que deseaba que subiéramos a su habitación pero al ver la cama yo la dije que era pequeña, así que decidimos ir a la de sus padres.

Antes de tumbarnos se acercó, me quitó los pantalones y al retirar el slip apareció mi polla como un resorte y que la animé a que me la tocara, cosa que hizo con timidez, pero poco a poco se fue animando y me la acariciaba toda hasta que la anime a que se la metiera en la boca pero al decirme que la daba un poco de asco, no la forcé, diciéndole que no se preocupara, que a todas las mujeres que conocía las gustaba chuparla y que ya llegaría el momento.
Nos tumbamos en la cama y empecé a besarla pero esta vez desde las orejas hasta llegar a la altura de su sexo, la besaba y acariciaba alrededor de sus braguitas despacito pero provocando en ella una gran excitación, después agarré con mis dientes los bordes del tanga y lo fui bajando hasta quitárselo por completo. Ahora sí, tenía a una chavala morena de 29 años, 1,72, 68 kilitos y casi virgen, desnudita y dejándome hacer lo que quisiera. Fue uno de los momentos más deliciosos de mi vida.
La separé las piernas, dejando al descubierto una rosadita raja totalmente depilada a la que acerqué mi lengua y empecé a lamer su delicioso clítoris. Ana decía que era maravilloso y que cuantos años había desperdiciado por culpa de un cabrón. Para mayor comodidad me puse en la posición del 69, Ana me acariciaba los huevos y mi polla colgaba cerca de su cara, por lo que la volví a animar a que se la metiera en la boca pero al ser ella reacia, le pregunté:
– ¿No te gusta que yo te coma el chochete?
Me contestó que era delicioso, a lo que yo le dije que igual de delicioso sería para mi si ella me la chupaba y además añadí que si me corría ya la avisaría para que se apartara.
Poco a poco fui acercándosela a la boca hasta que acabó dándome unas chupaditas, pero le volvió a dar asco y se retiró mientras yo, con mi calentura, le devoraba la almeja. Cuando estábamos muy calientes los dos, cambiamos de posición y le dije que se la iba a meter, que no se preocupara, que estaba muy caliente y húmeda y no habría ninguna dificultad. Coloqué la punta en su sexo y empecé a rozarlo. Ella se volvió a poner muy tensa y al intentar ir entrando en su sexo veía que era imposible. Estaba cerrado y si apretaba decía que la dolía. Apenas conseguía meter 2 ó 3 centímetros y en el metisaca me corrí como un niño. Estaba tan excitado que no puede aguantar más.
Ana se disculpaba por no haber podido relajarse para que pudiera penetrarla pero yo le dije que nos quedaba toda la noche para intentarlo. Volví a bajar mi boca a su sexo y estuve jugueteando con mi lengua hasta que Ana volvió a tener un orgasmo brutal. Luego nos quedamos abrazados y muy relajados. Habían pasado dos horas desde nuestro encuentro y le propuse ir a cenar a un restaurante y a tomar unas copas al pueblo.
Fuimos a uno de carretera a 30 Km, para evitar a conocidos y así disfrutar de la noche. Una vez que cenamos me pidió que las copas nos las tomáramos en su casa, que sería más discreto.

Por si acaso ya llevaba una botella de cava en una nevera con hielo, pues en estos encuentros nunca se sabe y siempre es mejor ir preparado.
Llenamos unas copas y nos sentamos en el sofá, le propuse ver una película de video X que tenía preparada y era de una fiesta que se montó una chica con tres hombres y se veía como disfrutaba la chica mientras que la penetraban por todas partes, Ana cada vez se ponía más caliente con las escenas que veía y pronto volvimos a estar desnudos e hice que se sentara delante de mí. Con esto conseguía acariciarla los pechos mientras mirábamos la película. Nuestra calentura iba en aumento y Ana empezó a acariciar su sexo.
Al poco cambiamos de postura y yo me quedé tumbado en el sofá y le dije que se sentara en mi cara. Quería volver a comérmela toda y en esta posición ella jugaba con mi polla mientras que veía la película, pero su excitación era tal que poco a poco se fue acercando mi sexo a su boca y empezó a pasar la lengua, poco a poco se animaba e iba metiéndose más trozo y era tanto placer el que me estaba dando que yo movía mas y mas rápida mi lengua sobre su clítoris.
Ella se agitaba cada vez más y me comía la polla con más intensidad, hasta que la avisé de que me corría y ella, en vez de retirarse, se la metió más en la boca y acabamos en un orgasmo bestial los dos a la vez. Ella escupió un poco del semen sobre una servilleta, aunque decía que no la desagradaba e incluso me limpió los restos con su boca, prometiéndome que la próxima vez se tragaría todos mis jugos.
Ana decía que estaba disfrutando mucho de nuestro encuentro y que estaba muy contenta por la calma y delicadeza que estaba teniendo con ella. Yo me alegraba pero sabía que no podíamos acabar sin haberla follado bien y si podía también tenía que llenar su culo que para mi sería la primera vez y esto me excitaba mucho. Me había dado carta libre, cosa que hasta ahora todas las cinco mujeres con las que he estado, se han negado en rotundo.
Estuvimos hablando de varios temas intrascendentes mientras nuestras manos acariciaban lo que llegaban a alcanzar. Volvió a repetir que me agradecía como me portaba con ella y que la hiciera pasar una noche inolvidable. Nos pusimos de pie para poder acariciarnos, ella estaba muy excitada y yo deseaba poder metérsela muy dentro en su húmedo y caliente chochete. Entonces le pedí que se diera la vuelta y se inclinara. Al hacerlo me quedo su culito en pompa y la pedí que me dejara probar con su culito, pidiéndome ella que tuviera cuidado, aunque para mi también era la primera vez y no sabía cómo acabaría la cosa. Apunté mi polla a su agujero e intenté apretar suavemente, pero aquello no cedía, así que probé a untarme bien de gel y volví a apretar, entrando un poquito. Ella se quejó, pero me dijo que siguiera. Poco a poco y dando pequeños gritos, fue entrando hasta que me gritó:
– ¡Métemela de golpe, quiero que me rompas el culo!
El placer era enorme, el culito estaba muy prieto y la sensación de placer era enorme. La agarré fuerte de sus caderas y a la vez que yo apretaba contra ella, Ana apretaba su culo contra mi cuerpo, haciendo que mi verga desapareciera toda en su culo mientras que empezaba un movimiento de vaivén delicioso. Ella gritaba que no parara entre sollozos y gemidos. Era la primera penetración total para ambos y los dos gozábamos a tope hasta que le inundé su culo de jugos mientras ella se corría.
Luego nos separamos y quedamos abrazados los dos muy quietos y disfrutando del inmenso placer que habíamos tenido. Luego nos tumbamos en la cama, de la habitación de sus padres. Estábamos agotados y necesitábamos descansar. Nos abrazamos y Ana lloraba de felicidad, contaba que no había sentido dolor, solo un intenso placer.
Es natural, era la primera vez que follaba de forma placentera. Nos abrazábamos fuerte y la pedí que nos volviéramos a dormir antes de irnos a trabajar cada uno teníamos que volver a repetirlo. Cuando me desperté por la mañana estaba solo, Ana se había estado duchando y salía del baño con un delicado body rojo que la hacía más hermosa.
Me miró a los ojos y me pidió calma, ahora era ella la que quería llevar las riendas, se tumbo a mi lado y empezó a acariciar mi sexo. Aquello reaccionaba y empezó a besarlo desde la punta hasta los huevos, Era delicioso.

No me dejaba tocarla y yo estaba que no podía más, pero ella me dijo que no me preocupara, quería tragarse toda mi leche. Se metía la puntita en la boca y presionaba con los labios y luego se la metía hasta el fondo sin soltar. Mil placer era enorme y no pude más. Mi leche salió disparada a su garganta, aunque no se la cayó ni una gota. Chupaba para limpiarla toda. Había sido fantástico. Entonces le dije que ahora seria ella la que disfrutaría. Le comí el coño durante 15 minutos y antes de que se corriera se la volví a meter, pero me costaba mucho, ya no tenía potencia y tuve que volver a meter mi legua para hacer que se corriera. Me disculpe por no haber podido acabar, pero es que llevábamos una tremenda noche.
Supongo que tendréis claro que nos volvimos a ver y muchas veces.
Un beso querida Charo para ti y otro para tus lectores.

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